Cinderella – Heartbreak Station: 30 años desde su última obra maestra

Ficha técnica

Publicado el 20 de noviembre de 1990
Discográfica: Mercury Records / Vertigo Records
 
Componentes:
Tom Keifer - Voz, guitarra, slide guitar, dobro, mandolina, piano
Jeff LaBar - Guitarra
Eric Brittingham - Bajo
Fred Coury - Batería

Temas

1. The More Things Change (4:22)
2. Love's Got Me Doin' Time (5:20)
3. Shelter Me (4:48)
4. Heartbreak Station (4:29)
5. Sick for the Cure (4:00)
6. One for Rock and Roll (4:29)
7. Dead Man's Road (6:38)
8. Make your Own Way (4:16)
9. Electric Love (5:24)
10. Love Gone Bad (4:21)
11. Winds of Change (5:35)

Multimedia




Escucha y compra

Este disco en Amazon: Cinderella – Heartbreak Station: 30 años desde su última obra maestra
Todos los discos de Cinderella en Amazon


Era 1990 y un fantasma llamado grunge crecía en Seattle e iba a barrer a todas esas bandas de glam y hair metal que le cantaban a las chicas, a las motos y a la fiesta sin fin. Lo de Cinderella había sido un campanazo tremendo con canciones tan buenas como icónicas de una era y se las prometían muy felices tras dos discazos del estilo. La gran baza, más allá de unos tremendos singles, era la inmaculada voz de Tom Keifer y su cambio de rasgado a limpio. A diferencia de sus rivales ellos venían del blues y eran más Zeppelin que el resto, como Great White, y no le hacían ascos al rock sureño combinando baladas lacrimógenas de manual con bombazos hard rock capaces de alegrarte toda la semana. Un grupo muy sólido y rico, pero también odiado por miles de personas.

Sobreexplotación y saturación de hard rock festivo angelino

De sus tres primeros discos multiplatinos quizá este sea menos exitoso, pero también es el más maduro. El sonido del desierto, las raíces americanas, los juegos con acústicas, lo sureño… todo suma en una gran colección de temas culminada por tres singles excepcionales capaces de sobrevivir en una escena en la que Guns N’ Roses y Skid Row parecía que no tenían rival. Ellos eran más accesibles y la MTV les amaba dando muchísima cancha a sus canciones en rotación. No repararon en gastos esta vez y fueron a lo grande. Participan aquí decenas de músicos y coristas para bastir un disco ambicioso como pocos. Quizá el problema era que venían de dos obras maestras y de que la propuesta hard rockera angelina era excesiva. En su día la gente jugaba en las críticas al disco a hablar de Cinderella confundiéndolos adrede con Posion, Mötley Crüe, Ratt, Warrant, Whitesnake y demás… Y es que todos hacían lo mismo, o si más no… lo parecía.

El disco

El inicio del compacto es tremebundo con ese slide en “The More Things Change”. Apabullante temazo eléctrico de alma zeppeliana vestida de hard rock de los 80. Imbatible estribillo adornado con una de sus bazas favoritas: el saxofón. Su hard rockera tan americano como inglés y en eso no tenían rival. El tema estratosférico es “Shelter Me” con ese inicio acústico y la rasgada garganta de un Keifer asombroso. Entran las coristas para dar un extra de color en una pieza feliz y desenfadada que volvió a demostrar que el grupo estaba tocado por las musas. Hay una base muy stoniana esta vez y el solo de saxo es sencillamente espectacular, jugando con una base de teclado en los arreglos puramente Quireboys, que en esos días pegaban fuerte desde el otro lado del Atlántico. Si en el videoclip cuentas con todo un Little Richard… pues ya lo tienes todo. Lo más recordado es la evocadora balada “Heartbreak Station” en la que todo un John Paul Jones de Led Zeppelin les hace los arreglos de cuerda. Una power ballad que rivalizaba con el “Every Rose Has its Thorn” de Poison.

Un bonito giro de guion llegaba en “Love’s Got Me Doin’ Time” abrazando el funky y demostrando que la base rítmica del grupo y Jeff LaBar a la guitarra iban bastante más allá de sus rivales con unos dejes más a lo Extreme. Les gustaba jugar con los clichés de la época y recordemos que en esos días su teclista bajaba desde el techo en una plataforma. ¡Puro exceso! Del no reparar en gasto de teclistas, vientos y coristas te ibas a los sonidos más americana de “One for Rock And Roll” y a su desnudez manifiesta. Acústica y voz a la que se le suman arreglos como la percusión y un aura reggae. Bashiri Johnson a la percusión les da clase a muchas de las canciones a la vez que personalidad en un disco repleto de matices y virguerías de producción. Disfrutarían de lo lindo el propio Keifer junto a John Jansen pues parecía como si tuvieran un cheque en blanco para hacer lo que quisieran. “Sick for the Cure” con multitud de coros, percusiones varias y todo un Ken Hensley (Uriah Heep) en el teclado para redondear el exceso.

En “Make Your Own Way” buscan ese equilibrio tan difícil entre el hard rock americano y el inglés y le añaden coros góspel en uno de los temas más directos y rockeros del álbum. Vuelven a amagar a balada, uno de sus terrenos favoritos, en “Electric Love”. Es un medio tiempo con mucho groovey con aires muy ZZ Top. A pesar de ser de Philadelphia con Cinderella puedes ver mundo. Recalcar el gran papel de Fred Coury a la batería y de Eric Brittingham a lo largo de todo el disco con una base potente sobre la que construyen un riquísimo mundo de arreglos complejos. Incluso los juegos percusivos vuelven a poner la brújula señalando a los Stones. “Love Gone Bad” pasa más desapercibida por mucho que destaque ese curioso final cabaretero. Al final vuelve a asomar la balada acústica en “Winds of Change” y en las orquestaciones vuelve a estar John Paul Jones. De verdad que su mano se nota. Gran composición quedando como si Keifer cantara en una de las piezas acústicas del III de Led Zeppelin. Una exquisitez.

“El metal de los años 80 es lo mas ridículo que he visto jamás en América. Bandas como Cinderella, W.A.S.P., Whitesnake y toda esa mierda…incluso Mötley Crüe. No me gustaban en absoluto. Nosotros influenciamos a más gente que ellos, porque éramos reales.” (Marky Ramone)

Veredicto

El disco es una pasada, pero no es apto para mucha gente. Obviamente para todos/as los/as que no soporten el hard rock americano de los 80 esto es vade retro. También es un disco demasiado acústico, de raíces americanas y con unos posos bluesy y de corte muy inglés. Eso es algo que nunca gustó a muchos de sus seguidores. Si te despojas de todos los muchos prejuicios descubrirás una obra tan auténtica como excesiva, también comercial. Cinderella siempre tuvo intenciones de buscar el disco de platino y las canciones rompelistas. Hay aquí para algunos/as la que es la mejor balada que dio su generación: “Heartbreak Station”, yo me quedaría con otra anterior, pero no le quitaremos méritos. Es 100% Cinderella. Los otros dos singles son una pasada, pero la gracia de esta obra es cavar un poco más hondo y descubrir el resto de material, variado y compacto como pocos. Luego vino el grunge y devastó a la banda por mucho que Still Climbing fuera un fenomenal canto de cisne. También tocará hablar un día sobre cuando Keifer perdió la voz (literalmente) y de la etapa actual con Tom solito. Pero lo dejamos para otra ocasión.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1372 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.