Con motivo de la presentación de su nuevo álbum Wheelhouse (2018), el noveno de estudio en su dilatada carrera en solitario, el norteamericano Greg Howe, uno de los mejores y más virtuosos guitarristas de hard rock, jazz fusion, heavy instrumental, de la escudería Shrapnel Records del productor Mike Varney, pasaba por primera vez por nuestro país. Todo un lujo que las cerca de 150 personas que acudían a la Sala La Nau no quisieron perderse.
Pasaba poco más de media hora de las 21:00 cuando tomaron las tablas el trío formado por Howe a la guitarra, Ernest Tibbs al bajo y Gianluca Palmieri a la batería. Solo arrancar el show, con un sonido impecable, ya se intuía que sería de aquellas noches memorables. El anfitrión hizo su papel haciendo gala de simpatía y timidez a partes iguales (¡qué distinto a otros guitarras cuyo ego parece hincharlos hasta ocultar al resto de la banda!) y amigos, tema tras tema la cosa sonaba mejor. La primera lección de la velada fue que el virtuosismo bien entendido no tiene porqué ser empalagoso, cargante o cansino. Quizás el factor jazzy permite que el volcado de notas sea más melódico y ameno que con el chip neo-clásico, quizás es cuestión de sensibilidad musical. En más de una ocasion pensé que el americano sería una buenísima opción para completar una tríada del G3 con Satrini, para engrasar un evento que, con extremados tecnicismos y salvo honrosas excepciones, está derivando en aburrido.
Otra agradable sorpresa fue la inclusión de un solo de batería, de larga duración para el set que ofrecieron, pero que dio la oportunidad a Palmieri de lucirse a los parches, a la vez de demostrar que Greg hace gala de gran filantropía al compartir el foco con sus compañeros de escenario. La verdad es que resultó una clase magistral, con variedad de colores y dibujos a los parches para cualquier batería que se precie.
Debido a las pocas salidas del guitarra por estos lares y lo inestable de su formación, que varia según disponibilidad de sus miembros, Howe nos ofreció un set con temas que ya forman parte de su repertorio habitual: desde el primigenio “Kick It All Over”, repasando “Jump Start” o la que dedicó a su primera pareja, “Tempest Pulse”. Nada que objetar, ya que era la primera vez que los allí presentes disfrutamos de tamaño genio. Quizá, la percepción de que se había hecho corto fue debido a que todos pasamos un buen rato.