Acercaos, prestad atención, os voy a contar un secreto. Aunque no os lo creáis, siendo un servidor el encargado de realizar esta reseña de aniversario, no he sido nada fan de la carrera en solitario de Bruce Dickinson hasta que publicó el Accident of Birth (1997) rematándolo con el que en mi opinión es su mejor trabajo fuera de Iron Maiden, The Chemical Wedding (1998).
Es más, ¿cuánt@s de vosotr@s rememoráis la primigenia etapa en Samson del simpático empresario y cantante? Sí, no lo habéis leído mal, lo he escrito a conciencia. Es innegable que el tío es un coco y pone todo su empeño en lo que se proponga fuera del negocio musical -lo que parece su actividad secundaria- ya siendo su labor como piloto, escritor, conferenciante o empresario cervecero.
Mierda, volvemos a caer de bruces en la realidad más absoluta, me hago mayor. «¡Ya estamos, que pesado!» Pensaréis, pero no puedo evitarlo cada vez que me enfrento a uno de estos artículos retrospectivos. Aún recuerdo la primera vez que me topé con este disco y su horrible portada. En alguna ocasión os he hablado de Ricardo, amigo de la adolescencia con el que inicié este maravilloso camino por el heavy metal. Sí, a nosotros nos gustaba el Heavy Metal (en mayúscula, que me perdonen los maquetos), aquello de metal a secas no se estilaba por entonces o al menos no lo utilizábamos así. Pues eso, en aquellos años en los que los clásicos encallizaban nuestros jóvenes tímpanos y alteraban los nervios de nuestros pacientes padres, flipando como estábamos con los Maiden, mi amigo se pilló este Tattooed Millionaire. Ya estábamos al tanto de las peripecias en solitario del amigo Bruce pues habíamos escuchado “Bring Your Daughter to the Slaughter” pensada para la BSO de la quinta entrega de mi saga de terror favorita, Pesadilla en Elm Street. Así que ya estaba el combo completo, “jevis” y “frikis”.
«Después de haber terminado la gira de Seventh Son, tenía tiempo para hacer una banda sonora. Excepto que, en realidad, no se trataba de la banda sonora de una película, sino de una canción para Pesadilla en Elm Street, la número cinco, creo, de la franquicia.»
«La canción era una especie de imitación de AC/DC, al estilo de Bon Scott, con una sección irónica de monjes locos cantando por encima del tañido de campanas.»
Ya he reconocido que no he sido demasiado fan de la carrera en solitario del amigo Bruce, y aunque parezca extraño y eso que renegamos bastante, con nuestra ridícula pose true de la época, que hasta que no me he dispuesto a hacer esta reseña no he escuchado con detenimiento otros discos de su carrera paralela a Maiden. El ejemplo al que me refiero, aunque nada tenga que ver con el aniversario de hoy, es el famoso y controvertido -para aquellos fans más clásicos- Balls to Picasso (1994), segundo trabajo en solitario y un cambio de estilo musical y estético respecto a nuestro disco protagonista. Algo que chocó en su día pero que viendo los discos publicados ha sido una evolución constante coqueteando con diferentes estilos dentro del rock y el metal. Y oye, qué queréis que os diga, a día de hoy me parece bastante interesante. Nunca es tarde si la dicha es buena. Además, otra cosa queda bastante clara, y es que Dickinson tiene tan mal gusto para escoger las portadas como los pantalones con los que salir a escena.
Interesante la aportación al característico sonido de guitarra del viejo amigo Janick Gers, el cual aportaría su impronta al sonido Maiden cuando se uniera a sus filas tras la marcha de Adrian Smith. Difícil papeleta y carga de responsabilidad importante debido al peso que tenía y afortunadamente tiene de nuevo en las composiciones de la formación inglesa. Supongo que nadie pondrá en duda que Dickinson tiene buen ojo para acompañarse de guitarristas. A los mencionados Janick y Adrian, hay que incluir a Roy Z en algunas obras. Dickinson puede unirse con orgullo a Ozzy y Alice Cooper, por poner un par de ilustres ejemplos, como los cantantes que saben escoger buenos y característicos guitarristas.
Al tratarse de un trabajo realizado en tiempo de descanso tras una una intensa gira, en la supuesta espontaneidad provocada por las prisas en la publicación del disco antes de incorporarse de nuevo a Maiden se nota la buena sintonía que había con el loco y rubio guitarrista. Los años de amistad y pintas han dado sus frutos.
“Teníamos que ponernos manos a la obra, así que hice una lista de canciones básicas de rock. Ya teníamos una del tipo AC/DC, necesitábamos una balada, un himno, un ritmo al estilo Rolling Stones, algo de bailoteo…”
La primera impresión que da cuando escuchas este disco es que tal vez podrían componerse de canciones descartadas para su banda principal, como podría tratarse la inicial “Son of a Gun”, pero conforme vas adentrándote notas que Bruce va por otro camino, quiere desvincularse un poco del sonido que característico que le ha acompañado durante los siete años que lleva con ellos, pero sin llegar a descontentar a los fans. El rock, el hard rock, los medios tiempos y letras más críticas con la sociedad de la época -y que podían ser vigentes hoy en día- son la tónica general. Esas letras más críticas influenciarían más tarde a algunas de las canciones de Iron Maiden hasta que decidiera marcha de ésta. Musicalmente parece encontrarse cómodo fuera del ritmo acelerado y las exigencias vocales, la pegadiza canción que da título al disco o la melancólica “Born In ‘58” son un claro ejemplo. A la vez empieza a manifestarse el rasgado vocal que empezó a hacerse más evidente en los dos últimos discos que hizo con Maiden. Aquí lo notamos en “Hell on Wheels”
“Gipsy Road” es de esas canciones pausadas que perfectamente podría tener el mismo espíritu tocada con una acústica disfrutando de unas copas, mientras que en la sexual “Dive! Dive! Dive!” surge de nuevo con el hard rock, los coros y las guitarras son más cercanos a los grupos americanos del género que lo que ha venido haciendo hasta ahora. Con “All the Young Dudes” Bruce hace dos homenajes en uno, pues originariamente interpretada por Mott the Hoople en los 70, la canción fue escrita para ellos por un fanático de la banda como David Bowie.
“Por suerte, poco tiempo antes había actuado en un espectáculo para la entidad benéfica The Prince’s Trust en Wembley. Me asignaron la canción de Bowie “All the Young Dudes”, que fue por supuesto un tema fundamental para Moot the Hoople. Más que a nadie me sorprendió el que a mi voz le pareciera una opción natural, aunque, para ser justos, no creo que mejoráramos el original.”
Melodía más pop que para nada tiene que ver con la guns n’ rosiesca y en ciertos momento funky “Lickin’ the Gun” que viene a continuación. El marcado cencerro y las guitarras se acercan al estilo de Slash & Co., pero la forma de cantar refleja ese aura funky al que hacía referencia.
Bajo el extraño y vacilón título de “Zulu Lulu”, este Bruce y su marcado humor inglés, vuelven a darle protagonismo al cencerro. Rock bailongo y divertido.
El disco finaliza con la repetitiva “No Lies”, clon de “Bring Your Daughter to the Slaughter”, canción que debió ser incluida en este disco pero que por decisión de Harris se incluyó en No Prayer for the Dying (1990).
“(…) volví a entrar en el mundo de Iron Maiden, sin saber que habría escrito lo que resultaría ser nuestro único sencillo que alcanzaría el número 1. La razón por la que el tema “Bring Your Daughter to the Slaughter” no está en el álbum Tattooed Millionaire es que Steve la requisó para el nuevo disco, No Prayer for the Dying. Por supuesto, hubo que regrabarla de nuevo.”
Años más tarde se incluyó junto a varios covers y canciones en directo completando un segundo disco adicional. Pero en la versión original, “No Lies” sirve para cerrar un disco variado y que tras 30 años no ha envejecido del todo bien, pero que en su día sirvió para poner en aviso a los acérrimos fans del cantante que, como se rumoreaba, el camino hacia la salida de Maiden hacía tiempo que estaba en marcha.
¡Salud y heavy metal!
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.