Los que ya lo conocéis de otros años no os sorprenderéis en absoluto si os digo que el AMFest es un festival verdaderamente especial. La gente que lo monta es majísima, el ambiente que se junta es precioso y, por si fuera poco (aunque a la hora de la verdad, quizás, y entendedme lo que quiero decir, eso acaba siendo lo de menos), suele reunir cartelazos de esos que te despiertan todos los sentidos. Con anterioridad había asistido a varias de sus ediciones en la sala Apolo, pero como el año pasado tuve que hacer campana, tenía especial curiosidad para ver como funcionaba el entorno de Fabra i Coats a la hora de albergar un tinglado así. Los que habían estado aquí en 2018 se quejaron de las muchas columnas (que aquí continuaban hoy también, evidentemente) y del calor infernal (que hizo su acto de presencia, aunque fuera relativamente llevadero), pero en general mi impresión es que el lugar goza del carisma necesario para ser un fondo más que digno para un festival tan diferente como este.
Durante cuatro días nos esperan conciertos de bandas como Deafheaven, Zeal & Ardor, Touche Amore, Pelican, Alcest, Lisabö y unas cuantas más que ya irán pasando por estas páginas. Todos ellos vienen precedidos de una pequeña fiesta de bienvenida que, a modo de jornada inaugural y lejos de ser un mero trámite, no se queda para nada corta de atractivos. Más bien al contrario, en realidad, porque los que nos acercamos al festival este cálido jueves de octubre (que fuimos muchos, porque estuvieron al borde de colgar el cartel de sold out), pudimos disfrutar de dos reclamos de primer nivel como fueron los intensos y alocados Daughters y el primer concierto del nuevo ciclo discográfico de Foscor, que venían hasta aquí para presentar en sociedad su último y celebrado Els Sepulcres Blancs.
Así que con altas perspectivas y muchas ganas de música y de socialización llegué a la entrada del recinto, situada casi al fondo del complejo de Fabra i Coats, para encontrarme unos cuantos foodtrucks repartidos ante la puerta y un montón de gente conocida preparándose para entrar. Tanta que después de recoger mi pase me quedé un rato pavoneando por el hall y eso parecía una jodida recepción, con compañeros, amigos y conocidos apareciendo a borbotones puertas adentro. Y mientras los fotógrafos solo tenían que buenas palabras para el magnifico documento que se les había hecho llegar desde la organización (¿he comentado ya que son gente muy maja?), el resto venían excitados hablando de las bandas que querían a ver, afirmaban convencidos que de toda la (brutal, incluso exagerada) oferta musical del fin de semana en Barcelona esto era lo mejor o, sencillamente, comentaban que a estas alturas de la película, al AMFest se va y punto.
Foscor
El recinto actual del festival cuenta con tres escenarios, y para la jornada de hoy se decidió utilizar el segundo, el de tamaño medio. Ello hizo que el espacio acortinado presentara un aspecto magnífico, al borde del lleno, pero también que muchos nos tuviéramos que comer columnas a punta pala para poder intentar ver lo que ocurría sobre las tablas, lo que es ciertamente un poco molesto. La cosa empezó puntual, y a las 20:30 clavadas se subieron al escenario los cinco miembros de Foscor dispuestos a defendernos con todo convencimiento su último disco y la personal dirección que ha tomado su música en este último par de trabajos.
Con un Fiar encapuchado como figura central y foco de todas las miradas, y como era de esperar, los catalanes repartieron su setlist de forma exclusiva entre sus dos últimos trabajos. Lo hicieron incluso de forma equitativa, con cuatro temas de cada uno de ellos para completar 45 minutos de descarga que se hicieron cortos y sonaron perfectamente cohesionados. Para ser la primera ocasión que teníamos oportunidad de escuchar los temas de Els Sepulcres Blancs en vivo, y teniendo en cuenta que la banda ha tenido poco tiempo para ensayar y no se subía a un escenario desde, si no recuerdo mal, diciembre del año pasado, lo cierto es que todos ellos sonaron potentes y precisos, encajando a la perfección con su material previo y convenciendo sin demasiadas reservas a las varias centenas de personas, grandes y pequeñas, que se reunieron expectantes ante ellos.
Un poco por sorpresa, dieron comienzo a su descarga con «Cançó de Mort», que es muy probablemente mi tema favorito de su último trabajo pero que no me la imaginaba yo para empezar. Es cierto que el sonido en esos primeros instantes no fue nada del otro mundo, pero poco a poco se entonó y, al igual que la banda, acabó rayando a un nivel muy notable (especialmente si estabas posicionado en el sitio correcto). En realidad, tras la interpretación de la genial «De Marges i Matinades» que cierra su penúltimo disco y de los sentidos agradecimientos por parte del siempre poético y trágico Fiar, muy contento por poder estar tocando hoy aquí y abriendo un festival que se me antoja ideal para la propuesta actual de los barceloneses, la siguiente «Espectres al Cau» ya sonó casi perfecta.
Escénicamente, Albert y Falke se mantienen a ambos lados con sus guitarras al viento mientras Esteban toma la posición central y se sacude y doblega continuamente bajo en mano. Detrás de todos ellos, Jordi Farré volvió a demostrar (al igual que hizo hace tan solo cuatro días en Terrassa con Vidres a la Sang) que es una bestia de los parches a base de blast beats frenéticos, progresiones geniales y un groove envidiable. «Els Colors del Silenci» y la espectacular «Ciutat Tràgica» continuaron manteniendo el nivel de intensidad al máximo, aunque se echó un poco en falta una respuesta quizás más movida o más activa de un público algo sibarita que se lo miró todo con mucha atención e incluso levantó el puño más de una vez con eso de «…on riure, no és un dret», pero que le costó una barbaridad mover ni tan siquiera un poco la cabeza.
La melódica y emotiva «Malson» empezó a allanar el camino hacia una recta final que acabó siendo lo mejor de la velada. «Instants» me sigue pareciendo más y más temazo a cada vez que la escucho, mientras que el honor de cerrar la descarga la tuvo «Cel Rogent», el que fue primer single de adelanto de Els Sepulcres Blancs y que parece que se ha convertido, quizás, en el tema más representativo de este disco. Con las luces rojísimas, este último corte sonó prístino y dejó un sabor de boca excelente entre un público que, ahora sí, aplaudió a rabiar ante su despedida. Personalmente, el concierto me gustó mucho una vez consiguieron asentar el sonido, y ahora solo queda saber cuando será la fecha de la presentación oficial del disco en Barcelona, un día en el que Foscor podrán desplegar su set completo y seguir demostrando que están en el camino correcto para llegar a lo más alto siendo cada vez más ellos mismos.
Setlist Foscor:
Cançó de Mort
De Marges i Matinades
Espectres al Cau
Els Colors del Silenci
Ciutat Tràgica
Malson
Instants
Cel Rogent
Daughters
Debo confesar que, a priori, a mí Daughters es una banda que no me gusta nada de nada. De hecho, he intentado ponerme su último y celebradísimo disco unas cuantas veces esta misma semana y, excepto algunos temas parciales, me parece pretencioso, indigerible y potencialmente infumable. Éste ha sido un tema de conversación y de troleadas habituales entre las bambalinas de la revista (un día hablaremos de ellas, porque tienen lo suyo) de estos últimos días, ya que el compañero que lo reseñó le cascó ni más ni menos que un 9,75. Incapaz de verles las gracias que tantos parecen verles, y aún asumiendo que en directo probablemente serían un pepinazo, me presenté de nuevo enfrente del escenario (para ser exactos, en un lateral) para observar bien de cerca sus evoluciones.
A la que llegué ahí (creo que ya debían llevar cosa de medio tema), me encontré al señor Alexis S.F. Marshall montado encima de la valla de seguridad con decenas de fotógrafos en sus morros. Eso puede dar una idea de por dónde van a ir los tiros: Alexis es una especie de mezcla histérica entre el Nick Cave de The Birthday Party, Mike Patton y Frank Carter, y se pasa más rato en la valla, en la pista, subido a las torres laterales o en brazos del público (que ahora sí que se movían, los puñeteros) que sobre el escenario, generando una sensación de agobiante caos y locura contínua que, junto a lo intenso de la música y el calor creciente, resultó de lo más adictiva y acabó ganándose ovaciones unánimes y merecidas entre un público cada vez más entregado.
Esta interactuación constante tenía un punto de evidente masoquismo, ya que más allá de acabar con un cinturón alrededor del cuello y casi cayéndose encima de la batería, su expresión reflejaba consternación y preocupación constante, tenía una señora brecha en la frente y en ningún momento se comunicó con nadie más allá de plantarle un besazo en la calvorota a un tío que se encontraba justo a mi lado mientras recitaba pasajes y cantaba con una voz terroríficamente e inesperadamente melódica. Todo un personaje, el tal Alexis, al que yo no tenía el gusto de conocer hasta hoy, y que resultó ser un frontman de tres pares, eso sí, algo perturbador. Por desgracia, las luces del escenario no fueron nunca capaces de apuntar a sus constantes devaneos, así que sus devaneos e interacciones ausentes con el público quedaron eternamente en la penumbra.
Ante tal torbellino escénico, el resto de la banda se mantuvo en un segundo e incluso tercer plano: los dos guitarristas sí que ponían de su parte para subirse tambián a las cajas y dar salititos por aquí y por allá, pero la fila trasera, formada por una bajista que no sé como se llama, el espectacular batería Jon Syverson y un tío a los sintes y los platos, pasaron visualmente desapercibidos a ojos de la mayoría. Lo que sí que hicieron fue tocar de la leche. Tanto que, a pesar de mi poca apreciación apriórica por la música de la banda en estudio, no me duelen prendas para decir que lo que esta gente se marcaron hoy aquí fue un bolazo como la copa de un pino.
Si queréis saber qué canciones tocaron y qué pasó durante cada una de ellas, a parte de pegarle un ojo al setlist que ponemos aquí abajo, os recomiendo que os vayáis a buscar otra crónica, porque personalmente no tengo ni idea. Lo que sí que sé es que sonaron machacones, hipnóticos, intensos e incluso agobiantes durante la hora aproximada que estuvieron sobre el escenario. Las doce canciones que interpretaron me pasaron volando y me han despertado la curiosidad para reescuchar sus trabajos de estudio con otros ojos (bien, técnicamente, con otras orejas). No creo que encuentre aquí nada de 9.75, sinceramente, pero almenos no me atreveré nunca más a decir algo tan aventurado como que esta gente son un truño infame.
Setlist Daughters:
The Reason They Hate Me
The Lords Song
Satan in the Wait
The Dead Singer
Our Queens (One is Many, Many Are One)
Long Road, No Turns
Less Sex
The Hit
The Virgin
Guest House
Daughter
Ocean Song
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.