Recuerdo perfectamente la primera vez que tuve contacto con Bloodbath que fue justo cuando sacaron su primer Ep Breeding Death (2000). Típica tarde en el parque y un colega se saca un cd de la chaqueta con una portada brutal. Con las ganas me quedé. Me olvidé prácticamente de él hasta que dos años más tarde tropecé con su primer Lp Resurrection Through Carnage (2002) en la calle Tallers y no lo dudé ni un instante. Al llegar a casa eso fue amor a primera vista y partir de ese momento empecé a adquirir todo lo que han ido sacando. Hasta me fui al Wacken 2005 para ver su primer concierto. En fin, batallitas de los años mozos.
Después de partir relaciones con Akerfeldt optaron por cambiar un poco y añadieron a sus filas a Nick Holmes (Paradise Lost) sacando un disco bastante correcto hace cuatro años pero al que le faltaba empaque al conjunto y la voz de Nick, algo regular, recibió bastantes críticas. En 2018 nos presentan nuevo material que en algunos aspectos supera a su anterior disco añadiendo nuevos elementos.
La formación sigue prácticamente igual con la adición de Joakim Karlsson del grupo Craft que se ha traído algunas influencias de su grupo que veremos en esta reseña. Así que de esta manera se perfila como una formación bastante estable y al estar algo desconectados de sus principales grupos se nota que lo hacen con ganas y lo están disfrutando. Vayamos a por el disco.
Empiezan a lo grande con «Fleischmann» con un sonido muy sucio al principio para luego atacar con un batallón de graves, un festival de putrefacción. Influencias black por aquí y sobre todo un halo de oscuridad que lo envuelve absolutamente todo. A todo trapo va la batería y la voz de Holmes está mucho mejor puesta, grimosa, arrastrada, perfectamente acoplada al conjunto. Tras tanta tralla nos deleitan con un trozo lento con esas melodías tan características que sin poder remediarlo me recuerdan a Katatonia y no es descabellado ya que su principal compositor Blakheim también lo es de los katatonicos. Una perfecta carta de presentación.
«Bloodicide» fue el primer adelanto que nos ofrecieron y no me desagradó pero no la encontré como un hit. Eso sí, tras escuchar el disco entero queda perfectamente acoplada con el resto. Mucho más clásica en su estructura es un devenir de tupa tupas con partes más a medio tiempo y una parte melódica que me flipa. Los cambios no paran de sucederse y eso hace que estés atento a todo lo que ocurre no vaya a ser que te pierdas algo.
No comprendo mucho la inclusión de la canción «Wayward Samaritan», es muy rara, con un riff principal que me parece algo forzado. Detecto que la composición no ha caído en manos de Blakheim, la encuentro como más rockera o punky y pienso que fue Joakim el encargado de esta labor ya que abandona el estilo conductor del grupo. Suerte que es corta.
Con «Levitation» nos resarcimos un poco de la anterior y aquí apuestan por la lentitud y la contundencia, 100% Bloodbath. Seguimos con «Deader» donde la velocidad es la protagonista en su parte inicial para luego contrastar con unos riffs muy elaborados y algo más lentos. Tras un final bastante abrupto nos machacan las neuronas con «March of the Crucifiers», una canción que me recuerda mucho a la época del The Fathomless Mastery (2008) recuperando esa genial mezcla entre el death metal europeo y el americano. Aquí el bueno de Nick se luce bastante.
Sigue esa especie de dejavu con «Morbid Antichrist» aunque volvemos a encontrar algunas pinceladas de black metal siendo algo más macarra que el resto de canciones. Unos geniales coros le dan un toque épico y oscuro siendo la pieza más elaborada de todo el disco.
La introducción de «Warhead Ritual» es oscura y misteriosa para arremeter de pronto y sin piedad contra tus oídos una total masacre pútrida en la que detectamos de nuevo las influencias antes comentadas. Han trabajado mucho más el tema voces ya que no se notan tan débiles y con esa falta de punch que tenían en su anterior disco.
Como una marcha fúnebre hacia nuestro propio agujero se presenta «Only the Dead Survive», otra gran canción dentro de este genial disco con unos riffs muy inspirados que aunque no inventan nada nuevo siempre he visto en ellos un interés por hacer cosas nuevas sin perder de vista la vieja escuela.
Y llegamos al final con «Chainsaw Lullaby», otro de los avances en forma de vídeo que nos presentaron y que para mí es la peor canción de todas, que aunque su temática me fascina, no le encuentro nada especial.
Una muy buena continuación de su Grand Morbid Funeral (2014) con un grupo bastante inspirado y con un Holmes que ha sabido adaptar mejor su registro a la filosofía Bloodbath. Ahora solo falta que vengan a tocar en sala por nuestro país y ya podré morir tranquilo.