¿Quién podía imaginarse esa fría noche de diciembre de 2019 en Helsinki que sería la última vez que el mundo vería a Alexi Laiho en acción? Un año más tarde, en diciembre de 2020, el virtuoso y carismático líder de Children of Bodom nos dejaba, y muchos nos quedamos huérfanos al ver como una de las bandas que sirvió mejor como puerta de entrada al metal extremo, desaparecía de nuestras vidas.
Han pasado justamente tres años de su partida y justo cuatro años de su última actuación. Es un buen momento para recordarle, para honrar su memoria y para disfrutar de sus riffs una vez más. Alexi nos dejó a los 41 años, demasiado joven, hostia, pero su música perdurará hasta el fin de los tiempos.
Su último disco en directo fue Chaos Ridden Years: Stockholm Knockout Live (2006), así que no está de más poder disfrutar de algunas de las piezas posteriores a 2006 en este formato. Hasta cinco discos publicaron los de Espoo tras ese momento.
Nadie pondrá en duda el virtuosismo de Alexi creando riffs, sus habilidades como guitarrista son innegables y en este nuevo disco en directo, la edición y producción logra que el sonido sea lo más nítido y fiel a lo que uno vivía en sus carnes en un concierto de la banda. En esta última formación de Children of Bodom encontramos a Jaska Raatikainen a la batería, Janne Wirman en los siempre majestuosos teclados y Henkka Seppälä al bajo.
Si pudiste ver a Children en sus últimos años de recorrido, seguramente podrás confirmar que el estado de forma de la banda y la conexión entre músicos era óptima. De primera mano puedo afirmar que, pese a que la banda se encontraba en un momento delicado con una ruptura en el horizonte, los artistas daban lo mejor de sí en cada show.
Reincidiendo en el sonido del disco, mucho mejor de lo previsto. Desconozco si en su momento se grabó el concierto con la idea de ser publicado en formado disco de directo, pues el sonido captado es tan bueno que me extrañaría que no fuera así. Sonido disfrutable al 100%.
En cuanto al repertorio, 18 canciones haciendo un especial énfasis en dos de sus discos más queridos, Hate Crew Deathroll (2003) y Follow the Reaper (2000). Aunque no podían faltar gemas como «Are You Dead Yet?», «Lake Bodom» o «Downfall». Ciñéndome al orden del concierto, tras cuatro canciones menos caristmáticas, nos topamos con el primer fogonazo de hits con el dúo formado por «Bodom Beach Terror» y la genial «Everytime I Die». La primera toma de contacto con los hitazos de Children of Bodom muestra a la banda en formato apisonadora.
«Halo of Blood», la infravalorada y veloz pieza del disco del mismo nombre, suena realmente poderosa en directo. La canción cuenta con uno de los riffs más veloces de Alexi. Seguimos con «Are You Dead Yet?», una de mis canciones preferidas y una de las más versátiles en directo, pues tiene una base melódica intensa y un estribillo muy resultón para agradar a todo el público. Pese a ello, la velocidad con la que la banda despliega la canción la hace un poco menos inspirada que en la versión original del disco.
Tras la melódica “Blooddrunk” y la también infravalorada y dura “I Worship Chaos”, entramos en la recta final del concierto repleta, por cierto, de himnos. “Angels Don’t Kill” junto a “Follow the Reaper” forman un combo espectacular, aunque la versión de la primera es algo más floja de lo que la banda nos tenía acostumbrados con normalidad. Tras la vintage “Deadnight Warrior”, nos topamos con otra de las canciones más memorables, “Needled 24/7”. Brutal. Y tras un pequeño parón entramos de bruces en los bises finales.
Los teclados épicos de la intro de «Hate Me» dan paso a la primera de una traca final en la que no podían faltar «Hate Crew Deathroll» y «Lake Bodom». «Downfall», de su disco Hatebreeder (1999), cierra la noche y, sin quererlo, la historia de Children of Bodom. Da cierta pena llegar a este momento, pensar en que esa sería la última canción de una banda tan grande, los últimos momentos en que uno podía ver y escuchar a Alexi en acción.
Sirva este disco como homenaje y como recordatorio tras la desaparición de la banda. Todos nos sentimos huérfanos de Children of Bodom. Con este disco rememoramos sus crudos directos y honramos la memoria de Alexi, el errante frontman que nos dejó antes de tiempo. Disco genial para cerrar el círculo, un disco con una producción perfecta que coge la esencia más fiel de un concierto de la banda y lo logra comprimir dentro de un disco.