¿Alguien puede poner en duda que “The Temple of the King” tiene una melodía preciosa, que te atrapa de principio a fin con su serenidad y te lleva en volandas de viaje directo a un lugar infinitamente mejor del que provenimos? Desde luego a mí me lo parece y es por ello que la he escogido como canción perfecta.
“The Temple of the King” es el corte número seis incluido en el álbum Ritchie Blackmore’s Rainbow (1975), compuesto por Ritchie Blackmore junto a Dio y producido por el gran Martin Birch (Deep Purple, Rainbow, Whitesnake, Iron Maiden…). Tras la salida de Ritchie Blackmore de Deep Purple, éste decide fichar a todos los miembros de Elf (a excepción del guitarrista), banda que conocía por haber teloneado a Deep Purple, para emprender su nuevo proyecto en solitario, Ritchie Blackmore’s Rainbow. Viéndole continuidad, finalmente la banda continuaría como Rainbow para sus sucesivos trabajos.
La canción
¿Y qué es exactamente este “Templo del Rey” que invoca este tema? Pues nada más ni nada menos que el lugar al que decide ir Ritchie Blackmore en su viaje espiritual en el año 1975 con su recién estrenada nueva formación Rainbow en busca de respuestas. Un viaje de ida y vuelta; de ida con muchas preguntas y de vuelta con las respuestas aprehendidas.
Imaginemos por un momento cómo podía sentirse Ritchie Blackmore tras su valiente decisión de abandonar su exitosa banda Deep Purple y embarcarse en un nuevo proyecto partiendo de cero, con tal solo su nombre por bandera (que ya era mucho, no obstante). Seguramente muchas dudas le asaltaban en aquella época, o al menos es lo que a cualquier mortal le hubiera sucedido, pero tratándose de Ritchie Blackmore, quién sabe, de todos es conocido de que se trata de un personaje singular donde los haya… Sea como fuere, allí estaba con la necesidad de emprender ese famoso viaje y gracias a su alianza con Dio conformaron un tándem sensacional con el que dieron nacimiento a canciones y letras tan bellas como este “The Temple of the King” que nos ocupa.
Resulta curioso cómo el estilo de “The Temple of the King” pudo encajarse en aquella época en la que las sonoridades tanto de Purple como de Rainbow iban en general por otros derroteros. Si bien uno de los temas incluidos en este primer trabajo de Rainbow es una versión titulada “Black Sheep of the Family”, yo considero que la verdadera oveja negra de esta obra (por su carácter diferente) es “The Temple of the King” y es por ello por lo que siempre me ha parecido que destaca. Con los años y perspectiva suficiente, queda claro que aquí se vislumbra un poco el germen de lo que le acabó siendo el proyecto musical de folk medieval Blackmore’s Night, el cual Ritchie fundó junto a su actual mujer Candice Night mucho tiempo después. De hecho, ellos mismos la versionan de nuevo bajo este proyecto en el año 2013 en su trabajo Dancer and the Moon.
Ritchie Blackmore consideró inicialmente que este tema no era apropiado para ser tocado en directo porque pensaba que aburriría, y de hecho no se atrevió a interpretarla hasta la reunión de Rainbow de mediados de los 90. Según como se mire, razón no le faltaba, aunque vale la pena matizar. No es que resulte aburrida, es que se trata de un tema muy lineal sin muchos altibajos, incluso el solo de guitarra es de lo más tranquilo, y ahí radica su grandeza. Si el viaje que nos propone tiene que ver con la espiritualidad, ha de ser relajado. Las melodías nos han de acompañar sosegadamente sin sobresaltos durante el camino. ¿Cumple con su magia o no tal y cómo es? Yo afirmaría que sí.
“The Temple of the King” es un tema que conviene escuchar con cascos si no queremos perdernos los matices, pues los hay a raudales ocultos ante una aparente sencillez. Un par de guitarras clásicas interactúan a la vez, mientras que en segundo plano se escucha una eléctrica (la repartición de las melodías entre ambos canales no tiene desperdicio). Craig Gruber, encargado del bajo, complementa a base de bien el tema. ¿Y qué decir del gran Dio? Personalidad a raudales. Si ya es bonito como la canta, concéntrate bien en el estribillo, pues su voz doblada, una más aguda que la otra, eleva el disfrute al máximo. Ya hemos comentado que el tema es de lo más lineal, distinguiéndose dos partes claramente diferenciadas que se van intercalando y en los que se van produciendo los pequeños cambios en la letra que facilitan el relato de la historia. Destaca asimismo el final en el que desaparecen poco a poco los instrumentos, dejando en solitario la guitarra clásica que cierra el tema con un regusto aflamencado.
La letra
Llega el momento de intentar desgranar el sentido a una letra tan mística (interpretación totalmente personal).
«One day, in the Year of the Fox
Came a time remembered well
When the strong young man of the rising sun
Heard the tolling of the great black bell.One day in the Year of the Fox
When the bell began to ring
It meant the time had come for one to go to the temple of the king.There in the middle of the circle he stands
Searching, seeking
With just one touch of his trembling hand, the answer will be found.Daylight waits while the old man sings
Heaven help me!
And then like the rush of a thousand wings, it shines upon the one
And the day has just begun.One day in the Year of the Fox
Came a time remembered well
When the strong young man of the rising sun
Heard the tolling of the great black bell.One day in the Year of the Fox
When the bell began to sing
It meant the time had come for the one to go to the temple of the king.There in the middle of the people he stands
Seeing, feeling
With just a wave of the strong right hand, he’s gone
To the temple of the king.Far from the circle, at the edge of the world
He’s hoping, wondering
Thinking back on the stories he’s heard of what he’s going to see.There, in the middle of a circle it lies
Heaven help me!
Then all could see by the shine in his eyes
The answer had been found.Back with the people in the circle he stands
Giving, feeling
With just one touch of a strong right hand, they know
Of the temple and the King.»
Nuestro protagonista (the young man, the one, he) experimenta en un momento de su vida una llamada («the tolling of the great black bell, the bell began to ring, the bell began to sing») para dirigirse al templo del rey. En las diferentes estrofas vamos viendo como este personaje se encuentra en un círculo rodeado de gente, que interpreto como si fuera su zona de confort, del cual sale en busca de respuestas. Se aleja hasta llegar al filo del mundo («the edge of the world») y halla por fin esas ansiadas respuestas («the answer had been found»). Es el momento de regresar al círculo y poder contar lo que allí ha descubierto.
Tenemos otro elemento reiterativo que va apareciendo a lo largo de todo el tema que es el sol, el brillo, el día («the rising sun, daylight, it shines, the day, the shine in his eyes»), alusiones todas a la luz, que ayuda a que nuestro protagonista encuentre el camino hacia sus respuestas. Y otro elemento relevante en el relato es la mano del protagonista y su forma de utilizarla. Primero es titubeante («trembling hand»), cosa que podemos percibir por el tacto, luego le sirve para despedirse («a wave of the strong right hand») hasta que finalmente se convierte en una mano fuerte («strong right hand») una vez regresa más sabio del templo del rey. Observamos la transformación del protagonista en alusiones como esta.
Si bien el título hace referencia al lugar donde encontrar las respuestas («the temple of the king»), pienso que lo realmente importante de esta historia es el viaje en sí. El hecho de atreverse a cuestionarse las cosas y querer crecer a nivel personal. Aun teniendo miedo a salir ahí fuera, este tema nos invita a tener el valor suficiente para ser el rey de nuestro propio templo.
Veredicto
Anécdota personal: andaba yo paseando tranquilamente por un pueblecito de Córcega en aquella época en la que aún íbamos de vacaciones con normalidad cuando de repente, a lo lejos, creí oír esta canción saliendo de un pequeño comercio local. Me acerqué hasta allí pues hacía años que no la escuchaba y me quedé allí plantada en la puerta embelesada, percibiendo cómo la música traspasa todas las fronteras para emocionar a cualquier ser de la misma manera. Aquel día sentí que, si “The Temple of the King” no era una canción perfecta, poco le faltaba.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!