Poca gente esperaba un nuevo disco de Bruce Dickinson más allá de sus trabajos con Iron Maiden. El veterano frontman sorprendió no solo con el anuncio de un nuevo disco, sino también con una gira que le llevará a la mayoría de festivales este próximo verano.
The Mandrake Project (2024) es un disco conceptual que trata sobre un personaje que busca su identidad. El Dr.Necropolis, protagonista del disco, es un huérfano que odia la vida y entra en el Proyecto Mandrake con el objetivo de “tomar el alma humana en el punto de la muerte, capturarla, almacenarla y ponerla de nuevo en otra cosa”.
Nacido durante el proceso de creación de The Book of Souls (2015), Bruce ha tenido nada más y nada menos que nueve años para pulir a su antojo el predecesor del lejano Tyranny of Souls (2005).
Todo arranca con “Afterglow of Ragnarok”, canción pura de los últimos Maiden. Sobra comentar la calidad de las guitarras y bajo, como también sobra comentar la exquisita interpretación vocal de Bruce. La canción de carácter épico con un poderoso estribillo es el mejor abridor posible para este nuevo proyecto.
El guitarreo da la entrada a “Many Doors to Hell” de corte más hard rock. Aunque es un espejismo, pese a no ser una canción dura, es heavy old school de Bruce. Una gran canción que gana enteros al no alcanzar los cinco minutos. Algo de lo que peca tanto Bruce como Maiden últimamente.
Arranca la primera canción de carácter melodramático con “Rain on the Graves”, de momento la más floja de este arranque. Y nos topamos con “Resurrection Men”, una pieza atípica que arranca con un poco de guitarra flamenca y ritmos latinos herencia de Roy Z. Todo ello da paso a un tramo (que no será el único del disco) de estilo doom de Black Sabbath. Resulta complicada de absorber para el oyente pero aún así, un buen y arriesgado corte.
Momentos para el metal sinfónico en la omitible “Fingers in the Wounds”. Igual de omitible es “Eternity Has Failed”, remake de “If Eternity Should Fail” de Maiden en The Book of Souls. No logro entender esta canción y su ubicación dentro del disco.
En el tramo final empieza a bajar revoluciones que, si bien no es un problema de calidad, si sufre por la excesiva longitud de las canciones. “Face in the Mirror” no cumple como la balada del disco; demasiado descafeinada. “Shadow of the Gods” arranca con un piano solemne y un Bruce melodramático que me recuerda a su interpretación en la suite majestosa de Maiden “Empire of the Clouds” pero pronto la canción cambia de estilo y ritmo adaptando riffs de la escuela Iommi.
Como cierre, con casi 10 minutos de duración, tenemos “Sonata (Immortal Beloved)”, otra canción dramática con una gran interpretación de voces y una guitarra muy elegante. Pero otra vez, peca por su duración. Con la mitad había suficiente.
The Mandrake Project es mucho mejor de lo esperado y nos muestra a un Bruce en plena forma rodeado de grandes músicos que trabajan al placer del veterano frontman. Sigue la dinámica de los últimos momentos de Iron Maiden aunque se atreve con nuevas fragancias, a veces sin brillo y otras veces fantásticas. El disco está equilibrado y, pese a no ser perfecto, es muy disfrutón. Quizás llega en mal momento, pues hay cierta saturación de Maiden últimamente con tanto disco y tanta gira, pero no vamos a quejarnos más de la cuenta.