A pesar de ser una de las artistas más incomprendidas de nuestros días, en mi opinión la carrera reciente de la popular cantante barcelonesa Leticia Sabater está trufada de canciones que se acercan a lo que en esta casa nos gusta definir como «canciones perfectas». Tras éxitos primerizos pero aún bastante genéricos como “Tu vecina favorita” o “Leti Rap”, publicados a principios de los noventa, y después de casi dos décadas de exilio voluntario, Leticia volvió a la primera línea de la vanguardia musical hace poco menos de diez años con toda su fuerza, su contagiosa personalidad y, sobre todo, con canciones tan potentes, transgresoras e icónicas como “Yo quiero fiesta”, “La salchipapa”, “Toma pepinazo”, “18 centímetros papi” o “Vete pal carajo, tra-tra”, auténticos pepinazos destinados a trascender nuestra época.
Inconformista como siempre, y dando un paso aún más allá, en los últimos años la carismática y arriesgada artista se ha lanzado a conquistar un mercado tan cerrado, espinoso y aparentemente anquilosado, conservador y tradicional como es el del villancico navideño. Con todas las listas de reproducción temáticas aún copadas mayormente por los mismos clásicos que ya lo petaban hace seis o siete décadas (¡y nos quejamos de Rock FM!), Leticia se ha atrevido a discutirle la supremacía a mastodontes tan sólidos como Bing Crosby, Frank Sinatra, WHAM! o Mariah Carey con canciones como “El polvorrón”, la reciente “Papa Noel, You’re the Only One” (destinada a conquistar más pronto que tarde el mercado internacional) o, sobre todo, ésta con la que hoy creo que nos debemos centrar: “Trínchame el pavo”.
Background
Para el oído acomodado y poco entrenado, es fácil e incluso tentador considerar un tema tan rompedor, punzante y controvertido como éste (ocurre lo mismo con otras obras maestras que han salido de la atrevida pluma de Leticia, todo hay que decirlo) como poco menos que una aberración musical. Entiendo que no todo el mundo estará preparado para enfrentarse a tal bacanal de creatividad, a un mensaje tan directo y a una rotura de fronteras y convenciones estilísticas tan radical y valiente como ésta, pero ante esas dudas que muchos tenéis, por un lado entendibles, no está de más que recordemos que en su momento también hubo géneros como el jazz, el rock and roll o el punk que fueron igualmente recibidos con desprecio, desdén, risotadas y miradas por encima del hombro por la mayor parte de público y críticos contemporáneos.
A su vez, todos hemos leído también críticas hoy consideradas bochornosas como respuesta a la salida de algunos álbumes que los años han certificado como icónicos y tremendamente influyentes (varios trabajos de los Beatles y The Rolling Stones o el primer álbum de Metallica, sin ir más lejos, son buen ejemplo de ello), así que a veces es necesaria un poco de perspectiva (o una mente verdaderamente abierta y lista para absorber propuestas aparentemente ininteligibles). El tiempo y la historia, como todos sabéis, siempre acaban poniendo las cosas en su sitio, y estoy seguro que no querréis que los años os recuerden como los verdaderos negacionistas de nuestra época o como aquellos que mirásteis para otro lado y antepusísteis vuestros propios pobres dogmas musicales a un verdadero history-in-the-making como es la producción conceptual, sónica y rebelde de Leticia Sabater.
Si bien, como ya hemos comentado, la fulgurante artista catalana nos ha dado muestras y más que sobradas de su valentía, elocuencia y creatividad desatada en muchas otras canciones, la verdadera cumbre de su con arrogancia clarividencia tanto musical como escénica (hasta el momento, claro – porque es de esperar que lo supere más pronto que tarde -) llegó sin duda con este «Trínchame el pavo», una canción verdaderamente única y desconcertantemente sorprendente que, contra todo pronóstico viendo el éxito de otros cortes anteriores, no llegó a alcanzar las cotas de popularidad ni la apasionada respuesta que se pudo respirar con canciones como “La Salchipapa” o “El polvorrón”, a mi juicio composiciones menos memorables (aunque también tela, claro) que el temazo que nos ocupa hoy, que más allá de su relevancia musical, tiene visos de convertirse en una suerte de aviso mesiánico (algo así como el “Helter Skelter” de los Beatles que disparó las acciones del infausto Clan Manson a principios de los setenta).
La música
En el aspecto puramente musical, “Trínchame el pavo” destaca por un uso de la electrónica de vanguardia acompañada de una serie casi infinita de recursos imprevisibles (cambios de ritmo y de tono aparentemente aleatorios incluidos) a los que pocos artistas se han atrevido a recurrir hasta ahora. Por ello, y aunque indudablemente resulta difícil encasillarla dentro de un solo estilo por su carácter rompedor y ecléctico, no sería descabellado que la catalogáramos, por encima de todo, como algo cercano a la órbita avantgarde y progresiva. Por otro lado, su mensaje mesiánico y revolucionario la colocan en los ámbitos de protesta organizados del punk más comprometido y luchador, mientras que lo sorpresivo de su misma existencia le dan un toque lisérgico y casi psicodélico a la cosa. Con todos estos elementos, yo no dudo en catalogarla como una verdadera punta de lanza del avantgarde psychoprog electronoisepunk combativo.
Tal y como nos tiene acostumbrados, la interpretación vocal de Leticia es verdaderamente sobresaliente, alcanzando tonalidades a disposición de muy pocas artistas contemporáneas. Pero lejos de querer ahondar en técnicas y recursos comunes, previsibles y sobradamente trillados por tantísimas otras voces que podemos escuchar a menudo en todos los canales, la genial vocalista apuesta aquí por una amplia profusión de pasajes narrados que otorgan seriedad y severidad al conjunto de la canción, así como por complejas e inesperadas disonancias que, junto a aparentes y trabajadas salidas de tono con la pretensión de incomodar los oidos del sistema y huir de las listas de éxitos más evidentes, le confieren una actitud desafiante y un nivel de autenticidad revolucionaria sin matices.
A pesar de su manifiesta complejidad estructural y de no tratarse precisamente de un tema inmediato que pueda satisfacer a todos los oyentes, la canción no deja de ser pegadiza, infecciosa y memorable, especialmente alrededor de su potente y combativo estribillo. De hecho, y conocedora de lo irresistible de la melodía que guía todos y cada uno de sus pasajes, Leticia y su solvente equipo de composición decidieron alargar el minutaje más allá de lo que los cánones de la industria podrían requerir, repitiendo muchas de las secciones en múltiples ocasiones para reforzar y multiplicar así tanto el mensaje como la fuerza sónica que emana de cada uno de los cuatro minutos que dura este corte.
La letra y el mensaje
Aunque la brillantez de su vertiente puramente musical sería ya suficiente para aupar este tema a los olimpos (sí, a los olimpos así en plural, porque con uno solo no tendríamos suficiente), es su faceta lírica lo que convierte a “Trínchame el pavo” en el mito en potencia que demuestra ser y en la piedra filosofal tras la que puede existir un antes y un después en la manera en como vivimos como sociedad. Trufada como siempre de sutiles y provocativas referencias sexuales para incomodidad de un sistema mojigato y caduco que forman parte ya del carácter y la personalidad tan pronunciada de la artista, Leticia Sabater se saca de la manga con este tema una alegoría anticapitalista sin parangón, conformándose, me atrevería a decir, como toda una reinvención de la canción protesta en pleno siglo XXI, llena de metáforas increíbles, dobles (o triples) significados y aserveraciones llenas de fuerza y de ansias revolucionarias.
Usando una simbología tan sencilla y aparentemente inocente como una simple y común comida navideña, Sabater nos invita a trastabillar lo más intrínseco del orden establecido que nos oprime utilizando como símil ese pavo que llama a trinchar, que evidentemente simboliza la máxima potencia mundial del capitalismo y punta de lanza visible del sistema como son los todopoderosos Estados Unidos de América (recordad que el pavo es el principal manjar de la americanísima celebración de Acción de Gracias, y en lenguaje coloquial también se llaman «pavos» a los dólares americanos). En el transgresor vídeo que acompaña a la canción, que analizaremos también en unos párrafos, podremos confirmar inequivocamente esa analogía, y el conjunto audiovisual es, sin duda, una llamada a levantarse en armas contra el sistema opresor.
El tema empieza con la siguiente intro:
Navidades locas, oye.
Que empiece la fiesta con la Leti.
¿Tú sabes trinchar el pavo?
Es muy fácil,
tú baila el baile del pavo conmigo.
Todos a cacarear y a mover las alitas.
Con estas pocas frases, tan sencillas pero a la vez tan potentes y directas, Leticia reclama aprovechar estas fechas hipócritas de despiste y letargo general a caballo de un consumismo exacerbado y de comilonas propias de los peores latifundistas para encender la mecha de la revolución. Sabater bautiza esta revolución, de forma muy apropiada en mi opinión, como “Navidades locas” (algo que las futuras generaciones van a estudiar en los libros de historia como hoy estudiamos, por ejemplo, la “Semana Trágica” o los “Hechos de Mayo”) y “La fiesta de la Leti”, dejando claro que, si bien estamos ante una revuelta del pueblo para el pueblo, Leticia no quiere renunciar a ser su ideóloga y cabeza visible. Porque la propia vocalista catalana se siente capaz de liderar valientemente esta necesaria revolución, enseñándonos el camino (“¿Tú sabes trinchar el pavo? / Es muy fácil / tú baila el baile del pavo conmigo”) y animándonos a tomar la palabra (“cacarear”) y a pasar a la acción (“mover las alitas”).
Trínchame el pavo, papito.
Cómetelo poquito a poquito.
Es Navidad, final feliz y polvito.
Turrón, champán y un buen pedito.
Tal y como ha ocurrido en múltiples guerras a lo largo de los años, está más que demostrado que para alcanzar una victoria definitiva y duradera es importante ser persistente, no dejar rehenes y quemar el terreno conquistado. Es duro, por supuesto, pero por eso mismo Leticia advierte que la lucha será lenta, larga e incansable (“Trínchame el pavo, papito. / Cómetelo poquito a poquito.”), pero a la vez se muestra ambiciosa y agresiva con la promesa de que la derrota última del sistema podrá llegar a los pocos días, incluso dentro del mismo periodo navideño (“Es Navidad, final feliz”), y con el enemigo reducido literalmente a cenizas (“polvito”).
Pero para conseguir esa ansiada victoria, Leticia insiste de nuevo que será necesario viralizar el discurso revolucionario mediante argumentaciones extensas y profundas (llamadas también “turras” en un contexto coloquial y referidas aquí como “turrón”), inspirados probablemente en los elaborados discursos del líder cubano Fidel Castro. Pero además de la palabra, también las armas serán necesarias (las explosiones a las que se refiere con el “champán”) para desencadenar la desintegración final del sistema (en catalán – recordemos, el idioma materno de Leticia – “fer un pet” – “hacer un pedo” – significa literalmente que algo explote tras no poder resistir más la presión).
Cacarea Papá Noel
Cacarean los Reyes Magos
Cacarea Beyoncé
Cacarea Maluma a saco
Preparados todos, cacareando y moviendo esas alitas
El pavo se trincha así
Así, así, así, así, así
One, two, one, two, three, four
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
Que empiece la fiesta, ay, mamá
El pavo lo trinchan los cuñados
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
El pavo lo trinchan los papis
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
El pavo lo trinchan los hermanos
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
El pavo lo trinchan los sobrinos
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
Que siga la fiesta, ay, papá
El pavo lo trinchan los colegas
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
El pavo lo trinchan los currantes
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
El pavo lo trinchan en las cenas
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua
Y los DJs en las fiestas
Cua, cua, cua
Cua, cua, cua, cua, cua.
El pasaje líricamente más largo de la canción tiene varios puntos que mercen nuestra atención. Por un lado, pretende animar y encandilar a todos aquellos que aún no ven claro unirse a la revolución manifestando el ambicioso convencimiento de que un buen número de personalidades van a formar parte de la lucha tanto de palabra como de acción (“cacareando y moviendo esas alitas”). En ese engrescador listado encontramos figuras simbólicas y de consenso universal como Papá Noel o los Reyes Magos (con los que todo el mundo se puede identificar), estrellas y líderes de la música popular contemporánea como Beyoncé o Maluma (éste último, por lo que parece, está especialmente comprometido con la causa porque “cacarea a saco”) o elementos cercanos al entorno de todos y cada uno de nosotros (papis, cuñados, hermanos, colegas, sobrinos, etc….). De todas maneras, y a pesar del llamado a la esperanza y a su seguridad en el éxito de la misión, no hay que olvidar que estamos ante una tarea titánica que llevará mucho trabajo, sudor y probablemente sangre. Por ello, Leticia encuentra necesario explicitar que “El pavo lo trinchan los currantes”, ya que no cabe dormirse en el optimismo.
Las cenas y las fiestas, como todos sabemos, son lugares y eventos propicios para avivar la llama revolucionaria y convertirse en akelarres de la lucha con la connivencia y la motivación de los omnipresentes, poderosos e influyentes DJs. Leticia toma de nuevo la batuta y nos marca vigorosamente el camino (“El pavo se trincha así / Así, así, así, así, así”) mientras da un nuevo pistoletazo de salida a la toma de armas, haciéndolo ahora en inglés para señalar que se trata de una lucha global (“One, two, one, two, three, four”).
Por último, ese aparentemente enigmático “cua, cua” se convierte en un poderoso grito de guerra que se repite en múltiples ocasiones. De nuevo se trata de una potente referencia a la lucha revolucionaria, en este caso a los heroicos partisanos italianos que lucharon contra el fascismo durante las primeras décadas del siglo pasado. Cómo sabéis, en italiano “quá” significa “aquí”, así que con esta sencilla palabra, repetida una y mil veces, Leticia reclama e insiste en que la revolución no se puede demorar ni un minuto más y debe empezar aquí y ahora. La pronunciación de ese “cuá”, según el oído que la escuche y en una dicotomía de nuevo genial, se puede confundir por “pó”, y es que la brillantez sin parangón de la artista no tiene límites: evidentemente, repitiendo “pó” muchas veces tenemos “pó-pó”, lo que todos sabemos que quiere decir “mierda”, en obvia crítica desgarrada al sistema tiránico que nos oprime y que debemos derrocar lo antes posible.
Trínchame el pavo, papito.
Cómetelo poquito a poquito.
Es Navidad, final feliz y polvito.
Doce uvas y que te toque el gordito
En esta estrofa vemos una pequeña variación de lo que ya escuchábamos antes, insistiendo una vez más en que estamos ante una lucha larga que requiere de perseverancia, coraje y disciplina e introduciendo dos nuevos conceptos a la ecuación. Por un lado tenemos las “doce uvas”, símbolo de riqueza, alegría y renacer desde la Antigua Grecia, un concepto que, en un nuevo alegato multicultural, refuerza con la referencia al «Gordito», que sin duda asociada a esos rollizos budas que, desde la china milenaria, simbolizan riqueza (de nuevo), éxito y prosperidad. Una prosperidad, por supuesto, de la que podremos disfrutar una vez la revolución termine con éxito y nos deshagamos del yugo capitalista.
Cacarea Papá Noel,
cacarean los Reyes Magos.
Cacarea Mr. Yandel
Cacarea Demi Lovato.
Preparados todos, cacareando y moviendo esas alitas.
Ole, menudo pavo navideño, mi alma,
este me lo trincho yo.
¡Vámonos!
¡Feliz Navidad!
De nuevo, y camuflado en la idea de que estamos ante un villancico, Leticia nos vuelve a expresar su confianza en que el apoyo a la revolución va a ser masivo, esta vez introdujendo dos nombres aparentemente aleatorios (vamos, que podría nombrar esos al igual que casi cualquier otro) como los de Mr. Yandel y Demi Lovato. Con el potente y desgarrado grito de “¡Vámonos!” podemos visualizar fácilmente a la comprometida artista española enarbolando una antorcha y, al frente de una multitudinaria milicia de revolucionarios, marchar sin miedo para derrocar al enemigo. Para finalizar no puede faltar ese mensaje optimista y de confianza en la victoria: “¡Feliz Navidad!”. ¡Y mucha suerte, Leticia!
El vídeoclip
Evidentemente, con un diseño sónico tan complejo, un mensaje lírico tan potente y el ineludible destino de convertirse en punto de inflexión sociocultural de nuestros días, resultaba imprescindible que las imágenes reforzaran la intención de esta pieza. Y vaya si lo consiguen. Bajo la magistral dirección de José Marín y la producción de Torres Crespo, cuyo currículum tiene el honor y el privilegio de contar ahora con este trabajo, el vídeoclip de “Trínchame el pavo” supone un impacto visual irresistible y, bajo un aire psicodélico muy apropiado, viene repleto de simbología que casa perfectamente con el mensaje que quiere transmitir.
En primer lugar, la posición central de Leticia, situada siempre frente a un croma en el que se proyectan las imágenes, refuerza la idea de que ella es quien quiere tomar la responsabilidad como líder de la revuelta, aunque tal y como también demuestra vestida de humilde sirviente en algunas escenas, sabe que su papel está al servicio de una causa y no busca ningún tipo de gloria personal. A la vez, quiere expresar una serie de fascinantes dicotomías: por un lado, debemos enfrentarnos con total sinceridad, honestidad y desnudez a nuestra misión (de ahí que escoja aparecer con poca ropa), pero por el otro conviene ser precavidos y no exponer nuestras debilidades, cosa que simboliza ataviándose con múltiples gafas oscuras y sombreros de diferentes tipos. La solidez de sus abdominales nos quiere enseñar que es necesario ser fuertes tanto en lo físico como en lo mental, mientras que la trabajada voluptuosidad de sus labios hace hincapié en que la palabra también será importante para convencer a más y más nuevos adeptos a la revolución. Leticia aparece a menudo armada (algo autoexplicativo, por supuesto), mientras que las escenas en las que continúa bailando y cantando bajo una incómoda y hostil tormenta de nieve nos indica como debemos proseguir con positividad y resiliencia a pesar de los múltiples obstáculos que nos vamos a encontrar por el camino.
La metáfora más evidente llega, tal y como ya os podéis imaginar, con Leticia cabalgando encima de la figura de Donald Trump, lo que viene a significar, por supuesto, el control y el sometimiento que la revolución va a hacer sobre el sistema establecido, personalizado en el que era líder y máximo icono de la potencia capitalista más importante del mundo en el momento de su publicación. Las risas sardónicas de varios carácteres (extremadamente realistas e implementadas con una brillantez técnica que llega a asustar) nos dicen que quizás la idea revolucionaria que queremos llevar a cabo será recibida de buenas a primeras con cierta resistencia e incredulidad por parte de nuestro entorno. Un obstáculo más al que deberemos hacer frente si queremos alcanzar la victoria.
Veredicto
Mientras personajes como Valtonyc, Pablo Hasel o César Strawberry han tenido que lidiar con la nueva censura en nuestro país por culpa de lo explícito de sus mensajes revolucionarios y anti-sistema, Leticia Sabater ha sabido escapar de sus garras sin ni tan siquiera sembrar dudas, algo que demuestra la brillantez y la inteligencia de la artista barcelonesa. ¿Seremos capaces nosotros de atrapar su mensaje y unirnos así a la necesaria causa que la artista barcelonesa nos pone tan sutil pero firmemente frente a nuestras narices?
Por todo ello, me surgen más preguntas: ¿Se trata «Trínchame el pavo» de una de las canciones más relavantes e icónicas de esta década, destinada a perdurar por los siglos como uno de los mayores logros de la música popular hecha en este país tanto en lo sónico como en lo conceptual? ¿Va a alcanzar con el tiempo un estátus parecido, cómo mínimo, al que goza hoy el “Bella Ciao”? ¿Se va a considerar un himno y el principio del fin del sistema capitalista? Entiendo que se trata de afirmaciones muy radicales y sé que muchos de vosotros, posiblemente temerosos y menos abiertos de mente que yo mismo, no váis a estar de acuerdo con ellas, pero en el momento que seáis capaces de impregnaros de su magia y su autenticidad sin los arrogantes y tozudos prejuicios que suelen acompañarnos, veréis como os será imposible negar, como me ocurre a mí, que tanto su complejidad e innovación musical, su insultante valentía conceptual, su explosiva riqueza lírica, su sorprendente expresividad visual y lo poderoso y comprometido de su mensaje la colocan como una indudable candidata a pasar a la historia como una invitación a la empoderación de las clases trabajadores y un testimonio único, casi incunable, de toda una época.
Muchas gracias, eterna Leticia, por enseñarnos el camino a seguir y, aún más, por hacerlo a través de una obra de arte aún más brillante de lo que nos tenías acostumbrados.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.