No hace mucho tiempo que una banda como Lorna Shore llamó la atención del panorama musical extremo como hacía tiempo, años que no lo había hecho ninguna otra banda. Me refiero, obviamente, al verano del pasado año 2021, cuando publicaban el EP …And I Return to Nothingness para presentar en sociedad a su nuevo vocalista, esa bestia que responde al nombre de Will Ramos. Pero mientras esto sucedía en los Estados Unidos, aquí en Europa, los daneses Cabal se preparaban para aprovechar su oportunidad.
Es innegable que el deathcore se ha vuelto un género de lo más popular en los últimos años y ha sido llevado al límite hasta límites insospechados. Y, entre tantos berrinches, growls y pig squeals, es agradable escuchar a una banda que trata de evitar esos excesos del género. Cabal renuncia a las incursiones de sus compañeros en favor de una visión más ¿tecnológica? del deathcore. La banda liderada por el vocalista Andreas Bjulver Paarup evita las florituras vocales para centrarse más en riffs viscerales, ritmos atractivos y canciones significativamente más interesantes.
Pero a pesar de querer darle una nueva visión al género, en ocasiones, este nuevo trabajo tira por esos derroteros en los que el deathcore se deja amar por el black metal, lo que dota a este Magno Interitus (2022) de un enfoque, además, oscuro y apocalíptico que los daneses llevan al siguiente nivel con soltura y maestría. Según esta interpretación, este trabajo -publicado por la todopoderosa Nuclear Blast Records hace apenas tres semanas- se puede catalogar como el sucesor lógico de Drag Me Down (2020). El quinteto de Copenhague nos trae 11 cortes, 11 composiciones maduras en las que repasan todo el espectro del deathcore de arriba a abajo, de una manera consistente y audaz. Técnica y precisión musical en los que el quinteto integra elementos electrónico-industriales ruidosos que añaden profundidad al juego oscuro e inquietante al que Cabal nos quiere hacer jugar, en todos los sentidos. «¿Blackened deathcore? Sí, aquí es. Pues póngame 11 tazas y rapidito, que tengo prisa.»
Al igual que con sus colegas estadounidenses A Wake in Providence (estad atent@s, que la reseña de su Eternity está al caer) o los ya mencionados Lorna Shore, es precisamente la combinación de deathcore con grandilocuencia y una orquestación adicional lo que crea una experiencia auditiva que l@s oyentes tardarán en olvidar. Los acentos djent del pasado pasan a un segundo plano en este Magno Interitus. Sin embargo, nada cambia en el enfoque experimental de Cabal, una banda que siempre se ha caracterizado por buscar sonidos oscuros y extremos que suenen lo más destructivos y violentos posible, aunque es cierto que este, su tercer álbum, no nos muestra una nueva faceta suya, pues es perceptible y su desarrollo sigue siendo comprensible en todo momento. Aquí es precisamente donde se expresa el aumento de la madurez y la comprensión.
Si nos centramos un poco más nuestra atención y sentidos, los cinco, en este Magno Interitus, percibiremos que es un gran álbum, con un sonido bastante interesante y un buen toque blacker. Ya desde el primer tema, banda se asegura de dejar las cosas bien claras. «If I Hang, Let Me Swing», título de canción del año, solo puede describirse como un tema de heavy deathcore o deathcore pasado de vueltas con fuertes dosis industriales. Esos mismos feroces gritos continúan presentes en «Insidious» (¡peliculón!) -en la que colabora Simon Olsen, vocalista de los también daneses Baest– o en la breve pero furiosa «Exit Wound» y «Violent Ends» y en la simple, brutal e irresistible «Insatiable». «Blod af Mit» («Mi sangre» en danés) es igualmente pesada, pero está constantemente interrumpida por unos potentes riffs y unos ocasionales sonidos siniestros, conjugados de unas perturbadoras palabras habladas.
En cuanto a ese toque más industrial suyo, es más que perceptible en algunas partes de «Exsanguination» (genial videoclip inspirado en en filme Midsommar (2019)), en «Plague Bringer» o en la introducción de la pesada y contundente «Existence Ensnared». Los teclados y los coros que ocasionalmente aparecen en «Like Vultures» juegan un papel similar. O la intro de la canción proncipal «Magno Interitus», en la que colabora el vocalista de Fit for an Autopsy Joe Bad.
En Magno Interitus encontramos muchas cosas buenas, muy buenas, pero también cosas que podrían estar mejor. Su mezcla de death metal, deathcore, black metal y sonidos industriales es bastante creativa, pero no va lo suficientemente lejos con la mezcla de géneros, ya que la mayoría de las pistas son pistas de death metal sin demasiadas florituras. Pero esta «carencia» es compensada por la energía y pesadez que emana. Revienta-nucas, patea-traseros, llamadle cómo queráis, pero lo que está claro es que aquí tenemos velocidad y pesadez a raudales, con algunos gritos y gruñidos de lo más feroz. Es, en definitiva, el tipo de álbum que te emociona. Vale que no es perfecto, pero vale la pena echarle un vistazo… y dos… y tres… y 666.
Dicho esto, una última advertencia: si estás metid@ de lleno en el mundillo del deathcore, te resultará imposible evitar a Cabal.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.