¡Al fin! Como se echaba de menos todo lo que rodea a la música en directo y más un festival, aunque sea en formato reducido, con restricciones y obligaciones incómodas que no dejan disfrutar como DIO manda. Pero aún así, creo que hay que apoyar, ahora más que nunca, el esfuerzo de organizadores como el que se pegó la Associació Ripollet Rock. Un 10 para ellos y sumarle las bandas que siguen poniendo todo de su parte.
A las 19:00 en punto daba comienzo esta «mini» edición del Ripollet Rock 2021, con un cartel formado al completo por bandas nacionales. Fueron Ankhara los primeros en subirse al escenario que, como todos los años anteriores, es espectacular y no tiene nada que envidiar a los de los grandes festivales de pago. Hasta la gran altura, “odiada» sobre todo por los fotógrafos, diría que es idéntica. Vuelvo al grano, que se me ve la vena fotera…
Ankhara
Los madrileños Ankhara, desde el primer segundo, salieron a disfrutar y a hacer disfrutar, sin importarles mucho el posible ambiente frío por las circunstancias: el público en sillas, distancia seguridad, mascarillas y sin una cerveza en la mano, salvo en el espacio habituado para ello, algo más alejado del escenario. Los madrileños (y el gallego) supieron ganarse y llevarse a su terreno desde la primera nota a todo el personal con un repertorio basado en su material mas antiguo, como “No digas nunca“, ”Demasiado tarde” o “Un paso más”, aunque también fueron intercalando algún que otro tema de su último trabajo Premonición (2021), como “Sueña” o “Lentamente”, que fue la elegida para abrir su actuación.
A destacar el buen hacer y la energía que derrocha Alberto Marín a la guitarra. Él solo casi sería suficiente para llenar un escenario, pero si además le sumas la voz de Pacho Brea y su buen rollo… Gran y bonito gesto recordar a los que ya no están con nosotros. Me gustó mucho la base rítmica, el sonido fue impecable, lo que se traduce en un grupazo capaz de aprobar con nota en cualquier escenario.
El tiempo para cada banda era de unos 60 minutos aproximadamente, algo acertado a mi entender, pues así no había un cabeza de cartel que gozara de más minutos.
Angelus Apatrida
Turno para los albaceteños Angelus Apatrida quienes, a día de hoy, creo que es la banda más top e internacional (junto a Crisix) del país. Y es que suben a las tablas y te lo demuestran. Como relojes suizos, descargaron temas de su último trabajo homónimo como “Bleed the Crown”, junto con fijos ya de sus repertorios como ”One of Us”, “Sharpen the Guillotine” o “Of Men and Tyrants”. Un sonido demoledor con una puesta en escena brutal destroza cervicales, y con “End Man” o “Give ‘Em War” para rematar, temas te dejan sin aliento.
Están a la par de cualquier de los grandes bandas americanas o alemanas del estilo, no hay una crónica mala de su paso por ciudades donde, aun con la pandemia encima, han presentado sus canciones: la noche anterior en el Resu gallego, esta noche en Ripollet y, al día siguiente, al Metal Paradise en Málaga. Mucha tralla y sin apenas descanso. ¡Imparables!
Tierra Santa
Tiene que ser complicado salir después de una de las bandas más en forma del momento, y más aún si le sumas algún que otro problema técnico y un ligero retraso, con lo que eso conlleva en un festival y más si hay hora límite por orden gubernamental. Tierra Santa saltó al ruedo con estos problemillas y con nubes de humo que, ya no por hacer fotos (que también es una pesadilla), hasta gente del público se quejaba: ”¡No se ve un pijo!», frase del chaval que tenía al lado al sentarme a ver la actuación. Todo sumó para que quizá por eso les costara un poco más entrar en calor, pero nota a nota y con el público volcado con ellos, todo pasó a ser algo anecdótico y defendieron con mucha clase su repertorio, con clásicos como “Juana de Arco”, “La canción del pirata” o ”Indomable”. Se superaron y, al final, con facilidad, mantuvieron el gran nivel de la tarde noche.
Zenobia
Con los minutos acumulados debido al pequeño retraso, Zenobia saltaban a escena con “Sin perder la pasión” y apenas a 45 minutos de la hora H, algo que creo ayudó a Jorge Berceo, pues le acompañaba una faringitis inoportuna que no pudo con él y su gran actitud. Actitud que también rebosa el resto de la banda, con un buenísimo sonido y siendo muy compactos y sin un solo error. Más bien al contrario, pues daba la impresión de que todos estaban dando el 110% para, por ejemplo, apoyar a Jorge con muy buenos coros. Temas como “El último bastión” o “Ícaro” fueron cayendo, sonando de notable y haciendo olvidar al publico los problemas en la voz.
En “Corazón de hielo”, Nica, vocalista de Rising Core, se marcó un gran dúo con Jorge, cosa que agradeció, pues como él mismo dijo, les dio un buen empujón, ya que era algo de aire para su voz y para iniciar la recta final con “Borraré tu nombre” o “Lo llevo en la sangre”.
A pesar del recorte del setlist (creo que al menos un tema, pero esto no lo podría asegurar), el público se fue del recinto con un muy buen sabor de boca, y viendo el nivel de las bandas, de la organización y del público, puedo afirmar con rotundidad que asistimos a otra grandísima edición del Ripollet Rock.