La dificultad se ceba normalmente cuando intentas hablar de lo que puedes llegar a comprender, a sentir o a vivir tras escuchar trabajos tan complejos como el que nos ocupa. Hay discos que llegan a ser vividos de formas completamente dispares por gente con la que compartes el 99% de tus gustos musicales por la vivencia que en él hay grabada.
Con Daughters nada es fácil, nunca lo fue y nunca lo será. Han pasado ocho años de silencio en los que la banda ha procesado su legado de forma pausada y ha gestado una obra que cruza los límites estilísticos, que roza la delgada linea que separa la melodía del ruido. El propio nombre del álbum You Won’t Get What You Want da una visión clara de lo sombrío que llegará a ser el disco. El grupo de Rhode Island ha sumado el estilo de sus discos predecesores para gestar una obra inmensamente gloriosa y dar un paso al frente para encabezar sin titubeos la escena del rock más versátil y visceral, la suma del hardcore, el noise y lo industrial, todo esto es lo que vas a encontrar en You Won’t Get What You Want.
Daughters es una banda que se deleita en el arte de la progresión, la combinación de sonidos y ruidos con tambores calamitosos forman unas de las atmósferas más inquietantes jamás oídas, los registros son impecables a la par de inexpugnables, las guitarras son opresivas y cuando las sumas a la percusión el paisaje es totalmente desolador. A todo esto aún falta añadir las agónicas voces y los fatídicos coros. Podéis entender ya el resultado.
Daos de margen dos escuchas enteras, mi recomendación personal. En la primera tienes ganas de apagar el reproductor antes de llegar al minuto 1:00, pero la curiosidad logra ser el factor dominante en esta primera toma de contacto. La segunda escucha es la de asimilación, ¿cómo es posible que esté escuchando nuevamente esta “ m _ e r d a *(…) ” ?, pero tras pensar esto, se obra el milagro: estás gozando, el caos es tu mejor aliado, los sabores agridulces toman tu ser, la sensación de terror y locura se adueñan de ti pero te rebosa una sensación de calidez extraña.
Arrancando de 0 a 10, “City Song” se construye gradualmente sutilmente para acabar explotando en una tormenta de sonidos atormentados sobre los que domina la macabra voz de Marshall en un tono totalmente inexpresivo que convierten el tema en aterrador, sobretodo cuando Marshall vierte la desesperación en el centro de atención del tema. Sin tiempo para relajarse se entonan los primeros sonidos de “Long Road, No Turns”, un tema aterrador con toques algo góticos en las que se habla de la inevitabilidad del fracaso.
Las primeras muestras son enormes pero no es hasta “Satan in the Wait” donde encontramos la esencia del álbum. Más de siete minutos de genialidad, aquí una línea de bajo descomunal junto a unos pesados tambores y fuerte sonido de sintetizadores se unen para crear una atmósfera agonizante en la que se cuenta la historia de una persona auto-destructiva que vive en el momento sin considerar las consecuencias de sus acciones.
Con “The Flammable Man” nos acercan por momentos al mathcore de sus inicios convirtiendo el tema en un frenético e impecable momento de locura, un tema corto, intenso e inmenso. Lo mismo podríamos decir de la incendiaria “The Lords Song”, ambos temas dan paso de forma increíble a “Less Sex”, un tema que bien encajaría dentro de The Downyard Spiral de NIN. El tema da una pequeña tregua y crea una especie de medio tiempo futurista y con toques cinematográficos, un tema con un ritmo muy tenue y unas voces claras que susurran “Don’t you dare get comfortable (no te atrevas a ponerte cómodo)”. Un buen aviso, pues las pesadillas siguen siendo la parte dominante en el tramo final del disco.
“Daughter” es un tema muy del estilo No Wave, un tema con una desalentadora melodía de guitarra y unas voces sollozantes que por momentos te trasladan a la discografía de Nick Cave. “The Reason They Hate Me” es el tema más accesible de todo el trabajo, un tema incluso divertido. “Ocean Song”, la más larga con casi ocho minutos, es una completa locura, el tema trata sobre un hombre llamado Paul que repentinamente experimenta un cambio profundo existencial y decide abandonar su hogar y su familia para buscar una vida más plena en otro lugar. El tema juega con la dualidad de voces narrativas con la chillona guitarra de Sadler, el tema avanza hacia el silencio para estallar en una tormenta de tambores y guitarras de lamento como si de una película de terror se tratase. Y cerrando encontramos el tema más caótico del álbum a la par de terrorífico, “Guest House” se funde en una tormenta de cuerdas y bombos que dan un cierre inmejorable a You Won’t Get What You Want.
Pocos álbumes llegaran a estar tan cerca del ruido como lo ha logrado el nuevo trabajo de Daughters, un trabajo para nada fácil y aún menos accesible, sin duda uno de los mejores trabajos del año en corte extremo y el tiempo dirá si estamos frente a uno de los discos más transgresores y completos de fusión de todos los tiempos.