Danko Jones es siempre sinónimo de fiesta. Desenfadado, sin complejos, siempre sujeto a una fórmula básica y sin intentar trascender, sentar cátedra o innovar. O te encanta o lo odias. Rock n’ roll de Ontario, de pedigrí y que posee el beneplácito de toda la escena. Danko es un tipo muy grande y se lo ha ganado a pulso. Ha grabado con Lemmy, con Volbeat y ha salido de gira con muchos de los grandes, además de haber estado en todo tipo de festivales, incluidos los más grandes de heavy metal. Y obviamente en el escenario principal, faltaría más. En cuanto a discos va de obra maestra a disco correcto, y esta ondulación es lo que más temía esta vez con A Rock Supreme. Yo sólo le pido que me entretenga, que grabe un par de clásicos y que me muera de ganas de volverlo a ver. Cumple sobradamente las tres peticiones, por lo que si eres un habitual de su música… Sí, vuelve a valer la pena.
Sus letras pecan de poca profundidad, pero cuando te brindan un single como “Dance Dance Dance” vuelves a tener en frente al mejor bebe-horchatas posible. Curiosamente es de verso exigente y la demostración vocal es de lo más rotundo que ha hecho en toda su vida. Gran puente y estribillo para manufacturar un nuevo himno rockero. El uso y abuso de la fórmula se me hace contumaz en “Love Love” pero me convence en “I’m in a Band”, con cencerro incluido. Galones e intensidad para un tema que define perfectamente lo que significa Danko Jones. Sus escuderos John Calabrese y Rich Knox siguen ahí, dando el callo y cumpliendo con clase y solvencia. “We’re Crazy” es un temazo de directo de los que sabes que te enganchan y con el que uno lo da todo. Fácil de corear y rebosante de energía. También sorprenden cuando se acercan a los Thin Lizzy de la era pre-Jailbreak en “That Girl”, esas cdencias, esos riffs electrificados y ese estribillo mágico y melódico es muy Lynott. Incluso la forma de cantar es muy de Phil.
De lo más sorprendente del compacto resulta “Lipstick City” con frases tan poco sutiles como “si tu traes la vainilla, yo traeré el chocolate”. Pero a la postre es de lo más notable del disco, mostrando un medio tiempo rico que eleva el minutaje a cuatro minutos y medio, algo poco habitual en el señor Jones. En “Fists Up High” se acerca en terrenos más propios del sleazy rock escandinavo que tanto brilló en los 90. Ese toque Hellacopters o Backyard Babies le sienta fenomenal al power trío. Otra composición que pinta que va a quedar como clásica es “Party”, con coros invitados muy protagonistas y uno de esos estribillos que se te tatúan en la materia gris. Lo vas a estar cantando toda la tarde-noche. Otro interesante giro es el que te lleva en volandas hacia unos endurecidos Aerosmith de los 70 en “You Got Today”. Sí que hay la fórmula, pero en algunos temas se nota que Danko ha querido arriesgar controlando. Y si hay un single evidente ese es “Burn in Hell” que se adentra en el pantano sureño con impresionantes resultados. Otra vuelta de tuerca y un paso más hacia el acierto.
Os confieso que el disco me ha entrado fácil de primeras, pero le he visto una reiteración excesiva en la fórmula. Las sucesivas escuchas te apartan de esta opinión y hay un interesantísimo juego en el acercarse a diferentes estilos y grupos que le da mucho empaque al disco. Por otro lado, os diría que Danko Jones no había cantado mejor ni arriesgado tanto en lo vocal hasta esta obra. Estaríamos hablando del mejor álbum desde Below the Belt, y eso es decir mucho. También destaca la portada retro con un dibujo lleno de detallitos que te hacen pasear la vista por toda la historia del grupo. Él sigue a lo suyo, la banda mejor que nunca y el listón vuelve a subir a base de variedad, pero sin dejar de sonar a Danko Jones.