Podríamos afirmar con cierta rotunididad que la alineación denominada Mark II (Ritchie Blackmore, Ian Gillan, Jon Lord, Roger Glover e Ian Paice) es sin duda la más emblemática de la historia de Deep Purple y el punto de partida real del combo que fue capaz de catapultar a la formación hacia el estrellato. Aunque en su primera etapa juntos fueron capaces de componer álbumes con tanta repercusión como In Rock (1970), Fireball (1971), Machine Head (1972), Made in Japan (1972) y Who Do We Think We Are (1973), y alcanzar un notable éxito comercial, no supieron gestionarlo disolviéndose justo en el momento en que su creatividad estaba en el punto más alto. Años más tarde, en 1984, después de un período de inactividad de nueve años, Deep Purple se rearmó con los mismos miembros pertenecientes a Mk II, dándose una segunda oportunidad. Todos ellos venían de estar ocupados en otros proyectos (Ritchie Blackmore y Roger Glover en Rainbow, Ian Gillan en Black Sabbath, Jon Lord en Whitesnake, Ian Paice en Gary Moore Band), pero la posibilidad de reeditar aquellos éxitos masivos de antaño debió ser un revulsivo suficiente para abandonarlos y dar el paso de la reunificación. Habían pasado 9 años desde su disolución, tiempo más que suficiente para calmar los egos e ir a por todas de nuevo. Esos “perfectos extraños” que reivindica el título que nos ocupa son ellos mismos en su regreso, personas que han evolucionado con el paso del tiempo y se presentan al resto cambiados. Estaba por ver si las antiguas rencillas no aflorarían de nuevo y por lo que nos cuenta la historia, tan solo fueron capaces de tolerarse durante cinco años más hasta que saltaran las chispas de nuevo e Ian Gillan fuera invitado a abandonar la nave.
Así pues, Perfect Strangers (1984) fue el fruto de esas ganas renovadas por mostrar al mundo cómo sin haber cambiado en esencia, sí comenzaban una nueva etapa evolucionada más acorde con sus momentos vitales y los tiempos que corrían por aquel entonces. Esa madurez queda reflejada, por citar un ejemplo claro, en la sobriedad de su portada, que nos muestra como motivo principal una sencilla imagen de una D y una P entrelazada sobre un fondo negro que acabaría siendo el logo de la banda de ahí en adelante. Perfect Strangers es un álbum muy lineal en el que todo suena compacto y coherente entre sí. Sus temas no se alejan en exceso de lo que podríamos considerar los medios tiempos, sin abusar de efectismos ni alarde técnico en demasía, dando como resultado piezas honestas que nos atrapan por las elegantes atmósferas que son capaces de crear. Más que nunca notamos cómo el trabajo en equipo se pone al servicio de la música y no tanto al revés. El disco original consta de ocho cortes, cuatro por cara, iniciando cada una de esas caras los dos sencillos que escogieron para dar a conocer esta nueva etapa de la formación. Y lo cierto es que acertaron de lleno con ellos, ambos se convirtieron en tremendos éxitos y una muestra inequívoca de que la nueva senda iniciada con el disco iba en la dirección correcta. Resulta curioso leer las críticas que la prensa especializada hizo del álbum en su momento porque no fueron muy benévolas. Ya sabemos que segundas partes siempre son más que cuestionadas y aquella no fue la excepción. Por suerte, el pueblo es soberano y dio un rotundo sí al estilo renovado de la formación.
Si de aquí en adelante decides adentrarte conmigo en el análisis de Perfect Strangers canción a canción, es muy probable que éste sea uno de tus álbumes de referencia y que lo que pueda contarte a estas alturas te sepa a poco. Son cuarenta años los que han pasado desde su lanzamiento y muchas las cosas que puede haberte hecho sentir en todo ese tiempo, como a mí me ha sucedido. Sin embargo, y aunque de un poco de vértigo, un aniversario tan sonado bien merece que intente explicar desde mi humilde punto de vista lo que me transmiten este compendio de canciones que conforman una de las obras maestras de la formación púrpura en mi opinión.
Como si una puerta se estuviera abriendo poco a poco y no supiéramos que hay tras ella, “Knocking at Your Back Door” se inicia de forma intrigante y misteriosa en una intro en que los instrumentos van apareciendo ordenadamente y sin pisarse, incrementando esas sensaciones enigmáticas iniciales, para explotar todos juntos ya en el desarrollo de esas primeras estrofas conducidas por los riffs de Blackmore y Lord, sobre los que recaen su fuerza. Ian Gillan nos va relatando de manera metafórica los juegos que gastan tanto una tal Lucy como una tal Nancy (quién iba a imaginarse que tras este maravilloso tema se esconde una letra subidita de tono) y cómo nadie está exento de caer en las redes de personas así, quienes, cuando menos te lo esperas, llaman a tu puerta trasera para tentarte… La estructura del tema se siente tradicional y confortable a la escucha, sin embargo, hay ciertos elementos con mucha clase que hacen de él algo excepcional. Ya hemos mencionado la inquietante intro, por ejemplo, pero es que también encontramos un par de solos liderados por Blackmore, pero bien arropados por el resto de instrumentos, que se salen, especialmente el tramo final que da cierre al tema en modo fundido. Todo ello hace que la pieza se extienda por encima de los siete minutos, que, aunque pueda parecer larga, no nos da la sensación ni de repetitiva ni de monótona para nada. Es más, si hubiera durado incluso algo más… la disfrutaríamos igualmente.
Queda el pabellón bastante alto tras este primer pelotazo, así que no toca otra que apostar por meter a continuación uno de los temas más animados del redondo: “Under the Gun”. De nuevo son los riffs de guitarra y un teclado omnipresente los conductores de la energía del tema, aunque Glover tiene un papel muy destacado también aquí, buscando todos los huecos posibles para meter su instrumento. Como no podría ser de otra manera, Gillan nos enamora con las melodías que es capaz de crear para acompañar al cohesionado combo que está por la labor de regalarnos otro tema estelar en el que, también se repite fórmula en cuanto a solos, uno intermedio rompiendo un poco con la dinámica, y uno final más extendido clausurando en fade-out.
Abordamos una pieza divertida y gamberra a partes iguales a continuación, “Nobody’s Home”, otra de las genialidades incluidas en Perfect Strangers que nos muestra la versatilidad atmosférica de la formación. A Gillan le toca tirar de personalidad, y vaya si consigue darle ese toque vacilón a la pieza, de hecho, ¡se sale! Esencial también ese toque de cencerro de Paice para iniciar las estrofas que tan bien le sienta a la pieza.
“Mean Streak” es pura melodía contagiosa desde su inicio, un tema que mantiene una alta energía en todo momento, gracias a la fantástica labor de los riffs de Blackmore que acompañados de los de Lord en su desarrollo, suben un peldaño más. Quizás de los temas que recuerdan más al pasado, resulta un cierre excepcional a esa primera cara.
El inicio de la segunda cara viene de la mano de la obra maestra del disco, la pieza central que le da su título y a la cuál ya le dediqué todo un artículo aquí por considerarla perfecta en mi opinión. “Perfect Strangers” es pura magia hecha música y punto, no me extenderé más.
“A Gypsy’s Kiss” le toca asumir el mismo papel que a “Under the Gun” en la cara anterior, ser la continuación de uno de los puntales del disco, por lo que la elección vuelve a ir orientada en la línea de mostrar una pieza animada que no decaiga en ningún momento, para mantenernos ahí en alto un poquito más. De ritmo trepidante, Gillan lo borda a las voces, los teclados de Lord están ahí en todo momento, Blackmore nos vuelve a encandilar con su solo en solitario y doblado con Lord y a la sección rítmica al completo le toca poner el turbo para que todo esto funcione con la energía correcta. Vamos, otra maravilla que se sacaron de la chistera. Y para maravilla la balada del disco que viene a continuación.
“Wasted Sunsets” es puro sentimiento, otra muestra de lo que veníamos comentando al inicio de cómo la formación estaba por crear atmósferas remando todos en la misma dirección para sacar el máximo partido posible. Todo es armonioso en este tema, bien ponderado, de gusto exquisito y una belleza sublime. Pocas baladas me llegan como ésta.
Cerraba el disco un tema retrospectivo, “Hungry Daze”, evocando ese pasado un tanto loco de la vida en la carretera, con alusiones literales a letras de su etapa anterior, como queriendo cerrar el círculo de esta manera. A diferencia de en temas anteriores, sí notamos algo más de ganas de innovar al introducir un tramo instrumental de lo más original entre estrofas e incluso a un Gillan más desbocado vocalmente hacia al final.
Para aquellos que se hicieron con la versión en CD o en casete, se incluyó un tema más, “Not Responsible”, e incluso existe otro instrumental adicional en la cara B del sencillo “Perfect Strangers” denominado “Song of Alerik”, añadiendo nuevos paisajes a lo ya expuesto en el disco original.
Perfect Strangers resulta un disco maduro en mi opinión, una evolución más sosegada de la forma de hacer música y entenderla de la formación púrpura. No encontramos tanta explosión ni chispa como antaño, pero a cambio, nos regalan una serie de pasajes evocadores capaces de llevarnos con ellos allá donde les plazca. 40 años más tarde me sigue pareciendo una genialidad a la altura de pocos y si has continuado leyendo hasta aquí, intuyo que a ti también te pasa lo mismo.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!