20 años he tardado en sacarme la espinita de poder ver a Blink-182 en directo. Se dice rápido, pero dos décadas son mucho tiempo, algo que analizado fríamente me hace sentir levemente “viejo”.
Todo empezó en 1998 con los primeros adelantos del que sería su disco más amado, el de la enfermera. Exacto, Enema of the State (1999) se colocó al instante entre los discos más escuchados por una generación de adolescentes que vibraban con ese puñado de bandas de skate punk / pop punk / emo punk del momento.
Si bien es cierto que en 2012 vinieron al Sant Jordi Club, anoche fue la primera vez del trío original tras su paso cuando aún casi nadie les conocía en 1999 en el Vans Warped Tour del Olímpic de Badalona. Así, podéis imaginar que el menda compró las entradas hace justo un año, el día que salieron a la venta, para asegurar mi asistencia y, además, para pillar un buen sitio en la grada.
Con un sold out tan incontestable como sorprendente, llegaba el día del concierto y miles de fans venían con la camiseta de la banda como atrezzo. La verdad es que no sabía yo que esos californianos tuviesen este poder de convocatoria. Pero sí, y porque no cabían más, sino más lleno estaría el recinto.
Un escenario poco habitual, con total visibilidad para cualquier asiento, con un Travis centrado en la parte posterior, Tom y Mark a izquierda y derecha sin orden establecido. Sensaciones encontradas justo al principio del concierto. Por un lado, mi faceta fanboy millennial y, por otro lado, mi ya madurez chocaban de frente. Tenía dudas de si sería un buen concierto, si serían capaces de ganarse un recinto tan grande. Si sería demasiado pop y menos rock. Pero las dudas se despejaron desde el primer tema.
Entrando a matar desde el minuto uno con una “Anthem Part Two” encadenada con “The Rock Show”. Fuego, efectos pirotécnicos y mucha, mucha potencia. Una potencia enaltecida por un Travis Barker colosal, con todas sus letras. El ultra tatuado batería demostró que es una auténtica leyenda en eso de mover las baquetas y fue imposible despegar la vista de sus bombos. Que burrada de tío.
El dúo Tom y Mark, pletóricos en cuanto a canto y fantásticos con su bajo y guitarra, animaron el cotarro en todo momento, fieles a un estilo tan afín a pasarlo bien, como el que destripan en sus canciones. Empezó entonces una fiesta que no bajó de revoluciones hasta que se despidieron del público al cabo de 90 minutos.
Despacharon con contundencia 26 canciones. Técnicamente fueron 25, pues “Happy Holidays, You Bastard” la repitieron pidiendo a Travis un extra de velocidad que, como todos podréis adivinar, cumplió. Las canciones más antiguas fueron las más celebradas, pero la hinchada se dejó la voz en las 25 piezas que interpretaron. Los highlights del tramo central del concierto fueron “Dysentery Gary”, “Dumpweed” y “Aliens Exist”. Entre ellas debutaron dos de las nuevas piezas de su esperado nuevo disco que saldrá a la venta en unos días, “Edging” y “More Than You Know”.
Y entonces se subieron aún más las revoluciones, cuando cuatro cables de acero elevaron a Travis y su equipo unos metros por encima del escenario, ideal para aún ensalzar más a un batería colosal. Las primeras lagrimillas de un servidor y de muchos otros que yo vi a mi alrededor fueron con “I Miss You”. Tenía dudas de si estaba en el repertorio y esa sorpresa colapsó en mí. Ya a partir de ese momento fue una fiesta colosal con “Adam’s Song” y la recta final con “What’s My Age Again?”, “First Date”, “All the Small Things” y una “Dammit” que acabó por sacudir los cimientos de un Palau Sant Jordi que capeó el temporal con dignidad.
Infinitamente mejor de lo que uno podía soñar. Tras poder ver este curso a la mayoría de bandas que animaron mi juventud (The Offspring, NOFX, Lagwagon, Sum 41, Bad Religion), tengo que admitir que ahora mismo, Blink-182 están dos pasos por encima del resto de colegas del rancho. Y puedo suponer con facilidad que incluso están un paso por encima de Green Day. Incontestable directo, con una potencia bestial, con momentos de emotividad pura y con ese sabor de boca final de que ha valido la pena esperar 20 años para ver a una de las bandas que creció conmigo y que al final, en parte, me moldeó.
Setlist: