A pesar de la evolución que ha tenido Dark Tranquillity durante sus más de 30 años de carrera es uno de los grupos más coherentes de toda la ornada que salió en los 90 del denominado death metal melódico que arrasó con grupos como In Flames, Arch Enemy, At the Gates, Insomnium, etc. Mientras estos grupos nombrados lo dejaban, otros cambiaban radicalmente buscando la comercialidad y muchas otras cosas, Dark Tranquillity se metían de lleno en su propio mundo y daban un salto bastante grande con su disco Projector (1990). También hay que decir que no han hecho dos discos iguales y desde sus inicios fueron bajando la intensidad de su música que no su calidad.
En Projector nos ofrecieron un acercamiento a las voces limpias, los pasajes calmados pero como siempre con unas deliciosas guitarras cosa habitual en ellos aunque en un tesitura diferente. Al principio a muchos nos sorprendió para mal este cambio (tanto musical como estilísticamente hablando) pero la verdad que con los años ha madurado muy bien y es uno de mis preferidos si no contamos con su gran obra llamada The Gallery (1995).
Un año más tarde y rodeados de esta inspiración que les dio la salida de Projector se juntaron de nuevo para componer su continuación, consolidando así su nueva propuesta. Añadieron a sus filas a Martin Brändstörm encargado de los teclados, programación y aparatos electrónicos. Con él tuvieron más herramientas para desarrollar su música y este Haven se nota como un impás, una prueba para ver como funcionaba esta fusión.
El disco arranca con la futurista y espacial «The Wonders at Your Feet», un clásico instantáneo. El sonido es mucho más poderoso y potente que en su anterior disco y aunque no alcanzan velocidades altas, ni falta que les hace. El protagonismo de los teclados es más que patente durante todo su desarrollo pero sin olvidarse de las guitarras que aunque no son tan soberbias y barrocas como en sus primeras obras destilan elegancia. Esta canción ha sonado en muchos de los conciertos que llevan dando desde el año 2000 y podría decir que es de mis preferidas.
Sin darnos casi cuenta ya se ha terminado ya que son bastante cortas, entre 3 y 4 minutos. Así que nos encontramos con «Not Built to Last» con un regusto al Projector bastante pronunciado pero sin voces limpias, en este disco Mikael las dejó prácticamente de lado y usó otros recursos endureciendo y matizando todas sus líneas vocales. La calma se apodera del resto de la canción moviéndose en medios tiempos y pasajes delicados sin renunciar a acelerar el paso hacía la recta final.
Un bajo soberbio con un sonido perfecto nos introduce «Indifferent Suns», una canción que tira más hacía una especie de gothic/death melódico con partes un poco más épicas. La verdad que se echa en falta un poco más de riesgo pero ellos quisieron apostar por este tipo de composiciones para este disco y bueno, ya depende de gustos. Simplificar tu propuesta a veces sale bien y a veces no.
Otro clásico inmediato es sin duda «Feast of Burden» con aires de heavy/power metal en las guitarras añadiendo ritmos electrónicos creando una curiosa mezcla. En esta canción me suenan y mucho a los alemanes Crematory por el uso de los teclados que en este primer acercamiento se nota que están un poco comedidos en relación a como ha sido la evolución de Martin en la banda.
Llena de estridencia y pretensión arranca «Haven» aunque pronto parece que nos hallemos en un bosque rodeado de hadas. Misteriosa y con halos de luz y oscuridad está guiada por la voz de Mikael en una nueva tesitura pero si os soy sincero no parecen ni ellos tocando. Le metí muchas vueltas a este disco pero no me acabó de convencer mucho en su totalidad, ha madurado algo mejor pero sigue siendo un experimento bastante raro.
«The Same» se acerca más al death metal melódico pero durante poco rato para seguir apostando por un híbrido entre el death y el gothic. Por su parte «Fabric» siempre me ha parecido una gran canción. Tiene poderío, mucha fuerza y esos sonidos orientales le quedan que ni pintados aunque peca de repetitiva.
Siguen con una pieza más suave en su inicio y con un piano que puede chirriar aunque se arregla rápido y se ponen duros y oscuros. «Ego Drama» es solemne y tiene calidad pero como he dicho antes en ocasiones no parecen ni ellos.
Se muestran algo más agresivos en la siguiente «Rundown» con pequeños destellos de la vieja escuela sin abandonar su lado más moderno y futurista. Anders Jivarp para este disco quiso abandonar los ritmos rápidos y ni un tupa tupa de toda la vida nos regala, una seña de identidad que perdieron durante esta etapa pero por suerte fueron recuperando a lo largo de los años.
Vuelven a recurrir a un sonido parecido a su anterior trabajo y aquí escuchamos voces limpias con un efecto que le da cierta sordidez. «Emptier Still» es elegante como casi todas las del disco pero destaca en ciertos aspectos, es más dramática.
Y para terminar nos deleitan con «At Loss for Words», una pieza larga y algo más pretenciosa que el resto que resume a la perfección lo que encontramos en Haven pero con más elementos de anteriores etapas, aunando en una canción sus diversas influencias.
Así que en definitiva es un disco que tiene algunas canciones que no brillan mucho y otras que son realmente buenas. En sus dos siguientes discos subieron el nivel y reafirmaron su nuevo rumbo siendo Character (2005) su punto álgido, aunque Fiction (2007) no queda lejos.