Servidor ha podido ver un par de veces a Camel en directo y os puedo asegurar que muy pocos grupos pueden llegar al nivel de directo de esta veteranísima banda progresiva de Surrey, Inglaterra. Toca rememorar el inicio de todo, cuando el grupo editó en febrero de 1973 esta obra de regusto agridulce, pues a pesar de ser un gran disco de debut, y que expone brillantez y magia, no les sirvió para poder sacar otra obra con MCA. Fueron despedidos porque las expectativas de la disquera eran mucho mayores.
Es una obra de aportaciones individuales y eso lo hace algo irregular, con canciones poco pulidas que merecían más reposo y más cabezas pensantes. Obviamente la cosa funciona a nivel instrumental, pero sonido y producción tampoco es que acompañen y hay cambios bruscos de sonido o voces muy por debajo de los instrumentos. Se nota un poco que cada canción es de alguien en concreto pues hay hasta tres voces solistas. La producción de Dave Williams fue realmente justita…
El disco
La excelencia del disco la representa un corte que se resalta especialmente por su calidad y en el que ya ves que en el grupo hay ángel y maestría: “Never Let Go”. El punteado de entrada y que repiten a media canción es absolutamente mágico. La línea vocal es soberbia y reposa todo en la acústica de Andrew Latimer a la que se suman todos los instrumentos confluyendo en solos de diferentes instrumentos con clase sobrada. Es un tema que suele caer en directo y el solo final del guitarrista sigue produciendo escalofríos en este corte triste y delicado.
Antes se abría el disco con “Slow Yourself Down”, con aires jazzísticos y con Latimer cantando en tonos muy graves. Sorprenden las percusiones de Ward que combina batería con unas congas. Peter Bardens tira de teclado típico del prog de los 70 y hay algún efecto sonoro con volumen al 11 que queda un poco como pegote. Luego hay un tramo de coros entre celestiales y siderales.
“Mystic Queen” hace honor a su nombre y es una composición lenta de aires épicos con muchos tramos instrumentales y atmosféricos. Tempos pausados y muy de su época. Es evocadora, sutil y delicada, pero sin llegar a aportar la magia que el grupo desarrollaría en posterioridad. Más interesante es “Six Ate” con esa cadencia marcada por el teclado y las escobillas de Andy Ward. Tema totalmente instrumental en el que lucen todos los instrumentos en sus varios cambios de tempo y de alma jazzy. Remarcar el gran papel de Doug Ferguson al bajo que cohesiona toda la música del combo inglés.
En “Curiosity” la voz de Doug Ferguson queda totalmente tapada por los instrumentos que en el solo de guitarra vuelven a sonar muy alto. Es como si Williams quisiera sólo mostrar lo rutilante de lo instrumental y que las voces fueran algo a dejar en segundo plano. Y es que tampoco es que Ferguson tenga una voz espectacular… Un tema de aires siderales y propia de chill out con ese solo largo de teclados. La guitarra le toma el relevo a las teclas de Bardens para luego intercalarse en individualidades.
“Arubaluba” es la encargada de cerrar el disco y es un buen broche instrumental final con teclados a lo Hawkwind y cabalga a lomos de un hipnótico riff de teclado. Un gran tema para tocar en directo. Completa la obra el tema menos conocido, pero a la vez el más inspirador pues… si escuchas esas guitarras del segundo tramo, y esa batería, vas a ver muchas semejanzas con la histórica “Phantom of the Opera” de Iron Maiden. Por enésima vez la voz de Bardens está en un tercer plano. Si Harris hizo una instrumental, sería por algo…
Veredicto
La ópera prima de Camel adolece de muchas cosas, pero a la vez demuestra que hay algo a explotar y un grupo muy especial en ciernes. Lo que sorprende es que la gente de MCA no lo vieran pues el camello después se marcaría tres discos asombrosos, una trilogía mágica que les haría leyenda y les vestiría de plata en su tierra natal.
Que un grupo con tres vocalistas principales apenas juegue con los coros y que las voces queden tan tapadas fue como apostarlo todo a lo instrumental, como si el productor no viera potencial en ello. Posiblemente Dave Williams tenía a un tipo de la discográfica en el estudio. Ni la posterior reedición pudo mejorar las cosas, eso sí, hay un par de canciones extras memorables, y ambas en directo: “Never Let Go” y la colosal “Homage to the God of Light”. Y es que la flauta travesera hace su aparición y la magia se dispara…