Sirva la elección de este tema, y del álbum al que pertenece, como masaje testículo/vaginal (ya luego que cada un@ decida si ha sido placentero o le ha hecho pupita) de tod@s aquell@s que, muchas veces, nos quedamos en los discos fundacionales, y sus llamados temas clásicos, de las bandas de larga trayectoria, y le hacemos asquitos al material más reciente no por calidad, sino por pereza y/o estrechez de miras.
En 2015 los de las calabazas lanzaron el que hasta dentro de apenas un par de meses será su último disco de estudio: My God-Given Right. Tras la partida, al entrar en el actual milenio, de Roland Grapow y Uli Kursch, y la incorporación de Sascha Gerstner y Dani Löble como respectivos reemplazos, la banda nos iría ofreciendo una serie de obras nunca desdeñables, pero en pocos fragmentos memorables. Hasta que hace ya seis años llegara el que, en mi opinión y para mi gusto, es su mejor disco con la última formación (si no hubieran vuelto a cagarla con una portada horrible, ya hubiese sido la reostia).
En My God-Given Right la banda originaria de Hamburgo, y sin dejar totalmente de lado el sonido algo más cañero (apoyado, principalmente, en unas guitarras más heavies y menos armonizadas) de su última época, parecieran aflojarse el cinturón, compositivamente hablando, y volver a disfrutar armando e interpretando estructuras, melodías y arreglos claramente deudores de su sonido más happy, sin la necesidad de parecer el grupo más power del planeta (sensación que sí dejaron sus anteriores dos discos).
El LP es muy largo (especialmente, valga la reburrondancia, en sus ediciones especiales) y multicromático y, aunque pa guttos loj colore, a mi juicio la que más se merece el título de “canción perfecta” es “Creatures in Heaven”, el noveno track (a riesgo de contradecirme, y precisamente para evitarlo, obviaré la muy autoayúdica y cristiana letra para no ponerme de mala ostia, tener que desdecirme y poder defender lo de “canción perfecta”, centrándome en una música que sí que merece el calificativo de impecable).
La canción más Derisiana compuesta por Weikath
Una intro entre infantil y espacial va dando paso a la melodía principal del tema, que se repetirá en el estribillo, primero mediante teclado y después a través de guitarra para, súbitamente, arremeter con un riff de guitarra que, llevado en volandas por la agresividad de la batería, acelera y engrandece un inicio muy elaborado y bombástico.
Entra la voz de Deris (por fin, y durante todo el disco, en un tono más natural y menos forzado que en los anteriores esfuerzos discográficos) y no tarda en llegar el estribillo. Una muletilla -a la que no le falta el doble bombo, por supuesto- durante la cual no es difícil teletransportarnos mentalmente a los tan añorados conciertos e imaginarnos a la muchedumbre coreándolo, abrazados todos en gesto de hermandad metalera (a la mierda la distancia social), mientras el bueno de Andi disfruta también interpretando unos versos a la vez que los subraya con sus habituales gestos y expresiones descriptivas.
Repetimos estructura (estrofa –con otra letra- + puente + estribillo) y un cambio de ritmo nos introduce de nuevo el riff inicial, que servirá, a su vez, para llevarnos hasta el solo, power metalero a más no poder: melodías, harmonías, guitarras dobladas y un crescendo que lo hace tremendamente ameno. La última repetición del estribillo – previo puente, de nuevo – nos lleva hasta un final en el que el voceras del grupo se marca un agudo entre clásicamente poderoso y sorprendentemente hard rockero. No me extraña que al final nos deje una carcajada registrada: lo escuchado bien lo merece.
Sirva el comentario sobre esta canción como patada en la genitalia de aquella parte de nuestro ser que insiste en susurrarnos, aunque no tenga razón, que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
Vivo en una cueva (no pienso deciros donde que me la okupais, so rojeras) de la que nunca salgo, con un lemur, al que llamo Simple, que se encarga de comprar (en el Bonpreu, of course, que soy asceta pero molt català) víveres para ambos y, de vez en cuando, chivarme kosikas sobre eso que los mortales llamais Jevi Metal o RokanRós para que yo, después, y sin ningún tipo de criterio ni el más mínimo sentido del gusto, dé mi opinión al respecto y algún medio de comunicassao, en este caso el de los científicos del ruido, se atreva a publicarlo. Jamás dejaré de perder. Si quereis, perderos conmigo…