Mientras que para mucha gente alejada de su nicho estilístico los suecos Cult of Luna son quizás aún unos completos desconocidos, hay muchos otros los consideran (valga la redundancia) una banda casi de culto. Personalmente, yo no solo me adscribo sin dudarlo a este segundo grupo, sino que en mi mundo particular el sexteto de Umea es una de las formaciones más indiscutiblemente imprescindibles, pivotales, inspiradas e inspiradoras con las que he podido compartir ondas sonoras en los últimos veinte años. Y no hay para menos, ya que desde que les descubrí a través de ese ya lejano disco homónimo que publicaron hace prácticamente veinte años, la banda liderada por Johannes Persson y Magnus Lindberg han ido publicando discarral tras discarral para dejarnos repetidamente sin aliento con su post metal personal, agresivo, intenso, dramático y espacial.
Después de que hayan pasado poco menos de dos años desde la publicación del inmenso A Dawn to Fear, Cult of Luna están ahora de vuelta con este EP llamado The Raging River. Tal y como el propio Johannes nos explicó con todo detalle en la extensa entrevista que mantuvimos con él hace unos días, esta nueva entrega de la banda sueca tiene su origen en esbozos de canciones que nacieron en las sesiones de A Dawn to Fear pero que en esos momentos aún les parecieron demasiado verdes como para incluirlas en ese disco. Así que, por un lado, se trata aún de los últimos coletazos de esa era de la que no podemos desligarlo ni conceptual ni sónicamente, pero a la vez no es una simple extensión de su disco previo como podríamos decir que sí fue en su momento Vertikal II respecto a Vertikal.
Por ello, y excepto por la breve y desconcertante incursión de un invitado tan especial como es Mark Lanegan (un cameo del que ya hablaremos en un ratito con más detalle), no hay nada sorprendentemente nuevo en la mayoría de temas de este disco, que como era de esperar siguen bastante fielmente las directrices de A Dawn to Fear. Eso, por supuesto, no tiene nada de malo, al contrario, y aquí encontraremos altas dosis de densidad, de épica y de magnetismo marca de la casa repartidos en cinco canciones y poco más de cuarenta minutos. Esa sería una duración más que suficiente para suponer un disco completo de casi cualquier banda normal (y de hecho los propios Cult of Luna ya han publicado discos de cinco canciones como, sin ir más lejos, el imbatible y aclamado Mariner), pero más allá del minutaje, la ausencia de una narrativa sónica propia les motivó a formatearlo como un EP que cerrara el ciclo iniciado en su trabajo anterior.
Más allá de lo estrictamente musical, otra novedad importante que no podemos pasar por alto es que se trata del primer álbum que los suecos publican con su nuevo y flamante sello discográfico, llamado Red Creek Records. No es que de golpe vayan a dejar de trabajar con sellos consolidadísimos del mundillo metálico (a lo largo de su carrera han publicado con Earache, Indie Recordings y, actualmente, Metal Blade) para pasarse al underground, sino que su sello actual les ha cedido la oportunidad de estrenarse con este EP, creando asi el bombo necesario para poder despegar con fuerza y credibilidad. La misión de este sello, que será distribuido por la propia gente de Metal Blade y por Season of Mist (casi nada), será la de visibilizar a todas aquellas bandas con las que Johannes y compañía crean a pies juntillas, y la verdad es que no me sorprendería demasiado que de aquí salieran auténticas joyas.
Tanto el genial “Three Bridges” que ya habíamos podido escuchar a modo de avance como ese “What I Leave Behind” que viene inmediatamente detrás constituyen, en mi opinión, los mejores temas de este trabajo. El corte que abre The Raging River es sencillamente brutal, mezclando delicadeza con épica, emotividad, crudeza y opresión y acertando de pleno en las sucesivas melodías y atmosferas que forman sus casi nueve intensos y entretenidos minutos de duración. La igualmente fantástica “What I Leave Behind” no se queda atrás en brillantez y espíritu, y su gravedad, intensidad y aura espacial pueden llegar a recordar a algunos de los mejores mejores momentos de la carrera reciente de los suecos sin palidecer en el intento. A mí, personalmente, me flipa.
Pero claro, más allá de la oportunidad de gozar de cuarenta minutos más de Cult of Luna (lo que ya es todo un reclamo por si mismo), la gran atracción aparente de este EP es la colaboración con Mark Lanegan en “Inside of a Dream”, una colaboración que os tengo que confesar que a mí me ha dejado bastante frío y situaría sin ningún tipo de reservas como lo más flojo de este disco independientemente de que hayamos puesto demasiadas expectativas en ello o no. Y no porque no me guste el trabajo de Mark en solitario, más bien al contrario (recuerdo su concierto bajo la lluvia en el BBK Live de 2013, por ejemplo, como un momento realmente mágico), pero tanto la línea vocal como el desarrollo instrumental del tema me parecen tristemente anodinos y definitivamente muy mejorables.
Si alguien esperaba una especie de mezcla alquímica como la que significó la aparición de Julie Christmas en el sobrenatural Mariner se llevará una decepción muy seria, ya que “Inside of a Dream” se me antoja forzadísima, no suena a Cult of Luna por ningún lado ni logra encajar en su entorno de ninguna de las maneras. Y en mi opinión es una verdadera pena, ya que lo percibo como una oportunidad perdida para maridar de verdad la fascinante voz de Mark con las señas de identidad de la música de los suecos.
Por suerte, el post metal potente y dramático que tan bien conocemos vuelve con toda su intensidad a través de las primeras notas de un “I Remember” que, a pesar de tratarse de un tema notable con algunos pasajes desgarradores y sencillamente bestiales en su cruda sencillez, también cuenta con largos desarrollos que navegan entre lo previsible y lánguido hasta, directamente, lo poco inspirado. No voy a decir que es un mal tema, claro, pero en su global me parece evidente que no alcanza la brillantez ni la cohesión de los esperanzadores y motivantes dos primeros cortes de este trabajo.
Como ocurre en muchas otras ocasiones pasadas, para cerrar los suecos se reservan el corte más largo de este trabajo. Además, “Wave After Wave” es probablemente la canción más rica, ambiciosa y compleja de todo el disco, cabalgando con sobrada solvencia a través de sus doce minutos de duración a pesar de que en varios momentos adolece de una cierta falta de fuerza y de que algunos de sus cambios me parecen sorprendentemente precipitados y faltos de naturalidad. Su repetitivo ritmo de base es muy dinámico y hasta cierto punto luminoso, mientras que los arreglos y los detalles me parecen delicados pero muy acertados. Los minutos finales están igualmente repletos de épica (trufada incluso de psicodelia) y suponen probablemente lo mejor de un corte que, estando bien, no acaba de motivarme con la facilidad que acostumbra a hacerlo esta banda.
Dicho esto, y como no podría ser de otra forma viniendo de quién viene, no hay duda de que The Raging River es un buen trabajo. Pero a pesar de que las dos primeras canciones apuntan altísimo, a mi juicio este EP se va desinflando poco a poco para acabar navegando en una cierta insustancialidad solo salpicada de algunos momentos brillantes. Si a eso le sumamos la sonora decepción que me ha supuesto la publicitada, esperada y fallida colaboración con Mark Lanegan, hace que nos encontremos ante uno de los trabajos, en su totalidad, menos excitantes de la independientemente espectacular carrera de los suecos. O, al menos, y a la espera que me vuele la cabeza en futuras escuchas, así lo siento ahora mismo.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.