Viajamos a Seattle en el ya lejano 1992 para entrar en el mundo de Alice in Chains, una de las bandas que mejor definieron el concepto y el estilo del grunge. Uno de los cuatro pilares de un estilo en pleno apogeo que bien pronto sería sacudido por los infortunios.
Alice in Chains
Fundados en 1987 por el batería y cantante Layne Staley y el guitarrista Jerry Cantrell. Alice ‘N Chainz derivó en Alice in Chains e integró al bajista Mike Starr y a su cuñado Sean Kinney, batería, formando así el primer cuarteto oficial de la banda.
Aún sin experiencia ni tan solo un EP, Columbia Records les descubrió durante una de sus actuaciones en 1989 y les ofreció un contrato discográfico. Así en 1990 publicaron su primer EP titulado We Die Young, EP en el que la banda ya sacó a relucir un potencial impropio de una banda novel. Al terminar el año publicaron su primer LP al que titularon Facelift con un claro sonido metálico que logró captar la atención del circuito y de los fans de los sonidos más heavys.
Dirt
Publicado el 29 de septiembre de 1992, Dirt fue un disco creado prácticamente en la carretera. Se trata de un disco con una tonalidad oscura y con una temática semi conceptual. Semi porque realmente los músicos no tenían la idea de estar creando un disco que giraba prácticamente entorno a un tema. El uso de drogas fue un tema central en el álbum. Tres pistas («Sickman», «Junkhead» y «God Smack») hacen referencia específica al uso de heroína y sus efectos.
Según Jerry Cantrell:
Tratamos con nuestros demonios diarios a través de la música. Todo el veneno que se acumula durante el día que limpiamos cuando tocamos en vivo.
Según Staley:
Lidiar con una especie de angustia y confusión personal, que se convierte en drogas para aliviar ese dolor, y tener la seguridad de que esa era la respuesta de alguna manera. Luego, más tarde, las canciones comienzan a deslizarse más y más cerca de demonios, y luego se da cuenta de que las drogas no fueron, y no son, la forma de aliviar ese dolor. Básicamente, es toda la historia de los últimos tres años de mi vida.
La banda escribió sobre las drogas sin saber el mal que ellas causarían en el sino de la banda. Es preciso recordar que en las giras de previas a Dirt, Staley quedó enganchado a la heroína hasta el punto de acabar con su vida en 2002. Es relevante comentar que mientras todos consumían marihuana, Layne se metía picos de heroína delante de todos ellos.
Dirt es un trabajo denso, oscuro y depresivo. Alice in Chains eran la cara menos bonita del grunge y eso enamoró a propios y a extraños. En Dirt, como su nombre indica, encuentras suciedad y dolor en partes iguales. Lo más extremo del ser humano. Una oda a la drogadicción, en concreto a la heroína, encarnado por un Layne Staley que empezaba a trabajar en su propio final.
La grabación de Dirt empezó en la primavera de 1992 y repetían el productor de Facelift. Dave Jerden quedó prendado de la banda y quiso seguir con los nuevos proyectos. El disco fue grabado a caballo entre los estudios Eldorado Recording Studio en Burbank, California, los London Bridge Studio de Seattle y los One on One de Los Ángeles. Para grabar, Staley salió de la clínica de rehabilitación y, al poco, volvió a engancharse. Sean Kinney y Mike Starr se encontraban batallando contra su adicción al alcohol. Si, un buen cuadro.
«Rain When I Die»
«Rain When I Die» es la tercera canción de Dirt y se ubica tras dos trallazos inciales del calibre de “Them Bones” y “Dam that River” y justo antes de otros dos trallazos como “Down in a Hole” y “Sickman”. Bueno, de hecho, Dirt solo tiene temazos. Valga la aclaración. Con sus 6:02 minutos de duración, la canción es la segunda más larga del disco por detrás de la mítica “Rooster”. Se trata de la única canción del disco firmada por los cuatro componentes de la banda.
Quizás se trata de la canción menos representativa de este discazo, pero a un servidor se le eriza el bello cada vez que la reproduzco. Será por algo. La intensidad con la que se vive esta canción sobrepasa lo épico. La pesadez apocalíptica de los seis minutos arranca con una pausada intro con guitarra distorsionada que sobrepasa el primer minuto de duración. La entrada de los coros de Layne introducen el riff principal que se irá repitiendo a lo largo del corte.
Con un Layne impecable tras el micro y unas ayudas puntuales y bien situadas de Jerry, el tema tira de épica con los afilados estribillos en los que Staley se desgarra no solo la voz, sino también el alma. El trabajo de guitarra es soberbio mientras que la batería pierde la batalla en un canción no pensada para este instrumento. El bajo cobra una tonalidad oscura que se desliza pesado en todo el corte. El cierre con un amago más que sorprendente y quizás algo incompresible se desliza bajo los coros de Laney y Jerry, los mismos coros con los que se abre la canción. Una canción más que perfecta.