Darkthrone, quizá es la banda de CULTO, en mayúsculas, de la segunda oleada del black metal escandinavo. Sin ser especialmente virtuosos, sí que llevaron a la práctica los principios sonoros del género.
Esta semana es semana grande, en cuanto a aniversarios de discazos de la denominada segunda oleada del black metal. Obras maestras como In the Nightside Eclipse (1994) de Emperor o At the Heart of Winter (1999) de Immortal, cumplen 25 y 20 años respectivamente.
Hablar de la segunda oleada del black metal es hablar de la gélida Noruega. Hablar del Inner Circle. Mayhem, Emperor, Darkthrone. Euronymous y Vikernes. De provocación. De la ira juvenil de chicos inadaptados en su Noruega natal, que se dedicaron a alimentar su nihilismo e individualismo a través de la quema de iglesias, la defensa de los mitos nórdicos paganos, la naturaleza y el satanismo; a dar rienda suelta a sus pulsiones destructivas. Aunque desde mi punto de vista, todo ello tiene mucho más que ver con desajustes hormonales mal gestionados propios de la juventud.
Cierto es que de ese movimiento han mantenido su idiosincrasia personajes como Vikernes (Mayhem, Burzum) o Gaahl (Gorgoroth, Bad Seed, etc.), pero la mayoría de figuras de esa época han decidido centrarse en la música, dejando a un lado las polémicas y no dar más pasto al sensacionalismo emanado por los medios de comunicación en aquellos tiempos. Seguramente, parte de la popularidad de aquel Inner Circle tuvo más que ver con sus acciones extramusicales, amplificadas por los medios de comunicación de masas, que con su música.
Quizá, Transilvanian Hunger sea el más fiel a los cánones del black metal de esos años. Unos Fenriz y Nocturno Culto mano a mano en la obra que cerraría su trilogía, completada por A Blaze In the Nothern Sky (1992) y Under a Funeral Moon (1993). Su sonido es desgarrador, primitivo, básico, minimalista. Una Oda a la simplicidad musical que bebe, en mi opinión, más del punk que del heavy metal, pero ello no le quita un ápice de interés. La actitud punk de su trilogía es innegable, sobre todo por la grabación low-fi, que busca el peor sonido posible huyendo de la sobre producción y apostando por la autenticidad. El black metal iniciático de Darkthrone (recordemos que inicialmente era una banda de death metal que abandonaron el género por ser demasiado comercial) es a la música lo que el movimiento Dogma ’95 fue al cine. Sin filtros, sin montajes, sin efectos especiales. Como decimos en Catalunya «tal com raja«, tal como suena en tu habitación, sin más.
¿Y qué encontramos en el interior de una de las portadas más icónicas de todos los tiempos? Simplicidad, odio, sonido low-fi grabado en la habitación de Fenriz con un cuatro pistas (con semejante despliegue técnico, ya te vas haciendo una idea de cómo suena), ritmos machacones, sin descanso. Una obra canónica del movimiento. Un tratado definitorio de lo que debe ser el black metal. La voz de Nocturno Culto parece la voz de la Bestia (una voz que canta en noruego, excepto en el primer tema). Desgarradora. Terrorífica. Además del dúo, también hace su aportación lírica el enfant terrible del metal, Vark Vikernes, que consta como autor de las letras de los cuatro últimos temas del disco.
Este trabajo, objetivamente, no pasaría a la historia por sus composiciones, pero sí como obra clave para entender el movimiento. Si lo escuchas del tirón, te parecerá todo igual, pero en cuanto profundices un poco, verás que los matices son diferentes. Así «Transilvanian Hunger» te encandilará con sus seis minutos sin descanso, «Skald Au Satans Sol» te volverá loco con esa guitarra punzante, «I En Hall Med Flesk Og Mjod» te dará pavor y darás rienda suelta al headbanging con ese cambio a media canción o «En As I Dype Skogen», el blast beat y el tremolo picking te dejarán exhausto.
Después de la trilogía, Darkthrone introduciría elementos más metaleros a su música, sin abandonar su estilo canónico. Sin duda, menos es más. Este disco deberías escucharlo (al menos) una vez en la vida, por lo arriesgada de su propuesta, su minimalismo y ver que todo es posible.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.