¿Qué es la perfección? Precisar la definición exacta de las palabras sigue siendo uno de los problemas principales al comunicar cualquier mensaje, y cuando dicha perfección se traslada al campo de la cultura -al musical, en este caso- lo perfecto puede llegar a trazar tantas direcciones distintas como almas escriben sobre un pedazo de papel en blanco.
Obviamente, la perfección es una de las cosas más subjetivas que existen, y lo que para uno roza o copa plenamente el significado de dicho concepto, para otr@ no puede serlo tanto, o incluso puede que ni se aproxime a su propia concepción del término «perfecto».
Está bien querer hacer las cosas bien, perfectas. Pero la mayoría de las veces intentar lograr la perfección en nuestras tareas es una completa pérdida de tiempo. Y todo porque la perfección absoluta no existe. No hay nada perfecto, todo es mejorable. Por tanto, dedicarle horas y más horas a las tareas para conseguir esa perfección no es nada recomendable.
El escritor, historiador, filósofo y abogado francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, dijo una vez:
«Lo perfecto es enemigo de lo bueno.»
Con esta cita quiso hacer referencia a que es mejor hacer una cosa con buena calidad en el menor tiempo posible que hacerla “perfecta” dedicando un tiempo excesivo. Existe una gran diferencia entre la saludable y útil búsqueda de la excelencia y la malsana e inútil búsqueda de la perfección, y yo no podría estar más de acuerdo con el francés.
Yo no soy escritor. De hecho, me cuesta horrores ponerme ante un papel en blanco y tratar de expresar mis pensamientos y/o sentimientos, pero hoy me he animado a hacerlo. Llamadme valiente o, simplemente, loco, pero lo de hoy lo escribo desde lo más profundo de mi ser, desde el más recóndito de los rincones de mi alma, en ocasiones tan atormentada, con o sin razón, pero atormentada en todo caso.
Hoy, primer domingo del mes de mayo, es el Día de la Madre. Mientras algunos atribuyen dicha celebración (homenaje, diría yo) a una estrategia de marketing y comercial, la realidad es que su origen tuvo un sentido muy diferente. El origen del actual Día de la Madre se remonta al siglo XVII, en Inglaterra. En ese tiempo, debido a la pobreza, una forma de trabajar era emplearse en las grandes casas o palacios, donde también se daba techo y comida. Un domingo del año, denominado Domingo de la Madre, a los siervos y empleados se les daba el día libre para que fueran a visitar a sus madres, y se les permitía hornear un pastel (conocido como «tarta de madres») para llevarlo como regalo. Aquí lo celebramos el primer domingo de mayo, que este 2020 corresponde al domingo 3.
Aquellos que mejor me conocen, amig@s y familiares, saben lo mucho que significa mi madre para mí, y hablo todavía en presente de ella, aunque falleciera hace ya demasiados años, un 14 de diciembre del año 2008. Hoy hace 11 años, 4 meses y 17 días (4.158 días) que nos dejó, y llevo acordándome de ella, de su figura, esa misma cantidad de años, meses y días. Y precisamente hoy, 3 de mayo de 2020, Día de la Madre, me he animado a dedicarle el homenaje que tanto se mereció en vida pero que nunca nadie se atrevió a hacerle. Sí, yo soy de los que piensan que homenajear la figura de alguien que ya ha fallecido sirve de muy poco, pero también soy de los que piensan -y llevan grabado a fuego- aquello de que mejor tarde que nunca. He aquí mi intento por lograr la perfección.
Mi madre es una persona extraordinariamente extraordinaria, como me imagino que lo serán las madres de casi tod@s los que me leéis. Hay millones de pensamientos que se apoderan de mí cada vez que pienso en ella, pero su paso por esta vida podría resumirse en estos tres puntos, si bien la lista podría ser infinita:
- Ella es la bondad personificada
- Nadie mejor que ella conoce el significado de la palabra «madre»
- Ella es el hilo conductor, el nexo de conexión de la familia. Sin ella, todo se desvanece
Siempre que veo su rostro, la veo sonriendo. Es rara la vez que se enfada, y si lo hace, es con toda la razón del mundo. No sé si el carnet de madre te lo dan tras aprobar unas oposiciones, pero las bases de esas oposiciones las escribió mi madre el día que nació. Se le dio especialmente bien la redacción del capítulo que habla sobre la «protección». Ella nunca baja la guardia, y si bien mi hermano y yo nunca le hemos dado pie a tenerse que preocupar demasiado por nada, su instinto siempre ha estad ahí, al acecho del enemigo, incluso tras su muerte.
Hay pocas personas que conocen esta historia, pues es algo tan personal e íntimo que he preferido guardarlo para mí todo este tiempo, pero quiero narrarlo para que seáis conscientes de hasta dónde llega el poder de una madre.
Regresábamos mi padre, mi hermano y yo a casa tras su funeral. Mi padre, ¡qué tipo tan grande, joder! Menudo papelón para un padre que vivió la niñez de sus dos hijos durante los años 80, con lo que significó esa década en cuanto a los roles familiares. Un tipo cuyo único cometido hasta la fecha era la de aportar dinero al núcleo familiar. Así de simples eran las familias de mi generación: el papá, dejándose la vida en la fábrica para que en casa -territorio de mamá- no faltara nunca de nada.
Si bien el camino recorrido hasta el día de hoy es significativo, los cambios en los modelos de familia se pueden considerar como un fenómeno complejo con múltiples dimensiones. Si bien las fórmulas alternativas de convivencia van tomando legitimidad e incluso cobran los rasgos de un mayor compromiso emocional, las razones que impulsan las uniones matrimoniales han cambiado.
Una de las claves del cambio es la transformación del escenario que tienen ante sí las parejas, pasando de un esquema único de convivencia, el matrimonio, a contemplar un panorama de múltiples opciones, por las que optan en función de los estilos de vida, creencias e intereses de cada uno o según los periodos o las etapas de sus vidas. Sentirse libres ante el propio proyecto de vida es la filosofía que define la vida de la mayoría de la población de hoy en día.
A lo que iba. Regresábamos los tres a casa tras el funeral, a una casa a la que por primera vez le faltaba la sonrisa de ella, y tras una corta charla, nos fuimos a dormir. Se dice que cada noche se sueña, pues la mente no entra en stand-by cada vez que cerramos los ojos, pero que no siempre es posible recordar dichos pensamientos una vez nos despertamos. Pero dichos pensamientos no tienen porqué ser siempre bellos. En ocasiones -en demasiadas ocasiones, me atrevería a decir- tendemos a repetirnos. Soñar cosas placenteras una y otra vez no tiene nada de malo, pero cuando esos pensamientos son oscuros y lúgubres quizá el pasar por ese proceso, una y otra vez, no sea del agrado de (casi) nadie.
Pues bien, aquella noche tuve una de las peores pesadillas que pueda recordar, no precisamente porqué recuerde el contenido de la misma, que no, sino por lo que provocó que en el interior de mi mente cesara el tormento. Lo recuerdo perfectamente. Faltaban pocos minutos para las siete de la mañana cuando un fogonazo de luz, de los más intensos que yo recuerde, iluminó mi mente en forma del rostro de mi madre que me decía:
«Niño, despierta.»
La bondad personificada, así es ella. Tan protectora como siempre, desde su nuevo plano, decidió que el menor de sus hijos no tenía porqué pasar por aquel mal trago, y decidió tomar cartas en el asunto y optó porque aquellos malos pensamientos cesaran. El ser humano es un ser espiritual que en su descenso a la materia se ha ido revistiendo de diferentes cuerpos cada vez más densos hasta quedar “aprisionado” en un cuerpo físico donde su confusión es tal, que ya no recuerda que su verdadera naturaleza esencial es divina, eterna e inmortal.
Si bien todo el mundo las ha vivido desde que tiene memoria, no muchas personas conocen el significado de las pesadillas. Aunque muchas veces no suponen más que un mal trago, otras tantas pueden ser un reflejo de situaciones de nuestro día a día que, de manera subconsciente, deseamos cambiar. Hay algunas que, simplemente, son fruto de haber visto una película de miedo antes de ir a dormir, pero no es este mi caso, pues llevo mamando -con el consentimiento de mi madre- películas de terror desde que era un niño. Las pesadillas repetitivas también pueden ser un signo de trastorno de la respiración durante el sueño, que puede ocurrir después de haber visto o experimentado un acontecimiento traumático que implicó una amenaza de lesión… o de muerte.
Qué fácil es ser madre, pero qué complicado es llegar a ser una buena madre. No quiero poner en duda, ni mucho menos, la capacidad actual de las personas para concebir, criar, mantener y dejar escapar a sus hijas e hijos cuando toca, si es que ese momento llega. Tampoco diré que ser madre hoy en día sea una tarea fácil y sencilla, pero sí diré que es gracias al trabajo, a la sudor y a las lágrimas de las madres de mi generación que el panorama actual es, cuanto menos, más plácido. Aún así, todavía queda mucho trabajo por hacer.
Y vosotr@s os preguntaréis: «¿A qué viene toda esta introducción y qué tiene todo esto que ver con Alter Bridge?» Fácil: para tod@s vosotr@s, absolutamente nada, pero para mí, lo es todo, pues nunca antes una canción compuesta tras el fallecimiento de la madre de otra persona, ha significado tanto para mí, hasta el punto de que se ha convertido en todo un merecidísimo homenaje a todas las madres del mundo, entra las cuales la mía ocupa un más que merecido y privilegiado lugar. Ahí arriba que la tengo, y ahí arriba que se va a quedar.
La época
Después de que la disolución de Creed en 2004, sus tres instrumentistas no tardaron en poner en marcha el debut de Alter Bridge. El guitarrista Mark Tremonti y el batería Scott Phillips volvieron a contar con los servicios del bajista Brian Marshall para el nuevo proyecto, después de que fuera expulsado de la banda en el año 2000 debido a su problema con el alcohol. Poco después el trío reclutó al ex líder de Mayfield Four, Myles Kennedy, como vocalista de la banda.
Alter Bridge debutó en agosto de 2004 con One Day Remains, que alcanzó el número cinco en el Billboard 200. Escrito en gran parte por Tremonti, el disco tiene una inclinación bastante más acentuada hacia un sonido de hard rock / metal; recordemos que el sonido de Creed podría clasificarse más como post-grunge. Después de recorrer el mundo presentando su debut, la banda decidió abandonar Wind-Up, que también es el sello que publicó todos los trabajos de Creed, incluido el de su efímera reunión del año 2009, para firmar con Universal Republic, con quienes solo publicarían un trabajo más, Blackbird (2007), antes de fichar por Roadrunner Records.
¿Qué obtienes cuando pones en boca de uno de los mejores cantantes de hard rock de la era moderna una letra sentida y emotiva? La respuesta es tan fácil como escueta: escalofríos. «In Loving Memory» de Alter Bridge fue escrita por el guitarrista Mark Tremonti para honrar a su madre después de su fallecimiento. Cuando un vocalista –Myles Kennedy– responde a esos sentimientos de la forma tan perfecta en que él ejecuta dicha canción en un concierto, normalmente odias escuchar el murmullo de la gente, pero escuchar al público cantando al unísono solo aumenta la magia y la emoción del tema.
Kennedy se ha convertido en un nombre familiar entre los fans del rock desde su gira y grabación con el bueno de Slash (Guns N’ Roses), pero mucho antes de que estuviera en el radar de tod@s, los fans de Alter Bridge de todo el mundo ya estábamos asombrados por su increíble voz.
Cada vez que tocan esta canción en directo -no suele faltar nunca en su repertorio- me continúa tocando (y machacando) el alma. «In Loving Memory», quizá la única canción que me ayuda a sobrevivir el hecho de que mi madre ya no esté a mi lado.
Los fans del hard rock y del metal en todo el mundo somos increíblemente leales y apasionados por las bandas que tantísimo amamos, y los fans de Alter Bridge no somos una excepción. La experiencia de ir a un espectáculo en vivo es algo indescriptible, pero después de haber asistido a cientos de espectáculos a lo largo de los años, es difícil recordar haber formado parte de una audiencia. No lo negaré: me gusta ir solo a los conciertos, y a poder ser, me gusta no tener contacto con nadie, pero cuando asisto a un concierto de Alter Bridge, y ya llevo unos cuantos, formar parte del público que canta en comunión desde lo más profundo de sus almas «In Loving Memory», eso es de otro nivel, y no lo cambio por nada del mundo. Es durante esos casi seis minutos que dura la pieza pienso que eso de no estar solo entre la multitud quizá no sea tan malo.
De todas las veces que les he visto en directo, la ocasión que con más cariño recuerdo es cuando actuaron el 2 de diciembre de 2008, solo unos días antes del fallecimiento de mi madre. Aquel ya lejano año 2008, el publico barcelonés tuvimos el placer de poder disfrutar de ellos en dos ocasiones, pues unos meses antes la banda tuvo serios problemas técnicos durante su show del 3 de junio de ese mismo año de en la sala Apolo. Ante los evidentes problemas de sonido que tuvo Tremonti, la banda nos prometió que al cosa no iba a quedar así, y solo tardaron unos meses en cumplir su promesa. Grandes.
Por aquel entonces yo ya conocía la historia que se escondía detrás de la letra de «In Loving Memory». Precisamente, si bien antes os comentaba que prefiero ir solo a los conciertos, he tenido la surte de disfrutar de la compañía de mi hermano casi siempre que he ido a verles, y aquellos shows de 2008 no fueron una excepción. la canción no sonó en la sala Apolo, pero sí la interpretaron en la sala Bikini, justo después de «Blackbird» (que también es perfecta) y justo antes de la potente «Metalingus». Como suele ser costumbre, el propio Myles explica la historia que se esconde tras la canción cada vez que la interpretan. La verdad, no sé qué me hizo actuar de la manera en que lo hice durante ejecución de aquella pieza aquella noche precisamente. No sé qué me llevó a abrazar a mi hermano y pensar en lo duro que sería perder a una madre entre lágrimas, pero el caso es que, a modo quizá de premonición, los sentimientos que se apoderaron de mí durante aquellos minutos los llevaré en mi corazón hasta el día que me muera. Ojalá fuese capaz de plasmarlos, aquí y ahora, pero me resulta muy difícil plasmarlos, que no recordarlos.
La letra
Como ya os adelantaba, Mark Tremonti escribió la canción en homenaje a su madre recientemente fallecida. En una entrevista para la MTV, dijo:
«Hay muchos temas en este disco (One Day Remains) que son muy personales, como por ejemplo «In Loving Memory», que es sobre mi madre que falleció recientemente. En términos de significado puramente personal, no se puede obtener ninguno más profundo que ese. Definitivamente es una canción triste pero edificante.»
Y eso se nota al analizar la letra.
La canción se abre con el guitarrista dando las gracias a su madre por guiarle y haberle enseñando tanto en vida, y seguramente tras su fallecimiento, pues soy de los que piensan, al igual que Tremonti, que las enseñanzas de una madre no cesan nunca:
«Thanks for all you’ve done
I’ve missed you for so long
I can’t believe you’re gone
You still live in me
I feel you in the wind
You guide me constantly.»
Pero asumir la pérdida de un ser querido no tiene porqué ser algo fácil y llevadero, sobre todo cuando uno se enfrenta a la ausencia de dicho ser. Los momentos, las vivencias le asaltan a uno a la mente. Como decía en la introducción, nadie como una madre para guiarte a través de ese -en ocasiones chiste- que llamamos «vida». pero, si bien el cuerpo se va, la memoria y, sobre todo, los recuerdos, permanecen para siempre:
«I’ve never knew what it was to be alone, no
‘Cause you were always there for me
You were always home waiting
And I’ll come home and I miss your face so
Smiling down on me
I close my eyes to see.»
El dolor por la pérdida puede canalizarse de diferentes maneras, y hablar sobre ello no solo es sano, sino que puede llegar incluso a sanar. El darte cuenta que se ha ido una parte tan significativa de uno es duro, pero llegar a comprender que la figura de ese ser querido no te abandonará jamás es reconfortante, sobre todo en esos momentos el los que uno se siente roto en mil pedazos. Son momentos que no cesan con el paso del tiempo, pero que es gracias a ese paso del tiempo que uno llega a comprender:
«And I know, you’re a part of me
And it’s your song that sets me free
I sing it while I feel I can’t hold on
I sing tonight ‘cause it comforts me.»
«I carry the things that remind me of you
In loving memory of
The one that was so true
You were as kind as you could be
And even though you’re gone
You still mean the world to me.»
Se dice que Creed, y que incluso los primeros Alter Bridge, era una banda de rock cristiano, y en ocasiones las referencias a Dios pueden llevarte a esa misma conclusión. En el bridge de la canción Tremonti se alegra de que Dios la librara del dolor que sentía y se la arrebatara de su lado, aunque siempre la pudiera sentir a su lado:
«I’m glad He set you free from sorrow
I’ll still love you more tomorrow
And you will be here with me still.»
¿Qué no habría una madre por sus hij@s? Entrega desmesurada, sin importar el qué ni el cómo ni el cuándo, sino el quién:
«And what you did you did with feeling
And you always found the meaning
And you always will
And you always will
And you always will.»
El momento
Como decía unos párrafos más arriba, es raro el setlist en el que no incluyen la canción. No solo por ser una de las preferidas de los fans, sino por ser la canción más personal que jamás haya escrito Tremonti.
De todas las ocasiones que la han tocado, quizá la interpretación del tema en su actuación en el Heineken Music Hall de Amsterdam el 7 de diciembre de 2008 sea especialmente emotiva. Hacia el final de la canción, Kennedy le dice a la multitud:
“Let this go out to everybody that we’ve loved and lost ladies and gentlemen. Sing it for them!”
A medida que la multitud estalla y canta la letra, puedes ver como al emoción va creciendo en el interior de Tremonti, al que se le puede ver con lágrimas en los ojos imaginando quizá que desde algún rincón de la sala su madre le estaba admirando mientras esbozaba una sonrisa en su rostro.
Echadle un vistazo al video que cierra este artículo, por favor…
Conclusión
La madre de Tremonti, al igual que la mía, murió de cancer. Es duro recordar aquellos últimos momentos, pero es gracias a recordarlos una y mil veces que he llegado a comprender todo lo que significa ella para mí.
Cuando ella enfermó yo trabajaba todavía en el Museu Picasso. La primera vez que estuvo ingresada fue debido a sus «problemas de tensión», y es a raíz de ese momento que empecé a maldecir a la doctora que llevaba su caso. Le dieron el alta y le recomendaron que controlara su tensión de vez en cuando, pues era «algo típico de las personas de su edad». Esa fue la conclusión a la que llegó su doctora: se te dispara la tensión y te entran mareos porque te estás haciendo vieja.
Unos meses más tarde, la ambulancia se presentó en mi casa pues ella se había desvanecido. Fue trasladada de urgencia al Hospital Comarcal, donde estuvo en observación varios días, antes de ser trasladada al Hospital de Bellvitge, pues allí tenían mejor equipo y le podrían hacer más prueba para ver si, lo que la doctora dijo que era algo simplemente provocado por la edad, realmente era algo más grave.
Fue realmente en ese momento, mientras era trasladada a Bellvitge, que mi madre se dirigió a mí por última vez. En el trayecto por el pasillo que iba desde su habitación hasta el ascensor que la conduciría a la ambulancia, pasó por delante mío, estiró su mano derecha y me dijo:
«Niño, no llores, por favor…»
Poco segundo más tarde, se cerraban las puertas del ascensor y la perdí de vista.
Ya en la UCI de Bellvitge, a uno de los médicos de guardia le dio por investigar para ver si aquello era más grave, y vaya si lo era. Un feocromocitoma es un tumor raro que suele comenzar en las células de una de las glándulas suprarrenales. Aunque por lo general son benignos (no cancerosos), con frecuencia, los feocromocitomas provocan la secreción de demasiada epinefrina y norepinefrina, hormonas que controlan la frecuencia cardíaca, el metabolismo y la presión arterial. Ese era el mal de mi madre: que un puto tumor se la estaba comiendo por dentro.
Las veces que la visité estando ya en Bellvitge jamás la vi consciente. Un fatídico paro cardíaco, un 14 de diciembre de 2008, hizo que su corazón dejara de latir… para siempre. Es a partir de ese momento en que ella pasó de ser mi madre a ser mi heroína, y es a partir de ese momento en que no he dejado de dedicarle ni uno solo de mis días.
Poco días después, mi padre fue a visitar a su doctora, y ante su pregunta de «Claro que sé quién es Mª Carmen, ¿cómo se encuentra?», él le estampó el certificado de defunción en su cara. A esa misma doctora, casualidades de la vida, me la encontré unos meses más tarde en el Starbucks que había justo delante de mi actual lugar de trabajo. Entré al local para comprar un café con leche, y la vi sentada en una de las mesas de la planta baja. La reconocí en seguida pues, obviamente, ella también era mi doctora, la que nos atendía a mi y a mis vecinos de zona. Tengo la duda de si ella me reconoció, porque verme, seguro que me vio. Me entró un nerviosismo por dentro que nunca jamás he vuelto a experimentar, y al subir a la oficina, no pude evitar derrumbarme cuando, ante la pregunta preocupada de una compañera, le dije: «Acabo de encontrarme con la persona que ha matado a mi madre.»
Si alguna vez has perdido a un ser querido, no puedes evitar que te conmueva «In Loving Memory», una de las más bellas canciones que jamás haya escuchado. Gracias, mamá.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.