Aún tenemos el debut de la inglesa Chez Kane en los oídos cuando nos regala su segundo trabajo. Y como el primero, y también aún a riesgo de cometer spoilers, es genial, más que digno de un top 5 anual. Pero vayamos un poco más despacio.
Este segundo larga duración va, quizá, un paso más allá de lo que su predecesor mostraba, todo bien manejado por el Lixx Danny Rexon, esto es, buen rollo, melodías a raudales, los 80 40 años después. Por supuesto, si esperas grandes instrumentaciones, alardes de técnica y demás, esto no es lo tuyo. Lo será si buscas mover las caderas mientras te enchufas al reproductor. La inglesa sigue portando la antorcha de grandes del estilo como fueron o son Lita Ford, Joan Jett, Lee Aron o las Vixxen, y decir eso no es decir poco.
Powerzone (2022) nos ofrece diez cortes de una calidad incuestionable que estarán sonando lo que queda de año en tu reproductor y en enero en las salas de por aquí.
De forma un tanto curiosa, el álbum revienta con “I Just Want You”, una power ballad tremenda nada típica para abrir un disco. Escuchándola te verás a ti mismo como Johnny 5 en Cortocircuito, y eso que estamos solamente en el primer tema. Seguimos con algo más propio con “(The Things We Do) When We’re Youn in Love”, con un ritmo que podría sonar en cualquier fiesta mientras las piernas se van cada una por su lado y la cerveza no para de correr. “Rock You Up” cierra el primer trío de forma tremenda. Un gran punteo, un bajo y un bombo que le dan potencia y un estribillo que te reventarán la cabeza. Deff Leppard no me dicen gran cosa, pero es inevitable ver cosas de ellos en este tema.
Más movida empieza “Love Gone Wild”, bien adornada con saxos (?), teclados y unas líneas vocales que no te sacará de la cabeza ni con aguarrás. A bastantes menos revoluciones e incluyendo gaitas, o algo similar, se presenta “Children of Tomorrow Gone” y su excelente líneas de bajo. Como todos los cortes del disco, el superglue se te pegará y nunca más podrás dejarlo. Y así llegamos al título que da nombre al disco. “Powerzone” es cañero, melódico, típico, tópico y genial. En esta ocasión estamos en una cursa de monopatines marchando montaña abajo a toda velocidad. Quizá yo le hubiera metido un doble bombo en el estribillo, pero entiendo que el estilo no lo requiere. ¡Tremendo!
Vamos a por el último cuarteto. Con cierto vacile empieza “I’m Ready (For Your Love)”, pero vacile del bueno, del buen rollo, de no saber cómo va el tema, que tiene el destino más que claro. El solo de guitarra de esta canción es muy bueno, muy acorde con lo que requiere. Aunque de idéntico nombre, “Nationwide” nada tiene que ver con los H.E.A.T. Este es, si cabe, aún más ochentero, como un señor de cara deformada amigo de Gordi, sus teclados de adorno y su vibra de la década dorada. “Streets of Gold” anuncia el final. Aquí lo acústico se adueña del panorama, rebajando (¿demasiado?) las pulsaciones, pero siendo otro gran tema. Ahora sí, acabamos con “Guilty of Love” y podemos ver a un boxeador corriendo por las calles de Philadelphia entrenando para un gran combate. Personalmente me gustan las canciones un poco más rápidas, pero la encargada de cerrar el álbum vuelve a ser un cañonazo lleno de luz y purpurina.
El segundo trabajo de Kane vuelve a ser un soplo de aire fresco ante tanta oscuridad musical y vital en este año. La inglesa, de la mano del nórdico, se ha sacado un disco que tiene que estar en las partes altas del top anual de cualquier amante del rock melódico, incluso del pop. Diez temas llenos de energía, de sonrisas y buen rollo que harán las delicias de cualquier hombre y mujer de bien. Uno de los discos del año.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.