Me da la sensación que Spiritual Healing siempre ha sido el poco patito feo en la generalmente inmaculada y venerada carrera de los floridianos Death. Porque a pesar de que con el paso de los años casi todo fan del death metal que se precie es capaz de apreciar sin dudar todas y cada una las vertientes de la impresionante discografía de los de Chuck Schuldiner, siempre ha habido aquellos que se decantaban sobretodo por su faceta más death metal (normalmente representada por Leprosy como disco estrella) y los que abogan por los discos más progresivos (Human, Symbolic y, en menor medida, Individual Thought Patterns como máximos exponentes en el olimpo y en la imaginería de los aficionados). Spiritual Healing queda un poco entre dos aguas y, de una forma u otra, huele a disco de transición por los cuatro costados. Es un discarral innegable y nadie podrá negarlo, pero también imagino que habrá bien pocos que lo coloquen en la parte alta de sus listas de favoritos.
No es porque yo sea muy muy fan de Death (o quizás sí), pero me gustaría aprovechar esta oportunidad para romper una lanza por este disco, el tercero de la carrera de la banda americana. Porque es posible que objetivamente, y alrededor de obras maestras como los discos que hemos mencionado más arriba y que todos conocemos, Spiritual Healing palidezca un poco. Pero su existencia se antoja absolutamente clave en el devenir de la carrera de la banda. Es verdad que a simple vista es un disco de puro death metal que tiene mucho más a ver con Leprosy que con Human, pero es aquí donde se introducen muchos de los elementos que harán que la banda se salga del campo en sus próximos discos: desde el espacio que se la dá a la producción, la complejidad de algunas estructuras y la decidida introducción de la melodía a un nivel mucho mayor de lo que habíamos visto hasta ahora.
Ya sabemos que Death no ha sido nunca una banda demasiado estable a nivel de line up. Y es que Chuck Schuldiner será un genio a muchos niveles, pero todo apunta a que no era un tío particularmente fácil con quien trabajar. En este caso, Bill Andrews continuó un disco más tras los parches (pocos pueden decir lo mismo, ojo) tras haber grabado ya Leprosy, pero disputas irreconciliables con Chuck provocaron la marcha del guitarrista Rick Rozz para concentrarse de nuevo en Massacre. Para completar la formación que iba a grabar este Spiritual Healing se incorporaron dos espadas de auténtico lujo que con los años se convertirían en auténticas leyendas del metal extremo: el guitarrista James Murphy (que pasaría después por bandas como Testament, Cancer u Obituary) y el bajista Terry Butler (también procedente de Massacre y que posteriormente estuvo en Six Feet Under y Deicide para acabar – y ahí sigue a día de hoy – también en Obituary).
Aunque en general diríamos que en general aún podemos y debemos considerar a Spiritual Healing parte de la etapa puramente death metal de la banda, la perspectiva del tiempo nos permite apreciar como muchos de los elementos que encontramos aquí ya difieren bastante de los visto tanto en Scream Bloody Gore como en Leprosy, algo que nos iban a apuntar inequívocamente hacia donde iban a ir los tiros a partir de ahora. Por un lado, la producción ya no es el muro denso y grave que vivíamos en Leprosy, sino que aquí se abre a proporcionar un espacio para que destaque una complejidad instrumental con cierta inquietud progresiva que no habíamos visto hasta ahora. Y es que Chuck, aparte de implementar sus planes de apertura en este álbum, dió total libertad a Terry Butler para experimentar con un bajo más protagonista que nunca y, sobretodo, a que James Murphy introdujera su característico virtuosismo melódico, aligerando decididamente el sonido de la banda e incorporando solos y punteos de forma profusa en todas las canciones, un recurso que no habíamos visto prácticamente en los dos discos anteriores.
Me atrevería a decir, de hecho, que la influencia de James en el sonido posterior de la banda en general y en la manera de tocar de Chuck en particular nunca se ha tenido en suficiente consideración, siendo para mí uno de los puntos de inflexión más importantes de la historia de Death. Por otro lado, el propio Chuck también empezó a experimentar con una voz algo más gritona y no tan gutural, mientras que las letras se alejan de la temática gore que predominaba hasta ahora para concentrarse en temas más sociales, como las drogas, el aborto o la corrupción. Como reflejo de este cambio, la última portada que el mítico Ed Repka firmó para la banda muestra a un grupo de predicadores religiosos partiéndose el culo mientras azotan violentamente a un pobre desgraciado confuso y aturdido. Y aunque no he visto que se comentara explícitamente en ningún sitio, algunos de ellos a mí me recuerdan a villanos recurrentes de la época como pueden ser Ronald Reagan o Margaret Thatcher.
Temazos como la inicial “Living Monstrosity”, “Altering the Future”, “Genetic Reconstruction” o “Within the Mind” (con un punteo inicial que recuerda al de “Zombie Ritual”) nos demuestran que esto este Spiritual Healing no nos vamos a encontrar ni mucho menos más de lo mismo, abriendo generosamente el abanico de posibilidades y alternando en todo momento, en mayor o menor medida, partes más puramente death con pasajes más culebreros y progresivos, con abundancia de ritmos sincopados y melodías pegadizas de guitarra. Otros temas como “Defensive Personalities”, “Low Life” o la final “Killing Spree”, por otro lado, siguen siendo trallazos de death metal muy serio sin (demasiada) influencia progresiva, pero con toda la inyección de melodía de la que ya no iba a haber nunca vuelta atrás.
El despiporre definitivo llega de la mano del tema título, el más largo de la banda hasta el momento con casi 8 minutos, una epopeya compleja y progresiva que viaja por todos los palos que Chuck y los suyos tocan en esta etapa de su carrera, con un bajo muy potente, fantásticos momentos de death metal totalmente incorrupto y armonías dobles de guitarra absolutamente deliciosas, demostrando que la pareja Chuck Schuldiner / James Murphy consiguió compenetrarse a la perfección en muy poco tiempo. Para mí gusto este tema es, sin duda, la joya de la corona en un disco que ya de por sí ralla a un nivel altísimo.
Cuando salió, Spiritual Healing fue recibido con una respuesta no demasiado entusiasta entre los fans de la banda, que esperaban otra dosis de death metal monolítico como las que habían visto en sus primeros discos. Quizás por este motivo este álbum suele aparecer en las últimas posiciones de casi todos los ránkings que se hacen sobre los discos de Death (y aún así, nadie lo baja del notable), con lo que me dá la sensación que es una de las joyas más olvidadas e infravaloradas de la carrera de la banda. Personalmente le tengo especial cariño, y a pesar de que en su momento no entendí (ni me planteé demasiado, la verdad) su contexto y significancia histórica, fue uno de los discos de este grupo que más escuché en mi adolescencia, por la única, simple y aleatoria razón de que, junto a un Symbolic que rallé hasta la saciedad, era el único disco de la banda que tenía en CD, estando los otros escondidos en el mar de cintas grabadas que inundaban las estanterías de mi habitación.
El line-up Schuldiner / Murphy / Butler / Andrews parecía funcionar tanto a nivel compositivo (tal y como pasó en Leprosy, en Spiritual Healing prácticamente todos los temas parecen ser de nuevo un esfuerzo conjunto de varios miembros) como a nivel de compenetración, así que es posible que el sueño de Chuck de contar con una formación estable para Death tuviera visos de estar a punto de cumplirse. Ante el éxito de popularidad amasado por la banda, decidieron organizar una gira europea para presentar este disco. Después de supervisar y analizarlo todo con detalle, Chuck consideró que la organización de la gira no estaba a la altura de lo que la banda requería, así que decidió suspender todas las fechas anunciadas en el Viejo Continente. El resto del grupo se mostró totalmente en desacuerdo con esa decisión y, ante la estupefacción de Chuck, se embarcaron en la gira sin su aprobación, bajo el nombre de Death y con su técnico de guitarra y un chico llamado Louie Carrisalez sustituyéndolo a la guitarra y a las voces.
Sobra decir que Chuck se pilló un cabreo monumental que acabó con todos los miembros expulsados de la banda y con la consumación del que será el último gran punto de inflexión que supuso Spiritual Healing: el abandono por parte de Chuck de la idea de que Death podían llegar a ser una banda al uso. A partir de aquí, el líder de la banda compuso personalmente y en solitario todas las canciones de sus futuros discos, y los miembros que le acompañaron en cada una de sus múltiples y cortas etapas fueron alquilados temporalmente para satisfacer las necesidades temporales de cada nuevo trabajo. Y bueno, tampoco podemos decir que esta decisión le saliera del todo mal, ya que durante la década de los noventa Death publicaron algunos de los mejores discos de la historia del metal y por sus filas pasaron músicos del nivelazo y la relevancia de Paul Masvidal, Sean Reinert, Gene Hoglan, Andy LaRocque o Steve deGiorgio. Tenía mal ojo, el amigo Chuck.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.