Confieso que llevo días poseída por el espíritu de la grandeza del teclista Don Airey. Desde que reseñé su último directo, se me han despertado de nuevo las ganas de viajar atrás en el tiempo y escuchar con detenimiento sus inestimables aportaciones a grandes bandas y artistas. Es increíble como una sola persona puede llegar a una de tus bandas favoritas y aportar un plus a su música para llevarla a un nivel superior. Y ahí es donde por arte de magia me reencuentro con el tema que he escogido como canción perfecta de una de mis bandas fetiches de toda la vida, Judas Priest: «A Touch of Evil». ¿Que por qué este tema y no otros tantos de esta banda que podrían considerarse perfectos? Porque me transmite por su aparente sencillez, porque sin grandes artificios me hace sentir la oscuridad, porque Rob Halford, cuando se pone, da igual si canta grave, agudo o lo que le apetezca, te lleva consigo al mundo que haya escogido para la ocasión – la magia negra y la posesión demoníaca en el caso que nos ocupa –. Y otro sinfín de porqués que intentaré explicar con palabras…
Para empezar, vamos a ponernos en situación. Estamos hablando de Judas Priest, banda oriunda de Birmingham, cuna del black country británico, donde la industria del metal pesado tuvo su gran protagonismo en el siglo pasado. Así que, ¿qué mejor forma de empezar el tema que con un sonido metálico a semejanza de un repique de campanas acompañado por un teclado y un riff de guitarra extremadamente pesado? Pero ¡sorpresa! Este riff, que es lógicamente el hilo conductor del tema, no está compuesto por ninguno de los guitarristas titulares de la banda, sino por el productor de este álbum, Chris Tsangarides, curiosidades de la vida. Siguiente curiosidad del inicio de este tema, ¿a alguien le recuerda al Center of Eternity de Ozzy Osbourne, en el que aparece también como el que no quiere la cosa Don Airey? ¿Será él el culpable de crear esas atmósferas lúgubres en ambos temas?
Y continuando con la oscuridad/pesadez que veníamos comentando, ¿qué me decís de la contundencia del ritmo que le imprime Scott Travis a la batería? Se estrenaba con la banda con la grabación del álbum Painkiller (1990) después del abandono de Dave Holland y no pudo hacerlo de mejor manera. Debió de convencer pues ahí sigue con la banda 31 años más tarde…
En cuanto al papel de los guitarristas Glenn Tipton & K.K. Downing, copartícipes en la composición del tema junto a Halford, poco sabemos de cómo se repartieron el pastel. Lo que sí conocemos es que Glenn Tipton se encarga de ejecutar con gran maestría un solo de más de un minuto el cual por algún motivo suponemos comercial queda reducido en el vídeo que editaron para este tema.
El vídeo
Si echamos un vistazo al mismo, nos sorprende una primera imagen en la que vemos como se quema material musical en una fundición donde aparece la palabra CENSURA. Hemos de recordar que el grupo estaba tocado, muy tocado, por un juicio que habían sufrido ese mismo año en el que se les acusaba de incitación al suicidio de dos jóvenes. Del juicio salieron absueltos, como no podía ser de otra manera. La absurda idea de escuchar los discos al revés fue todo el argumentario que utilizaron para intentar inculparlos, como si un acto de esa magnitud se decidiera tan solo por unos presuntos mensajes subliminales… Han corrido ríos de tinta sobre la campaña de desprestigio hacia la música heavy en aquella época; muchos fueron los que tuvieron que pasar por el mal trago de los juicios. El polémico Ozzy Osbourne con su tema Suicide Solution fue uno de los primeros damnificados de aquella persecución, aunque con un título tan explícito, estaba cantado que se iba a meter en problemas, como así fue. Misma acusación (suicidio de un joven), mismo resultado (absolución). Han pasado más de treinta años de todo aquello y hoy por hoy seguimos contemplando atónitos como muchos artistas siguen siendo demandados por expresar opiniones abiertamente (sin ir más lejos, no yendo demasiado lejos). ¿Tanto poder se les atribuyen a los artistas? Y yo que pensaba que la cultura era un sector marginado y mira por dónde, ahora resulta que hay que vigilar lo que se predica desde ahí…
Regresando al concepto del vídeo, de nuevo consiguen transmitir esa oscuridad con el uso desmesurado del blanco y negro (contrastando con alguna pincelada de color en los aspectos que quieren resaltar, como el uso del fuego) y las imágenes distorsionadas de la banda tocando el tema. El protagonismo central se lo lleva un niño que contempla temeroso lo que sucede a su alrededor en una especie de circo del horror a medida que Rob Halford despliega poco a poco el contenido de la letra de esta pseudo balada.
El tema y su letra
Lo que a priori parece una estructura clásica de un tema, si paramos atención nos damos cuenta de que hay algún giro que sorprende, como el hecho que haya un estribillo principal (que se repite varias veces) y uno secundario. Las dos primeras estrofas alentadas y apoyadas por el riff de inicio y las virguerías al teclado de Don Airey nos hablan de la dicotomía que experimenta el protagonista entre la atracción y el miedo a ¿una supuesta posesión?:
«You mesmerise slowly
Till I can’t believe my eyes
Ecstasy controls me
What you give just serves me rightWithout warning you’re here
Like magic you appear
I taste the fearI’m so afraid
But I still feed the flame.»
Dando paso al estribillo principal donde abiertamente se invoca al mal y reconoce la imposibilidad de resistirse a él:
«In the night, come to me
You know I want your touch of evil
In the night, please, set me free
I can’t resist a touch of evil.»
Este bloque se repite en estructura, pero con cambio de letra en las estrofas (asomando aquí el estribillo secundario). De nuevo aparecen los conceptos de la invocación y el miedo:
«Aroused with desire
You put me in a trance
A vision of fire
I never had a chanceA dark angel of sin
Preying deep from within
Come take me inI’m so afraid
But I still feed the flame.»
Después de una repetición del estribillo comienza el solo magistral de más de un minuto que hemos comentado previamente a manos de Glenn Tipton. Teniendo en cuenta que el tema original tiene una duración de 5:42, queda claro que se le da una gran importancia a este tramo y es en realidad el inicio de la parte álgida del mismo. Recuperamos los sonidos metálicos del inicio del tema para el arranque del solo, que va de menos a más y acaba enlazando con un Rob Halford tirando de sus agudos para introducirnos un puente en la canción, apoyado por unos sintetizadores omnipresentes…
«Arousing me now with a sense of desire
Possessing my soul till my body’s on fire.»
… seguido del estribillo secundario…
«A dark angel of sin
Preying deep from within
Come take me in.»
… y un colofón en el que callan todos los instrumentos para dejar paso a un Rob Halford desgarrado que nos pone los pelos de punta:
«You’re possessing me.»
Despiden la canción con una repetición del estribillo principal por partida doble y un final en seco tras un encadenamiento del título de la canción: «A touch of evil, a touch of evil, a touch of evil, touch.»
Rob Halford ha afirmado en alguna entrevista que en realidad la letra hacía referencia a una relación amorosa de forma metafórica. En tal caso, si eso es así, muy seguro se trató de algo muy turbulento que esperamos haya podido superar el afectado en cuestión.
El tema en directo
Después de darle un repaso al tema en directo y debido a la ausencia de teclista en las giras de Judas Priest, hay que decir que suena más vacío, perdiendo un tanto su magia. Glenn Tipton solía recrear la melodía del teclado con su guitarra, pero lógicamente, no se consigue el mismo efecto. No obstante, rompo una lanza en favor de la banda por preferir suplirlo así antes que traerlo pregrabado, restándole autenticidad. Lo que sí es cierto es que lo que se pierde en fidelidad al original, se gana en interactuación con el público. Le va que ni pintado el final de cada riff para que la gente les devuelva un “eh” alto y claro.
Para ir acabando, me apetecía dedicarle unas líneas a Glenn Tipton que, pese a su enfermedad de Parkinson, no ha querido nunca desvincularse del todo de la banda intentando hacer apariciones esporádicas, como nos ha demostrado recientemente en el festival Bloodstock Open Air de este mes de agosto, en el que han recuperado este tema que tenían fuera de su setlist desde el año 2005.
Conclusión
Han pasado la friolera de 31 años desde que saliera este tema y su melodía sigue instalada en mi cerebro como si fuera el primer día. La combinación del riff poderoso de las guitarras con el ritmo pesado de Scott Travis, permiten el lucimiento de los teclados de Don Airey que impregna el tema de principio a fin dándole esa aura tenebrosa que lo hace tan auténtico. Rob Halford despliega todos sus registros para ofrecernos una narración grave cuando es necesario, aguda en los momentos álgidos de la misma, consiguiendo una canción perfecta en todos los sentidos.
La máxima de menos es más en este caso le va como anillo al dedo. No es un tema complejo en su escucha y es precisamente por ello, como si de un mantra se tratara, que consigue con creces su objetivo: hacerte sentir el miedo/atracción hacia el lado oscuro que experimenta el protagonista.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!