¿Qué puede esconder un disco con semejante imagen de portada? Recuerdo perfectamente mis adolescentes paseos por las tiendas de disco de Barcelona, caer en la “C” y visionar con cierto asco las portadas de una banda que respondía al nombre de Cannibal Corpse. En aquel momento, yo desconocía por completo el sub mundo del metal extremo, no sabía la diferencia entre Mayhem o Cannibal Corpse, ni siquiera sabía de la existencia de un subgénero tal como el brutal death metal… ¡qué tiempos aquellos!
Y es que realmente la imagen de artwork del disco es… brutalmente horrible. Pero no en el sentido de horrible como feo, sino horrible como despreciable. Y me encanta. En ella vemos dos carniceros zombis (butchers), el primero está descuartizando el cadáver de una madre, el segundo sujeta su bebe ¿no nato? en brazo para presumiblemente colgarlo del techo junto a un puñado de fetos ya ¿muertos?. La portada evidentemente no pasó la censura en muchos país entre ellos Alemania, país el que se distribuyeron los discos envueltos en papel blanco de carnicero con el título del disco escrito en tinta roja. Curiosamente en un país tan open mind no se permitió mostrar la carátula del disco hasta 2006.
Vamos a lo que nos ocupa que es hablar del disco más allá de sus problemas añadidos. Cannibal Corpse viajaron a Tampa des de la ciudad neoyorquina de Buffalo en busca de las semillas del death metal. Pero venían con otras ideas, otras intenciones. Si querían aprender de las bandas primigenias de la escena como Death, Morbid Angel, Autopsy o Deicide, pero tenían un talento innato en volcar una brutalidad extra en sus canciones.
Su debut titulado Eaten Back to Life fue la semilla de un nuevo subgénero del death metal, el brutal death. Aún acorralados por la influencia del thrash metal de la Bay Area, Tampa era un hervidero de nuevas bandas acabando de pulir su nuevo estilo. Cannibal Corpse debutó con un seminal trabajo que ya despuntaba por su increíble brutalidad, su exquisita técnica ejecutada a una velocidad demencial. Un trabajo de bajo descomunal, una desquiciada forma de “cantar” de Barnes, un juego de guitarras sucio y rasposo…
Eaten Back to Life fue la carta de presentación de una banda que simplemente era diferente. Y tras ese debut sombrío llegó la evidente consagración traducida en Butchered at Birth. Un disco que les consagraba como una banda totalmente diferente y uno de los centros de atención de la pujante escena extrema. Como novedades con su debut, este disco ya olvidaba la influencia del thrash y un cambio en la interpretación vocal de Chris Barnes. La voz se volvió más baja y podemos escuchar los primeros gruñidos inhumanos que se volverían legendarios con el tiempo.
Butchered at Birth es un disco feo e incivilizado, antisocial. Cualquier que diga que este disco es hermoso… bueno, dejémoslo aquí. Es puro death metal tal y como esta destinado a ser y a sonar. Incluso a saber. Tiene esa acidez, esa putrefacción sonora. Los gritos de Barnes son despreciables e incómodos. La batería te rompe en dos con facilidad. Es complicado distinguir guitarra y bajo. Lo tiene todo para ser un disco cojonudo.
Ritmos explosivos, algún que otro solo de guitarra ultra veloz, batería que no da tregua. “Living Dissection” resume perfectamente todos estos detalles. Este disco no contiene piezas atemporales y tampoco es su función. Aquí reside el verdadero sonido del primigenio brutal death metal. Tan bruto y sucio que duele. Un disco genial de lo guarro que puede llegar a ser.
Discazo que marca ahora si el inicio tanto de Cannibal Corpse como del brutal death metal. Imprescindible como el que más.