Hace años, un colega me preguntó si había escuchado algo de Blaze en solitario. Al decirle que tan sólo sus dos primeros discos, Silicon Messiah (2000) y Tenth Dimension (2002), me dijo “has escuchado lo bueno, pero no lo mejor”. Bueno, no he escuchado más, pero Science of Noise me obliga a poner punto y final a tal crimen con su último trabajo, The Redemption of William Black (2018), la tercera y última parte de la trilogía Infinite Entanglement.
La cruz que tiene que cargar el bueno de Blaze es que siempre tendrá que cargar con el lastre de haber intentado ser un sustituto de nivel de Bruce Dickinson, misión prácticamente imposible, en especial si tenemos en cuenta que The X Factor (1995) era un disco bastante oscuro para lo que Iron Maiden nos tenía acostumbrado, y que Virtual XI (1998) es uno de los peores discos de la doncella. Su voz no pegaba nada con el sonido Maiden, y aunque en directo, como frontman, era (¿es?) un auténtico espectáculo, el puesto le venía muy grande. Buen cantante es, sin duda, pero de la misma forma que la señorita Tarja no podría cantar en Arch Enemy, muy pocos podrían hacerlo en Iron Maiden cuando Dickinson decidió emprender una carrera en solitario bastante discutible.
Sin embargo, Blaze no ha dejado de demostrar que es todo un luchador en esto del metal, y que si tiene manga para hacer una música apta a su voz, puede hacer muy buenos discos. Ya lo fueron los dos mencionado al principio de la review, y también lo es este último lanzamiento. Y una lucha nada fácil, y no solo contra la sombra de la doncella, sino también contra el alcohol y otras adicciones. Desde aquí todo mi apoyo.
Este álbum que revisamos es puro heavy metal, ni más ni menos. No lo puedo comparar con sus trabajos anteriores, pero creo que no hay mejor calificativo que el propio nombre del género que tanto nos gusta. Riffs contundentes como en “Reedemer” o más melódicos como en “Prayers of Light” o “18 Days”, un medio tiempo a tener en cuenta.
“Human Eyes” ahonda más este estilo melódico, tipo balada con ciertas partes acústicas. “Life Goes On”, en cambio, me parece que tiene cierto guiño a los Maiden en las guitarras, aunque quizá sea solamente una impresión mía. “Already Won”, además de toda una declaración de intenciones, recoge de nuevo el sonido más rockero, mientras que “Eagle Spirit” es más épico. “The Dark Side of Black” demuestra la voz que puede tener el bueno de Blaze, a pesar de la mella de los años (bien visible en su cabeza pelada, aunque sus patillas no morirán nunca).
En esta ocasión, y como en alguna anterior, le acompañan Chris Appleton a las guitarras y coros, Karl Schramm al bajo y coros y Martin McNee a la batería. Además cuenta con algún artista invitado como Chris Jericho.
Lo que nos trae el bueno de Blaze es, en definitiva (y para alguien que hace casi 20 años que no escuchaba nasa de él en solitario), una reivindicación de su buen hacer en la composición y a la voz, cantando lo que puede y debe cantar.
Si te gusta el heavy metal, este The Redemption of William Black no te decepcionará.
Para terminar, y aunque es imposible, decir que sería de mucho respeto que Iron Maiden llevase a Blaze de telonero en alguna gira y le invitase a cantar alguno de sus temas. “Sign of the Cross” sonaba muy potente con él a la voz.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.