Por mucho que la gente dudase de que unos Dead Kennedys sin Jello Biafra no tienen sentido alguno, Barcelona acudió a la cita, aunque sin llegar a llenar la mayor de las Razz. Hubo media hora de retraso por lo que al llegar pude ver al público veterano y eminentemente punk haciendo cola. Ganas había de ver a tres cuartos de lo que fue el grupo clásico desde 1978 a 1986. Sobre las tablas íbamos a ver a D.H. Peligro, Klaus Flouride y East Bay Ray, casi nada…
Último Rekurso apuntan alto
Antes de la descarga principal había un aperitivo realmente potente desde Sant Boi de Llobregat: Último Rekurso. El quinteto tuvo un directo muy logrado y atractivo que convenció a los presentes. Las letras disparan con flecha y los Borbones pillaron ya en la primera “Cara y cruz”. Las letras destacan como lo hace la voz de su vocalista, aunque en estudio me convence más que en directo.
Musicalmente muy sólidos y con un gran papel de su baterista. Sorprendieron con la versión de “Punk Rock Song” de Bad Religion y tiraron del material de su reciente nuevo disco “Memorándum de combate”, de la que destacó “Respiración ilegal (George Floyd)”. Tuvieron momentos en los que sonaron muy Soziedad Alkoholika y se les sumaron un par de vocalistas descamisados para los coros.
Aprovecharon bien los juegos de luces como ese haz de luces azules y su líder nos animó con eso de: “Buenas noches Razz, venga que es juernes”. Quedó claro que uno de sus himnos definitivos es “Hasta que el estado nos separe” y ya aquí los coros del resto del grupo quedaban mucho más definidos. Hubo algún tema que llegan a recordarte a Crim, lo cual es algo que se agradece.
Para el fin de fiesta guardaron “Inquebrantables” en la que su vocalista bajó a la arena a cantar entre el público. Convencieron ampliamente y tienen su parroquia de fieles. Un gran escenario se les da de maravilla y más allá de la entrega y los decibelios, en Último Rekurso hay canciones, y eso es lo más importante.
Dead Kennedys recuperan su glorioso repertorio con un sonido bajo
Las ganas eran palpables en la sala y la mítica canción de Ennio Morricone sonó para que el grupo saltase al ruedo a ritmo de “Forward to Death” y posteriormente “Winnebago Warrior”. La voz de Ron Greer estaba realmente baja y fue mucha la gente que se lo recriminó al técnico de sonido. El público era veterano, del punk de la vieja escuela, por lo que los vasos no pararon de volar hasta el escenario. Greer es un personaje curioso y posee un sentido del humor rarito. Supongo que eso de calzarse las botas de Biafra no tiene que ser nada fácil.
Musicalmente el concierto fue de menos a más, y una vez la gente entró en el concierto lo disfrutamos, pero sí que hay que decir que hubo momentos de duda por muy bien que el grupo ejecutase las canciones. Klaus saludó con un “Hola” y cuando cayó el “Police Truck” la cosa se puso de dulce siendo uno de los temas más recordados de los de San Francisco. Posee la canción esos dejes de post punk y mucho groove, luego fueron a algo más descarnado y directo como el “Buzzbomb” en la que pudimos escuchar los coros de Peligro.
En “Let’s Link the Landlord” el ritmo es bailable, toda una declaración de intenciones que ya pregonaban en su primer y genial disco Fresh Fruit for Rotting Vegetables. Fue en este tema cuando ya subió el primer espontáneo a escena al que acompañó un miembro de seguridad a saltar. Greer empezó a provocar comparando el futbol americano con el aburrido futbol europeo, ganándose un abucheo generalizado. Afortunadamente “Kill the Poor” arregló las cosas y volvimos a meternos de lleno en el concierto.
Empezaba el vocalista todos los parlamentos llamándonos “folks” (colegas) y, sin hacerse pesado, habló de la amistad y la paz, pero los vasos le seguían llegando al cantar-narrar “MP3 Get Off the Web”. Al fondo quedaba ese imponente logo del grupo, tan sencillo como encantador en negro, rojo y negro. “Skip” Greer se perdía en parlamentos sobre icebergs derretidos, Elon Musk, la cultura pop y los ríos secos.
Quedaban las bombas que todos esperábamos y la primera en caer fue “Too Drunk to Fuck”, con ese riff tan contagioso como genial. Tremendo final con “Nazi Punks Fuck Off”, temazo histórico y atrevido para continuar con la infecciosa “California Über Alles” que mucha gente llevaba rato pidiendo una y otra vez. El vocalista, en otro alarde de ser gracioso, dijo que fuera había gente haciendo cola para entrar y que tenía que empezar pronto la discoteca techno.
En momentos como esos ves el peso de la leyenda y disfrutas más allá de que esté Jello o no esté. Los bises no se hicieron esperar y “Bleed for Me” fue la primera en comparecer. Pero antes un punk hartito de tanta verborrea le lanzó al pobre East Bay Ray todo un vaso de cerveza entero. Él ni se inmutó casi, simplemente se secó a sí mismo, a su guitarra y continuó. Esta gente han vivido de todo, por lo que una cerveza por encima es poco más que una caricia para una leyenda como él. Atacaron el “Viva Las Vegas”, muy agradecida y bailable, pero luego asomó el mítico bajo que te lleva a “Holiday in Cambodia” y… el desparrame fue total. Coreo masivo y un motivado vocalista que bajó a cantar entre el gentío.
Volvieron a aparecer en escena para despedirse finalmente con “Chemical Warfare” en la que intercalaron un fragmento del “Sweet Home Alabama”. Puede que no fuera necesario, pero entiendo que jueguen con los significados y los trasfondos de los temas. En definitiva… la mayor de las Razz se les quedó algo grande para el público que había, pero el peso de la leyenda es el que es y se disfrutó a pesar de los parlamentos de Greer. Estas canciones hay que vivirlas en directo.