Poco o nada hemos hablado en Science of Noise sobre la banda danesa D·A·D. Originalmente conocidos como Disneyland After Dark hasta que decidieron abreviar su nombre para así evitar una demanda de Disney. La banda se formó en 1984 y son conocidos por su estilo enérgico y su mezcla de hard rock con elementos de glam y punk.
A lo largo de los años, han lanzado varios álbumes que han sido bien recibidos, especialmente en Europa y sobre todo en su Dinamarca natal, pues allí con considerados una de las bandas más exitosas de todos los tiempos. Su música normalmente presenta letras pegajosas y melodías memorables, lo que les ha ganado una base de fans leal. La época dorada de la banda fue a finales de los 80 y principios de los noventa, coincidiendo con el momento álgido del hard rock. En ese período de tiempo lanzaron No Fuel Left for the Pilgrims (1989) y Riskin’ It All (1991), considerados sus dos mejores trabajos.
Desde ese momento, la banda nunca ha dejado de girar y publicar discos siempre de calidad notable. Su único hecho destacable fue el cambio de batería en 1999 con la salida de Peter Jensen y la inclusión de Laust Sonne. El resto de formación sigue siendo la misma desde su fundación siendo los hermanos Binzer, Jesper voz y guitarra, Jacob guitarra junto al bajista Stig Pedersen.
Su nuevo y último disco se titula Speed of Darkness (2024) y llega de la mano de AFM Records. Se trata de un disco con el sonido clásico de la banda, teniendo en cuenta la estabilidad que no sólo permite al grupo tener una base común muy sólida, sino que también proporciona una visión y una dirección musical desde el primer día. Una vez más, D·A·D apuestan por un hard rock atronador que abarca toda la gama del género. Este nuevo disco cuenta con catorce nuevas piezas que suman cerca de una hora de duración. Para un servidor, quizás un poco largo.
El disco arranca con “God Prays to Man” y con un guitarreo clásico de hard rock, con un gran groove en el riff, un gran solo, voces rasgadas… muy estilo Aerosmith. Ahora si la banda coge velocidad con “1st, 2nd & 3rd” y juguetea con ricas melodías y temática profunda en “The Ghost”, canción que habla sobre el amor separado, la pérdida y la esperanza, sobre aferrarse a algo que puede llegar, o que puede haber desaparecido ya. “Speed of Darkness” es más pesada, dura y lenta tal y como su nombre indica. Saltamos a la harmoniosa balada “Head Over Heels”, una de las mejores canciones del disco.
Así, con estas seis primeras canciones podemos ver la dinámica del disco. Variado, ecléctico, pero siempre bajo el prisma con el que D·A·D. hace su música. De aquí al final queda claro que la banda irá saltando entre dinámicas con estilo.
Speed of Darkness sigue mostrando a una banda fiable, una banda que camina hacia una dirección y que ha logrado crear un sonido que les hace siempre reconocibles. D·A·D sigue apostando por un hard rock que para nada suena antiguo. Se han logrado adaptar al paso de los tiempos y siempre, siempre han sonado frescos. Este nuevo disco no inventa nada nuevo pero sigue aportando la dosis de D·A·D necesaria al paso del tiempo.