A día de hoy, gracias a la inmensidad de internet, es muy fácil saber el setlist de cualquier concierto. Aplaudible como curiosidad fanática o útil como herramienta de trabajo, pero menos estimulante que un tráiler de una película contemporánea. Y el fastidio se acentúa si descubres, de antemano, que el artista que irás a ver está eligiendo un repertorio uniforme, sin ninguna sorpresa. Por desgracia, esta era la principal premisa de mi tercer encuentro con los longevos Camel. No obstante me apetecía volver a escuchar, en vivo y en directo, unas partituras que habían ilustrado algunas etapas vitales personales.
Como en esta ocasión, mis dos anteriores recitales se produjeron en diversas fechas del mes de septiembre (de los años 1992 y 2000). Una mera casualidad que, según mi percepción y tirando de inconsistente romanticismo, casa a la perfección con la propuesta creativa del grupo. Por contra, a diferencia de las pasadas citas, los espectadores congregados teníamos que ocupar nuestro respectivo asiento. Un factor que, a priori, podría concordar con la mayoría de edad de los presentes pero que se fue diluyendo a partir de la conclusión de la hipnótica «Rajaz». La melancólica «Long Goodbyes» y la imprescindible «Lady Fantasy» ya fueron arropadas por todo el público levantado de sus butacas.
Tres horas antes, después de un chocante hilo musical (con cortes hard rockeros como el «Welcome to the Jungle» de los Guns N’ Roses o el «Wild Frontier» de Gary Moore), una versión grabada de “Aristillus” había dado pie a la aparición de la formación y, en consecuencia, a la completa reinterpretación del anunciado “Moonmadness”. Manteniendo idéntico orden y prácticamente la misma duración (solo 45 segundos de más) que en el vinilo original, aunque sonando muy rejuvenecido y bastante aguerrido. Destacando la relectura vocal de la frágil “Spirit of the Water”. Un intachable primer segmento que dejó complacido, pero no colmado, al respetable.
Tras un largo entreacto (amenizado, más adecuadamente, con piezas como “The Chain” de Fleetwood Mac) llegó la parte menos encorsetada del show. Una variada y particular selección de composiciones (primordialmente publicadas a partir de 1977) que funcionó más como una secuencia ambiental, repleta de ascendentes y decrecientes pasajes, que como una típica retrospectiva de los éxitos incluidos en la discografía del camello. Exhibiendo, al mismo tiempo, la ensamblada cohesión y las mejores individualidades del cuarteto. Donde el entrañable Andrew Latimer se dedicó a despachar sus extensos y excelsos solos de guitarra y flauta, el fiel Colin Bass se mostró como un eficaz y solido bastión, Denis Clement apuntaló la base rítmica con contundencia o gracia saltarina y el multi-instrumentista Pete Jones se convirtió, por derecho propio, en la sobresaliente revelación. El músico invidente estuvo impecable, preciso y colorista en todas sus aportaciones a los teclados, saxofón y canto (incluso emulando al fallecido Chris Rainbow) y arrancó, con merecimiento, las ovaciones más cálidas.
Alrededor de la medianoche, ya con las luces abiertas de la sala, las agradecidas y recíprocas salutaciones determinaron el final de una velada para recordar y enmarcar. ¿Quizás la última de esta fundamental banda?
Setlist:
Set 1 – Moonmadness
Aristillus
Song Within a Song
Chord Change
Spirit of the Water
Another Night
Air Born
Lunar Sea
Set 2
Unevensong (“Rain Dances”, 1977)
Hymn to Her (“I Can See Your House from Here”, 1979)
End of the Line (“Dust and Dreams”, 1991)
Coming of Age (“Harbour of Tears”, 1996)
Rajaz (“Rajaz”, 1999)
Ice (“I Can See Your House from Here”, 1979)
Mother Road (“Dust and Dreams”, 1991)
Hopeless Anger (“Dust and Dreams”, 1991)
Long Goodbyes (“Stationary Traveller”, 1984)
Bis:
Lady Fantasy (“Mirage”, 1974)