Poco me imaginaba yo que pudiera llegar algún día a ver un show de Coven, y menos sin tener que viajar por Europa. Jinx Dawson dio el paso hacia delante, se hizo con el nombre franquicia de Coven y puede pasearlo con dignidad y agallas. Tiene una banda que cumple bien y tira sobre todo de su ópera prima. El resto del material tampoco desmerece y más cuando la sala se va llenando hasta registrar una inmejorable entrada. Fue algo histórico pues Jinx es capaz de emocionarte y de tirar de pasión y de elegancia a sus casi 70 años. Noche completa con unos triunfadores Demon Head de teloneros, pero a ellos seguro que les volveremos a ver… A Jinx, quizá no. Muchos lamentaran no haber venido, yo ahora lamento no haber comprado el vinilo firmado.
Demon Head acaparan miradas sin necesidad de prender fuego
Gran sesión de rock diabólico escandinavo que fue capaz de hipnotizar a toda la sala. La gente quedó con los ojos fijos admirando un show en el que vimos a un grupo muy diferente de lo que suele ser habitual. Ese Ferreira Larsen combinando teclados y guitarras y una banda muy enchufada desde la inicial “The Night Is Yours”. A pesar de las referencias obvias a Billy Idol, In Solitude o The 69 Eyes hay que incluir a Danzig en muchos pasajes debido al tremendo parecido vocal del cantante. Plantaron el símbolo gigantesco del grupo, que no llegaron a flambear, pero sí lo estaba en la pantalla de fondo. Varios chorros de humo en momentos puntuales le daban dramatismo a su directo. Los coros de Birk haciendo segundas voces dan mucha profundidad a su directo.
Todo el grupo vestía de solemne negro, pero uno de sus guitarristas rompía un poco la imagen classy con una camiseta de Sepultura. Desgranaron gran parte de Hellfire Ocean Void como “Strange Eggs” con sus evidentes pasajes doom metal, pero no se olvidaron de material más antiguo. En general el grupo estuvo muy estático como en “Death’s Solitude”, pero tienen momentos absolutamente brillantes como cuando Ferreira y sus dos largas rastas aporrean el goliath, apoyando a Jepne Wittus a la batería. Uno de esos momentos memorables vino con la interpretación de “Labyrinth”, toda a acústicas y con su batería utilizando mazas.
Aquí ya hubo un escueto gracias a la audiencia y un tema final con el líder Birk tocando una guitarra portuguesa (12 cuerdas), que apenas era audible. Hay algunos detallitos escénicos a mejorar (hay momentos que los guitarristas tapan al cantante) pero en general estamos ante un grupo fresco y con las ideas muy claras. Si les oyes hablar en la entrevista que les hicimos verás que estamos ante una agrupación muy especial. Lástima, si hubieran quemado el símbolo al final hubiera sido un golpe de efecto espectacular.
Coven regalan nostalgia 50 años después de debutar
El telón subió y, tras él, túnicas y un sarcófago cerrado. Humo y oscuridad para dar la bienvenida a un evento histórico: Coven en nuestra ciudad. Se cumplían cinco décadas desde la aparición de Witchcraft Destroys minds and Reaps Souls, casi nada. Sonaba de fondo “Satanic Mass”, el último tema que cierra el disco y es una misa satánica. Luego apareció la diva rubia tras una máscara de diamantes, enigmática, ideal para que los fotógrafos capturaran imágenes chocantes mientras el resto del grupo vestía sus capuchas en “Out of Luck”. La imagen era completamente referencial a otro de los grandes del shock rock: Arthur Brown, aunque faltaba fuego… La voz de Dawson suena varios tonos por debajo y su afinación en los primeros temas era muy mejorable, pero la voz fue calentando y todo mejoró. Hubo la memorable “Black Sabbath” acompañada por las imágenes de la película “Haxan”. Imposible un matrimonio audiovisual mejor.
El quinteto funciona con guitarra, bajo, teclados y batería y juega con las imágenes reproducidas en la pantalla trasera de la sala. En “Coven in Charing Cross” la mística de los parones con narraciones, y con el grupo haciendo el signo de los cuernos, fue impactante, más allá de que las narraciones eran sampleadas. Además de los tonos esquivos, algo faltaba en su directo, y eso que canciones como la hippy “White Witch of Rose Hall” te enamoraban. Yo creo que en el fondo sucede que el grupo actualiza el sonido hacia la modernidad, e incluso endurece la propuesta, y se echa de menos ese toque añejo con los aires psicodélicos que flotan en el disco. En “Wicked Woman” todo estaba ya en su sitio y Jinx no se cansó de dar la mano a las primeras filas, no abusó de largos parlamentos, y estuvo más comunicativa que Demon Head.
Sorprendieron las campanas de “Crematory”, un tema que desconocía y que tiene mucha teatralidad, vela en mano, siendo capaz de convivir con históricas del calibre de “Choke, Thirst, Die”. Fue aquí cuando Jinx cogió una calavera para dar un aire más tétrico al directo. Mismos ingredientes para “Black Swan”, tema perteneciente a su última obra Jinx, que se inspira perfectamente en sus momentos de gloria . Danzas de brazos y manos para que su crucifijo invertido se contonee y nos rebote la luz de los focos. En esos momentos el resto del grupo ya no lucía las capuchas de monje y se les veía especialmente cómodos sobre escena. Momento pues para presentarlos. Toca destacar la labor de un preciso Jeffery a la batería y las melodías y apoyos, más que necesarios, del teclado de Alex. Pero saben perfectamente que son sustituibles a la mínima.
“Dignitaries of Hell” vino acompañada por imágenes psicotrópicas de fondo, pero el aura hippy y feliz del tema quedó algo mermada por el tratamiento actual por el que opta el grupo. Nada malo, pues luego se continuó esa misma senda con “For Awful Carnal Knowledge”, a pesar de que no hubo dueto con voz masculina, algo que sí ocurre en el disco. El uso del reverb es algo exagerado, pero para nada empequeñece la meritoria labor de la vocalista de Chicago. “Epitaph” es otra concesión a su última obra, en un puesto de honor. Hubo un único bis y fue uno de sus pocos éxitos fuera de su obra cumbre: “Blood on the Snow”, un tema redondo y muy accesible que se acompañó de imágenes de la rutilante y satánica juventud de su vocalista. Recalcó que era la despedida y que el tema fechaba de 1974. Me sorprende que el grupo olvide conscientemente “One Tin Soldier”, que a la postre, fue su único “gran” éxito. En hora y cinco minutos habían despachado ya el directo, haciendo la recurrente reverencia con sus brazos entrelazados y ante el aplauso de una convencida audiencia. Se agradeció el generoso y variado merchandising y esos vinilos que ya venían firmados. Había que estar allí y Barcelona (y Hospitalet) respondieron bien. No le podemos exigir a Jinx… ni que alargue el set ni que salga a firmar. Con que haya venido ya nos ha hecho más que felices. ¡Cuernos arriba!