Si alguien os dice que este grupo se hizo un nombre por poner la canción de cabecera del Supervivientes (2009) de su país, está claro que hay que ir a Escandinavia, concretamente en Suecia, la tierra que cada mes saca a una banda mejor que la anterior. Pude hacer reseña del State of Grace (2012) y parece que la cosa vuelve a mejorar desde la fecha. Sonido más definido, ideas más claras y un enfoque melódico y similar al de Sparzanza. Son habituales de las listas de éxitos nacionales y parece que con Bitter van decididos a subir un par de peldaños de golpe.
Riffs muy definidos, capas de sonido, coros de apoyo y voces rasgadas les pueden acercar a veces a In Flames, otras a Amon Amarth, pero con toques tecnológicos y buscando la comercialidad, a la vez que trabajan bien las melodías. Jens Westin demuestra sus dotes vocales en “Breathing”, un tema que ejemplifica bien todas sus bondades. “Cross” es el single y se inicia con ritmos maquinales y con una producción trabajada a conciencia para hacerles sonar contundentes, pero accesibles. Estribillo a voces limpias con punch y con unas guitarras rítmicas marca de a casa. Batería y bajo casan para que Tomas Andersson dibuje sus solos.
En “Burn” hay un evidente acercamiento al “Pursuit of the Vikings” de Amon Amarth, y son terrenos cómodos y abonados para su estilo. Incluyen incluso un bello pasaje acústico que da color al tema y unos coros poderosos que elevan a la composición. Escalas arábigas y templanza para “Black”. Quizá aquí puedas adivinar algunos elementos de post grunge con los que empezaron, pero termina todo siendo un medio tiempo intenso y creciente para finalizar con contundencia. Está claro que disco a disco consiguen mejores mimbres para su sonido y mucha más personalidad.
Buenas guitarras dobladas para el inicio de “Testament”, en otro certero tiro accesible pero no exento de fuerza ni potencia. Westlin juega con sus registros y modifica su voz del limpio al rasgado en otro de los temas más completos del disco, con un importante deje a Machine Head. Gran solo de guitarra en “Scream”, combinada con esos riffs base a los que suman capas de coros. Clave tenebrosa en “Cyanide” resaltando las afinaciones bajas, volviendo a tirar de la versatilidad de su vocalista y formando otro estribillo de los que pegan y quedan. Pero si algo peca el grupo es de linealidad compositiva y de que muchos temas se asemejan bastante.
La fórmula es clara y “Destruction” son dos tazas de lo mismo, aunque el juego de dobles guitarras en el solo por parte de Westlin y Tommy Rehn es más que notable, siendo el corte más corto. Más agónica y diferente resulta “Time”, con otra buena dosis de guitarras dobladas. En “Drown” se tienden puentes hacia Machine Head e incluso el baterista Per Sölang se luce con patrones complejos de doble bombo, pero sin perderle el gusto por la melodía o los interludios lentos que rompen el tema. Cierran con “War”, abrasivo medio tiempo con un importante juego en línea vocal y estribillo. Quizá lo más comercial y extenso del disco.
Corroded están ante un disco clave y han trabajado bien desde su génesis. La mezcla de comercialidad, pero sin renunciar a su metal contundente, se abre paso en la que quizá sea su mejor obra hasta la fecha. La parte comercial se acerca a sus compatriotas Sparzanza pero a nivel de riffs y voz están más cerca de Amon Amarth o de Machine Head. Es un disco que necesita de escuchas a pesar de que los temas fluyen y entran fácil. No sé si es el disco que les hará crecer, o les estancará como ya pasó con su anterior Defcon Zero, pero es perfecto para dar a conocer a Corroded más allá de la península escandinava.