Hablar de Candlemass es hablar de palabras mayores. Considerados unos de los pioneros europeos del doom, es una banda que a pesar de las múltiples formaciones que ha tenido, siempre han estado ahí y han entregado plásticos de gran calidad. Desde la fría Suecia nos entregan su doceavo largo (múltiples EP’s, recopilatorios y discos en vivo aparte), no sin cierto hype, pues el retorno del vocalista que grabó su opera prima y canónica Epicus Doomicus Metallicus (1986), Johan Längqvist, ha generado muchas expectativas ante esta obra.
El alma mater compositiva y líder absoluto de la banda es su bajista Leif Edling, quien ha mantenido viva a la banda, aunque con hiatos, y ha seguido erre que erre. Al mencionado bajista y el retorno de Längqvist, sigue el guitarrista Mats «Mappe» Björkman, en lo que sería la formación más cercana a la original (aunque Längqvist solo grabó Epicus Doomicus Metallicus, después de las sesiones de estudio abandonaría Candlemass), completada por Lars Johansson a la guitarra solista y Jan Lindh a la batería.
Más hype: “Hand of Doom” Tony Iommi, participa con un solo en uno de los cortes. Está claro que la banda sueca es deudora absoluta del sonido Black Sabbath, pues los riffs de la banda nos recuerdan (como todo el doom) a los abuelos creadores del heavy metal.
El disco tiene una producción moderna que confiere un sonido claro, cristalino a la par que contundente, en el que los instrumentos se escuchan con claridad, la voz destaca por sus tonos maravillosos. Habían dudas, como mínimo yo las tenía, sobre el estado vocal de Längqvist después de más de 30 años de la grabación de Epicus Doomicus Metallicus. Sonido compacto, contundente y limpio.
8 temas y cerca de 50 minutos conforman un disco más que correcto en el que no hay sorpresas. Candlemass 100%. Guitarras contundentes, riffs machacones, base rítmica impecable y una voz con mucha personalidad. Señas de identidad de este The Door To Doom. En el que destaca por encima de todas, la tercera, “Astorolus-the Great Octopus” en la que participa mi querido Iommi, y se combina todo lo que encontramos en el disco, riff, feeling, un solo marca de la casa Iommi, contundencia doom, cambios de ritmo. Fantástico. Temarral.
Al inicio del disco cabalgan sobre el riff principal con “Splendor Demon Majesty” a velocidad media con un coro absolutamente coreable en directo. El punteo sensible abre “Under The Ocean” acompañado por la voz melódica de Längqvist que desemboca en un desenfreno riffístico. La intimista “Bridge of the Blind” acústico, con un solo de guitarra que te pone la carne de gallina, se convierte en lo más sensible del plástico.
La segunda parte del disco, se inicia con “Death’s Wheel” en el que retoman la velocidad, bueno una velocidad relativa, eh, esto es Candlemass no Slayer. Con “Black Trinity” vuelven a la senda del medio tiempo, con progresión guitarrera. “House of Doom” tema lanzado el año pasado con tres temas más en formato EP de mismo título, destaca por su poderío y ese órgano en el ecuador del tema que le da un toque gótico, para finalizar de forma lenta y pesada, después de riffs a lo “Children of the Grave”. Para acabar, nos regalan su vertiente más experimental con “The Omega Circle”, en lo que es el tema más largo del disco. Siete minutazos que sirven como resumen de lo que hemos encontrado a lo largo del disco, combinando los Candlemass más acústicos con el poderío eléctrico.
Conclusión, este The Door to Doom es un gran disco de retorno después de 7 años de silencio. Pero a mí me ha dejado una sensación extraña… y creo que sé lo que es… Te lo esperas. Es lo que esperabas. Ni más ni menos. No hay sorpresas. Y no tiene mojo o magia o dile profundidad. A pesar de ser un LP notable, dudo que vuelva en el futuro a ponérmelo. No sé. Te quedas frío. Cuando lo escuchas tiene un resultado de satisfacción inmediata, pero dudo que aguante muchas escuchas. Ahora, si lo que quieres es un disco de doom bien facturado, con temas resultones y con la voz de su opera prima, este es tu disco, sin duda.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.