Sabía que al entrar en Science of Noise corría el riesgo de que me cayera una reseña improbable. Lo he aplazado con elegancia alegando que no tengo criterio y que a mi me gusta todo (y así es), pero no ha colado y me ha tocado. Prometí que lo haría, pero no puse fecha, así que soy consciente de que voy tarde. De entre todo el ejército de malotes que pueblan la redacción de SofN somos una minoría que gustamos de estilos más melódicos y de metal más tradicional, así que se consideró que era ideal cargarme el Tomb of the Mutilated de Cannibal Corpse.
Mi experiencia con el grupo es de haberlos vistos un par de veces en Wacken y de haber escrito sobre ellos para mi libro Shock Rock: sexo violencia y teatro. Incluso nos comunicamos con mails con la banda, pero nunca concretamos nada para una entrevista. Respeto y puedo disfrutar de brutal death metal en concierto, me encanta todo el concepto de provocación que siempre han tenido, pero reconozco… que la escucha entera de un disco en casa, en la calidez del hogar o en mi coche (el templo ideal para escuchar música), es algo que nunca habría hecho a no ser que fuera por esta reseña improbable (gracias Abel Marín… aunque te compadezco, prefiero Cannibal Corpse que Meshuggah).
De entrada, hay que hablar de la provocadora portada con el redundante y absurdo mensaje de “contenido explícito” de la pegatina que consiguió Tipper Gore en los 80. Sí, la señora de Al Gore, muy reconocido por su lucha por el medio ambiente, pero el figura, estuvo detrás del ataque a la libertad de expresión y especialmente del heavy metal. Siempre he considerado que Cannibal Corpse es puro extremismo de: “más rápido, más fuerte, más alto”. A ello súmale letras repugnantes y portadas hechas adrede para que te las censuren, como le pasó al grupo en Alemania y en otras partes. No se les puede negar que en sus cubiertas hay una marca, pero un cunnilingus entre esqueletos con las vísceras fuera, con la chica crucificada y con una cabeza de testigo, es maravillosamente asqueroso. El toque de las velas encendidas dando romanticismo a la escena de tonos blancos y violáceos, para que el rojo de la sangre luzca más, es fantástico. No lo puedo evitar, soy historiador del arte y licenciado en humanidades y las pinturas me pierden… Pero no nos quejaremos: creo que el nombre del grupo no engaña a nadie.
Soy absolutamente fan de Chris Barnes y su voz, pero no de sus letras, aunque entiendo que tuvieron que hacerlas en su día: pura provocación, el asco que predicaba George Bataille. Afortunadamente el mundo sigue girando y en algunas cosas mejora la inmunda raza humana. A día de hoy hay líneas rojas y títulos y letras como “Necropedophile” o todo lo que haga referencia a violaciones dudo que se atrevieran a hacerlo. Soy de la opinión de que todo, sobre un escenario, es una propuesta que intenta acercarse al arte, y la provocación tiene cabida perfectamente. Debe tenerla, de hecho. Gente como GG Allin, Shining o Anal Cunt tienen que existir. Todos los superhéroes necesitan supervillanos, así que el horror y la maldad harán siempre destacar más al bien y el amor. Es el eterno juego de opuestos. Y si eres de los que en las películas siempre te han gustado los malos y las malas, pues entiendes a gente como Cannibal Corpse.
“Hammer Smashed Face” considero que es el gran clásico gracias a que es el tema con el que aparecieron en la película Ace Ventura (tengo el disco de la B.S.O. original, me lo compré por Cannibal Corpse). Odio las sobreactuaciones de Jim Carrey pero su primera etapa en Saturday Night Live y la serie Kidding son de altísimo nivel. Voz agorrinada, arreglos los justos, ausencia de melodía y pura bestialidad en bajo y batería. El riff central baja el tempo para dar espacio a la canción, pero para muestra un botón: Me he ido a la habitación de al lado, he puesto “Hammer Smashed Face”, y mi compañera me pega el toque de que haga el favor de bajar el (puto) volumen, que el niño va a dormir. “I Cum Blood” es ceporrismo con voces algo más agudas y descarnadas y un interesante solo por parte de Bob Rusay.
La propia banda considera que es uno de sus mejores discos, sino el mejor, especialmente por el sonido que consiguió Scott Burns. Destacan la complejidad técnica respecto a sus anteriores discos. En “Addicted to Vaginal Skin” podemos notar ese progreso técnico, destacando esos riffs deudores de Carcass en un tema veloz y martilleante, pero con un excelso trabajo en guitarras y bajo. La técnica domina un “Split Wide Open”, dotada de unas “preciosas letras” en las que una madre desmiembra a su hijo recién nacido cual rata de laboratorio. En “Necropedophile” hay otra dosis más de lo que uno espera de Cannibal Corpse. Si lo tocas en la actual comunidad de Madrid y cantas esta letra te puede caer cadena perpetua. La letra es repugnante, desde que abre el ataúd. Las voces de los niños jugando al final del tema resalta lo salvaje y enfermizo de la canción.
Les prefiero cuando arremeten con letras de zombies y tiran de técnica volviéndose a acercar a Carcass en cortes como “The Cryptic Stench” o “Entrails Ripped from a Virgin’s Cunt”, con guitarras tan afiladas como el cuchillo del protagonista. Un tema muy del gusto de Jack el Destripador. “Post Mortal Ejeculation” tiene un excepcional balance entre agresividad y pausas. Recordemos que los guturales de Barnes son absolutamente auténticos pues en el mismo disco pone la información: “no hubo correctores de voz ni filtros”. Reinciden en violaciones y desmembramientos sanguinarios en “Beyond the Cemetery”, a golpe de riff, guturalidad y con una ultraveloz batería de Paul Mazukiewicz. Cierran con una versión de “I Cum Blood” absolutamente rotunda y descarnada. Quizá la batería no termina de sonar perfecta, pero te puedes hacer una idea de que son una apisonadora decibélica y gutural.
Hacer esta reseña improbable sobre una de las cimas creativas de Cannibal Corpse ha reafirmado en mi la intrascendencia que me produce la escucha continuada de la banda de Alex Webster. Que me apetezcan cero sus discos no quita que me atraigan sus directos y su voluntad polémica de provocación gratuita hacia los temas tabús y que les considere una banda de culto, con unos logros inalcanzables para la gran mayoría de bandas de death metal. Pero en 1992 yo estaba más para las olimpiadas de Barcelona y apenas acababa de descubrir a los Ramones. Y ya que me toca nominar a una víctima de la redacción… nomino a Ray Molinari para que revise el primer disco de Avalanch… en versión inglesa (!!!). Felicidades, disfruta Eternal Flame.