Cloud Nothings están de vuelta tras tres años de silencio discográfico, su periodo de inactividad más largo hasta la fecha. Su regreso se traduce en un notable décimo trabajo de estudio titulado Final Summer (2024). Siendo una constante en la carrera de la banda liderada por Dylan Baldi, este nuevo disco viene adornado por otra minimalista pero sugerente imagen de portada. Fiel al título del disco, la imagen de una puesta de sol casi otoñal nos da muchas pistas sobre el contenido del mismo.
Tras un par de discos menos inspirados, los de Ohio se ponen bajo la batuta de un Jeff Zeigler que ha sabido llevar el sonido de bandas como The War On Drugs o Kurt Vile a lo más alto. Lejos de buscar la innovación o transgresión que la banda mostró en sus discos de época pandémica, Jeff les impulsa a hacer lo que mejor saben hacer: rockear.
Final Summer es una breve colección de canciones marca de la casa. Un poco menos de media hora de ganchos, sintetizadores, estribillos poderosos y riffs enérgicos. La vigorosa y festiva «Final Summer» con ese riff repetitivo y unos sintetizadores simples pero super efectivos marcan en punto de salida del disco. Un inicio inmejorable que nos sacude todas las dudas con las que podríamos entrar a este nuevo disco.
La onda de Weezer sobrevuela algunas de las canciones del disco como en «Daggers of Light» o «On the Chain», canciones que juegan en la fila línea que separa a menudo el rock alternativo y el indie rock. Canciones con pasajes repetitivos y cierta distorsión que ponen a prueba la paciencia del oyente. Otras me remiten directamente a la mejor etapa de Dinosaur Jr como la maravillosa «I’d Get Along» con un juego de guitarras informal pero incisivo o incluso la vertiginosa «Mouse Policy».
Aunque el disco pueda parecer fácil y directo, uno necesita varias escuchas para conectar con toda la gruesa capa musical que se esconde tras la carismática voz de un pletórico Baldi. Musicalmente, quizás es el trabajo más logrado y completo de la banda de Cleveland. El único pero que le puedo encontrar es, posiblemente, su escasa duración, aunque mejor estas nueve canciones impolutas que un disco repleto de rellenos. Echábamos en falta a estos Cloud Nothings, un placer tenerlos de vuelta y en este estado de forma tan óptimo.