Después de seis largos años de silencio, el power trio sanluqueño Bourbon regresa a la escena musical con su esperado cuarto y homónimo álbum. Este nuevo trabajo sigue los pasos de sus predecesores Fango (2013), Devastación (2015) y el aclamado Fuente Vieja (2018), pero con una clara evolución en su sonido característico. Grabado en los Trafalgar Estudios y con Curro Ureba a los mandos, Bourbon nos presenta un disco que es una oda a la diversidad del rock, combinando elementos setenteros, psicodelia y una refinada sensibilidad melódica.
La autenticidad de la banda se palpa desde el momento en que entran al estudio o se suben a un escenario. Antes de que suene la primera nota o aporten una nueva idea, ya se siente la energía y la presencia de una banda grande. Su música, llena de rugidos y susurros, y potencia, confirma esta impresión inmediatamente. Raúl Guerrero (voz, guitarra), Juanma Gonzálvez (bajo) y Álvaro Guerrero (batería) forman Bourbon, un grupo que, desde su formación en 2009 en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, ha demostrado una y otra vez su capacidad para crear buena música con letras interesantes, bellas, emotivas y un sonido propio que sus seguidores reconocen al instante.
El álbum abre con «La espiral», un tema de más de cinco minutos que inmediatamente sumerge al oyente en su mundo sonoro, y de qué manera… qué forma de transmitir. Con una combinación de riffs ligeros, un ritmo adictivo de bajo y una voz que te envuelve mientras te acaricia el rostro, esta canción deja meridianamente claro que estamos ante algo grande, muy grande. Hacía muchísimo tiempo que un tema no me llenaba tanto como lo ha hecho «La espiral», de corazón lo digo. Quizá me flipo un poco, pero por momentos me recuerdan a los zaragozanos Distrito 14 (aprovecho para reivindicar «Frío» como una de las mejores canciones de pop-rock jamás escritas en España). «Ariel» sigue con una duración más breve, ofreciendo un contraste dinámico y directo que mantiene la energía en alto. La canción sigue por los mismos derroteros que su predecesora, pero con una pizca más de optimismo; los coros de Álvaro y Juanma le aportan un toque distintivo que la hace destacar. Es una canción que funciona a las mil maravillas, un segundo ejemplo de que estos Bourbon son mucho Bourbon.
«Aguacero» y «Olvidarnos de ti» destacan como piezas centrales del álbum. La primera es un viaje a través de paisajes sonoros acústicos que evocan una tormenta emocional, recordando por momentos a una versión más calmada de los Pearl Jam de mediados de los dosmiles. Por otro lado, «Olvidarnos de ti», con sus más de seis minutos, es una declaración poderosa. Esta canción, con letras introspectivas y una instrumentación que fluye con toques psicodélicos, nos recuerda por qué nos enamoramos de ellos tras escuchar Fuente Vieja.
«Noctuario», el tema más corto del disco, actúa como un interludio vigoroso y eminentemente rockero que prepara al oyente para la segunda mitad del álbum. La voz apenas se hace presente durante 30 segundos; personalmente, hubiera preferido prescindir de ella y dejar que los instrumentos fueran los únicos protagonistas del corte. «La mujer del pelo blanco» retoma la narrativa con 4:35 minutos de lirismo poético y una estructura melódica que atrapa y, con suerte, no te deja huir. La canción comienza de una manera, para luego sumergirse en la psicodelia al más puro estilo Pink Floyd, ofreciendo una jam que se extiende hasta casi el final. En el último minuto y medio, la banda retoma el estilo inicial, cerrando el tema de manera cohesiva y cautivadora.
«Llorarás», la penúltima del álbum, ofrece un momento de vulnerabilidad que muestra el lado más emotivo de la banda. La letra de esta canción es, sin duda, una de las más bellas del disco, elevándose a un nivel poético que deja una huella profunda. Es justamente en los pasajes de descanso vocal en los que la música hace elevar la composición a unos niveles casi demenciales. Qué gran corte, qué manera de tocarte el alma.
El cierre del álbum, «Eco …Trafalgar», es una épica de más de ocho minutos que encapsula la esencia de Bourbon, dividida en dos actos. La primera parte, «Eco», es un viaje auditivo que transita por diversas texturas y emociones, dejando al oyente con una sensación de plenitud y un anhelo insaciable por más. La banda deja momentáneamente su faceta más psicodélica para adentrarse en pasajes más progresivos, envolviéndote en un torbellino de notas y compases que te invitan a cerrar los ojos y dejarte llevar. Al sobrepasar el meridiano del tema, da inicio «Trafalgar», una segunda parte más sosegada pero igualmente efectista. Es una manera magistral de concluir un álbum que, en ese preciso instante, te das cuenta de que te ha sabido a poco, muy poco.
La banda destaca por no encasillarse en un solo género, a pesar de las etiquetas de hard rock, psicodelia y rock que a menudo se les cuelgan. Ellos mismos confiesan:
«No somos una banda de género, intentamos no ceñirnos a ningún estilo en concreto. Hacemos rock, eso es lo único que está medianamente claro.»
Esta flexibilidad y apertura a la evolución constante se reflejan claramente en su nuevo trabajo, que me aventuro a afirmar que es el mejor de su carrera.
El proceso creativo de Bourbon es un viaje en sí mismo, desde ideas de guitarra y melodías que surgen rápidamente, hasta arreglos que pueden tomar meses en perfeccionarse. La autenticidad y dedicación en cada tema son evidentes –incluso envidiable, diría yo–, haciendo de este álbum un reflejo de su evolución tanto como músicos como oyentes.
En la entrevista reciente, la banda expresó cómo la pandemia y el tiempo prolongado entre discos no son excusas para la espera, sino un reflejo de su enfoque detallado y su búsqueda de la perfección en cada pieza musical. Esta dedicación se traduce en un álbum que no solo cumple con las expectativas, sino que las supera.
Para l@s seguidores de Bourbon y para l@s nuevos oyentes, este álbum ofrece una experiencia rica y variada que merece ser explorada repetidamente. La banda ha demostrado una vez más que su particular forma de entender el rock sigue siendo relevante y emocionante, seis años después de su último lanzamiento. En un mundo donde todo va demasiado rápido, Bourbon nos invita a detenernos y disfrutar de cada nota, de cada letra, recordándonos el poder del rock auténtico y evolucionado.
Este cuarto álbum no solo consolida su estatus como una de las bandas más auténticas y apasionadas del panorama actual, sino que también abre nuevas puertas y horizontes para el rock español (y en español), dejando claro que Bourbon sigue en su camino ascendente. El cielo es su límite.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.