La pasión por la oscuridad y la crudeza en la música se acabó convirtiendo en una referencia dentro de la escena del black metal noruego. La atmósfera que empezaban a dominar bandas como Immortal o Mayhem fue una clara referencia para Nocuturno Culto, Zephyrous y Fenriz en 1992, dando forma así a la estética satánica blacker que construyó el A Blaze in the Northern Sky.
Hoy se cumplen 30 años desde este segundo lanzamiento de la banda, que es tremendamente conocido por ser el primer álbum de black metal noruego reconocido como tal.
Darkthrone ponían por delante la narrativa de los temas, iban más allá de construir versos. Sus letras profundas con palabras en noruego son parte del encanto de la banda. Los gritos más escalofriantes del género acompañados del seguido de blast beats y los riffs tremolosos fueron las características que llevaron al A Blaze in the Northern Sky al siguiente nivel, muy por encima de su primer álbum de death metal, Soulside Journey (1991), y no es que el Soulside Journey fuera malo ni nada, la verdad. La poética amarga de los jóvenes era sinónimo de puro dolor, que se ve intensificado por la distorsión y la crudeza en la producción de los instrumentos. Además, la abstracción compositiva les dio espacio para añadir primitivismo y disonancias constantes en su música. Sus temas pasan de la más alta velocidad de batería a la magia y mística de un aquelarre en medio de la noche.
Este icónico álbum nos regala seis pistas empaquetadas en medio de una portada lúgubre y negra, en la que Zephyrous grita con un corpse paint estremecedor.
El CD empieza con la larguísima «Kathaarian Life Code», que dura más de 10 minutos y donde las referencias a Celtic Frost son indiscutibles. La introducción al tema es misteriosa y amenazadora, los cánticos demoníacos de Fenriz a ritmo lento crean un contexto de lo más eficaz para que te cagues de miedo. Los blast beats de esta canción suponen arrancar con la fuerza de 1.000 titanes. Enseguida suena la voz áspera de Nocturno Culto en guturales profundos de desolación. La oscuridad lo esconde todo, y solo los riffs nos dejan ver algo de luz. Los sonidos en la máxima distorsión posible son parte de la obra maestra que supone este tema, donde la atmósfera mortífera se lo come todo y arrasa con cualquier positivismo aparente. El final de la pista es explosivo y dinámico, con el caos que seguiremos escuchando en el resto de canciones del álbum.
El segundo tema es «In the Shadow of the Horns», que se presenta con una energía brutal. El headbanging aquí es inevitable. En la segunda parte de la canción el giro a un ritmo más punk resulta inesperado y fresco, resaltando así la experimentación de la banda y la calidad de los músicos. Mientras tanto, la voz chillada en llantos muestran el frío más genuino que seguiremos contemplando en «Paragon Belial». Aquí los riffs suenan asquerosamente bien, con los breakdowns más horriblemente impactantes del lanzamiento. El riff principal es puro black metal opaco y triste:
«Faded am I, behind a wall of consciousness
Still feeling a different World
Surrounding Me
Chilling Voices fill my head
I Open My Eyes.»
La segunda mitad del álbum se inicia con el grito congelado de Nocturno Culto en «Where Cold Winds Blow». Las voces aquí son pavorosas y se sienten como intentar caminar encima de un metro de nieve sin el calzado adecuado. Se me hace muy raro pensar que al principio este álbum no gustó, me parece extraordinario… Suerte que al final se le dió a Darkthrone el reconocimiento que merecían, y siguen mereciendo.
Pasamos al penúltimo tema, «A Blaze in the Northern Sky», que es la creación más cruda y demoníaca que encontraréis en este álbum. Solo hace falta leer la letra para entender de qué va la historia…
«Souls of blasphemy,
Hear a haunting chant
We are a blaze in the northern sky
The next thousand years are ours.»
Finalmente, “The Pagan Winter”, la última pista. La batería se relaja para dar paso a un tema más relajado, con una melodía perturbadora y un ritmo medio que hace destacar aún más la intensidad de las voces ennegrecidas. Una terminación bárbara y muy acorde al resto de temas anteriores. Además, el A Blaze in the Northern Sky acaba con los mismos cánticos con los que empieza, cerrando el círculo y creando un bucle extraordinario que te invita hábilmente a volver a empezar.
Claramente, este disco ha sido y seguirá siendo una influencia para el metal extremo. La innovación que se desató a partir de aquí fue todo un punto y aparte en la escena. Darkthrone, sorprendieron al público con el A Blaze in the Northern Sky porqué eran conocidos por su death metal de ese primer lanzamiento, pero sin duda acertaron al experimentar e ir más allá con su sonido que más tarde consolidaron definitivamente con el disco de black metal de Darkthrone por excelencia, Transilvanian Hunger (1994).
En definitiva, este álbum se siente orgánico y desgarrador. ¡Completamente de escucha obligatoria!