Lo primero que he de mencionar sobre este debut de Demonio es la puntería que han tenido a la hora de elegir la portada, pues el diseño (que corre a cargo un artista llamado Eugy, al que desconozco totalmente pero al que tendré que seguir la pista desde ya) no podría reflejar mejor lo que vamos a encontrar en este Electric Voodoo: una obra donde el ambiente psicodélico muestra su faceta más tenebrosa y perversa.
De darnos la bienvenida se encarga la caleidoscópica intro de “From the Grave”, tema en el que el trío ya muestra todas sus cartas, evitando confusiones posteriores: crudeza, psicodelia, oscuridad, todo aderezado con un punto de desgarro que otorga una esencia visceral al conjunto.
La cadencia tétricamente stoner de “Lust for the Dark” se dedica a reptar durante la primera mitad del corte, que da paso a una segunda parte instrumental con un carácter psicotrópico casi hipnotizante.
El trío se carga de algo más de energía en “Acid’s Dream”, donde de nuevo la distorsión es la principal encargada de salpicarnos con un sonido alejado de convencionalismos, empeñado en llevarnos a una deriva tan lisérgica como el nombre de la canción indica.
Brochazos de doom dan el toque distintivo a “Evil Pleasures”, que se dedica a descargar cada compás como si de una maza se tratara, hasta ceder el sitio a “Electric Voodoo”. La canción encargada de dar nombre al disco se aparece como una pieza instrumental relajada pero vibrante, que hace las veces de puente hacia su tramo final, inaugurado por “Mistress of Death”, donde los italianos nuevamente se recrean en la parte instrumental, retorciendo los sonidos a su antojo.
“Ritual of Knife” viene adornada de una provocadora y sombría desidia, que desemboca abruptamente en “Satan’s Eyes”, que rubrica el álbum sin apartarse del camino abierto durante el mismo.
Objetivamente, Demonio es una banda a la que no habría prestado demasiada atención, pero la música es así, a veces te encuentras con algo que se aleja de tus cánones pero te atrae sin razón aparente. Puede que sea el grupo en sí, puede que sea el momento en el que lo escuchas o, muy probablemente, una caprichosa mezcla de ambos factores. El caso es que ahí se te quedan, como una rara avis en tu colección, y estos italianos son la última pieza de la mía.