Nunca he sido gran fan del metal cantado en castellano ni del rock nacional, pero hay gente que ha brillado a un altísimo nivel. Sigo pensando que este país nunca ha reconocido suficientemente a Asfalto pues dentro del rock de nuestra transición eran una de las bandas más brillantes que hubo en los 70 y 80. Posiblemente nunca encajaron entre la movida madrileña, y en la escena heavy metal posterior, tampoco. En Catalunya, y más concretamente en Barcelona, brillaba en los 70 el rock laietà del que se recuerda especialmente a Iceberg. Era una escena de rock progresivo con mucho público e ideas florecientes en las que, quizá, Asfalto se hubieran sentido más cómodos. Pero estaban en Madrid, que, de hecho, era el epicentro musical español. Pocos han indagado lo suficiente en las grandes bandas que en aquellos días estaban a un nivel tan alto como los Barón Rojo, Obús y demás.
Asfalto llevaba años de trabajo duro contra las adversidades y estas no harían más que crecer. El sello Chapa Discos de Mariskal Romero fue el hogar donde encontraron cobijo y oportunidad. Iban a grabar su primer e histórico LP, pero la producción sería horrible y el sonido peor. Por mucha ilusión que le pusiera Don Vicente Romero en esos días la inexperiencia era notoria. A ello hay que sumarle el motín que había instalado en las filas de Asfalto. José Luís y Lele ya habían tomado la decisión de largarse y montar algo junto a Terry Barrios. Los de Chapa discosse enteraron de que que iban a editar un disco de un grupo que quizá desapareciera. Y encima, el single fue “Capitán Trueno”, un excepcional tema cercano al pop que poco tenía que ver con el sonido del grupo. Afortunadamente el disco vio la luz en 1979.
El legado de Asfalto
Julio Castejón es el líder y motor de una nave que, en esos días, tenía excedente de ideas y liderazgos. La escisión de Asfalto cristalizaría posteriormente en Topo, aportando unos cuantos clásicos más para el rock español, pero sigo pensando que su gran obra fue su disco debut, por mucho que en posterioridad atacaran material más netamente heavy metal de preciosa factura. Sus letras eran absolutamente urbanas y su nombre ya lo dice todo. En parte, el concepto de rock urbano nació de las letras y del espíritu de Asfalto. Gente como Manolo García de El último de la fila siempre dice que quemó el vinilo de tanto escuchar esa ópera prima con temas arrebatadores, variados e hímnicos. En 2017 el grupo llenó la madrileña sala La Rivieraen un aniversario-homenaje espectacular del que hicieron sold out. La réplica en Barcelona quedó más deslucida por la falta de invitados (falló Kitflus de Iceberg) y por llenar sólo media sala, pero allí estaba todo un John Helliwell de Supertramp con su saxo. Una prueba más de que quizá no conquistaron multitudes, pero sus seguidores y el respeto de la escena en general siempre ha sido el merecido.
La canción: un retrato perfecto de una época (afortunadamente) pasada
De un disco excepcional destaca una canción entre todas y no es otra que la fundamental “Días de escuela”. Es imposible hacer un retrato más exacto de la escuela franquista y gris, de la falta de libertades, y es a la vez, un canto a la libertad. La canción narra un día completo de un escolar de primaria en esos tiempos de dictadura, de lo que se impartía en clase, de las actitudes agresivas de los maestros y del alivio que suponía el salir al patio. Narra la apatía del alumnado, la comida servida en rancho y los juegos pueriles con una belleza evocadora que casa con la música dulce y a medio tiempo. Pocas canciones hay tan originales de temática y que a la vez sean un retrato costumbrista de lo acaecido en los años 60. Más que explicarlo en una clase de historia se puede poner el video con la letra para hacerse una idea de aquellos días de adoctrinamiento escolar.
Una larga intro con bajo muy protagonista va entrando mientras la guitarra se suma con detalles típicos del prog de la época. La batería definitivamente queda algo por debajo de la mezcla.
La letra
La primera estrofa te pone en situación y alude al franquismo de forma velada con eso de “aquellos retratos”: Franco y José Antonio Primo de Rivera. Remarca la ascendencia de la iglesia en la educación y a lo cansino que suponía para un niño esa rutina matinal.
«Bien abrigado
llegaba al colegio
1960 ya va siendo tiempo,
sentados frente a una cruz y
ciertos retratos
entre bostezo y bostezo
gloriosos himnos pesados.»
Los niños iban despertando en sus pupitres para la lección y hay un retrato del prototipo del profesor de entonces: mostacho y con la única estufa dirigida hacia él, una estufa que en muchos sitios de España no calentaba “ni a Dios”. Hay aquí otra brillante referencia al nacional catolicismo apostólico romano.
Cuando se alude al profesor Don Ramón es en tono negativo por el contexto de la canción, pero Castejón hizo aquí un homenaje al único profesor que en esos grises días motivaba y hacía que ese infierno diario fuera agradable para los muchachos. Julio quiso homenajear a su profesor más querido, como así lo cuenta en sus memorias a pesar de que la composición iba por otros derroteros. Cuando salió la canción y se le dio cancha en la radio Castejón lo pasaba fatal solo de pensar de que ese profesor pudiera sentirse aludido en un encuentro hipotético con él.
«Despertamos en pupitres
de dos en dos
aún recuerdo el estrecho bigote
de Don Ramón
y la estufa de carbón
frente al profesor
la dichosa estufa que no
calienta ni a Dios.»
Toda esa generación recuerda con cariño “la leche en polvo y el queso americano”. Era un oasis de satisfacción en esas fechas. Salían al patio y en una olla mezclaban agua con leche en polvo, luego un triangulito de un láctico de color amarillento. Posiblemente el queso no fuera ni americano, pero era uno de esos mantras repetidos por la dictadura. Mi abuelo comía un supuesto “búfalo” durante la guerra civil, que venía de Rusia. Cuando fui a Lituania y le traje búfalo se emocionó al creer que volvería a ese sabor de antaño. Ni por asomo se parecía en gusto ni en textura lo que comían en esos días. Finalmente encontramos la antítesis representada por el recreo como evasión y “la tortura” que eran las clases.
«Suena el timbre,
al fiiiin…!
bocadillo, recreo,
evasión
y una tortura más
antes del juego
la leche en polvo y el queso
americano.»
El fin de las clases retrata ese momento de libertad con los juegos de la época y alude “al gordo” pues siempre los niños han sido crueles con el diferente. Pasan los años, pero sigue siendo así.
Sales túuuuuu,
y el gordo después
yo te cambio los cromos,
te juego al tacón
sales tuuuuu,
la ligo yo
apuremos el tiempo
que ya nos meten dentro.
Aquí está representada la tarde con dos horas intensas dedicadas a catecismo con objetivo de hacer que todos los chicos tomaran comunión. También subraya la violencia del profesor con el capón y con la mítica frase de “la letra con sangre entra”. Reverencia final a los retratos y a la figura del maestro.
«Dos horas de catecismo
y en mayo la comunión
la letra con sangre entra,
otro capón!
tarea para mañana,
y puesto el abrigo
otra copla a los del cuadro
y hasta mañana Don Ramón.»
Y al final viene la reflexión de que cuanto más intentas inculcar ciertas ideas más provocas el rechazo y lo contrario. El final con “enseña a tu hijo a amar la libertad” es una declaración de intenciones y a la vez un retrato de quien es Julio Castejón.
«Y ahora túuuuuuu
qué pensarás,
si cuanto más me oprimían
más
amé la libertad
y es a tiiiiii
a quien canto hoy
enseña a tu hijo
enseña a tu hijo
aaamaaaaar laaaaaaa
liiiibeertaaaaaaaaaad.»
Veredicto
Puede que lo más brillante de Asfalto sea ese disco inicial por mucho que a lo largo de las décadas nos regalaran canciones memorables y discos para el recuerdo. Considero que Asfalto nunca han tenido el reconocimiento unánime del que sí han disfrutado otras bandas de nuestra transición. Castejón es un caballero y un superviviente de todo. Siempre es un placer intercambiar unas palabras con él o leer sus libros. Actualmente defiende que Asfalto es “un nombre viejo con un proyecto nuevo”, y no puedo estar más de acuerdo. Su DVD en la Riviera y su última obra de estudio se encuentran entre lo mejor que han firmado a lo largo de estas últimas cuatro décadas de historia. Existen varias versiones de “Días de escuela”. Una es la original, otra es la de la reedición con una batería con un reverb exagerado y la otra es la que canta Aurora Beltrán junto con Manolo García en La Riviera.