Es innegable que los alemanes Der Weg einer Freiheit se han hecho un sitio entre los grandes baluartes del nuevo black metal que se hace en Europa a día de hoy. Nacidos hace casi ocho años de la inquieta mente de su guitarrista, vocalista y líder Nikita Krampad, que ejerce de único compositor de todas sus canciones, los germanos han ido creciendo lenta pero firmemente gracias a su dedicación y cariño, a sus potentes directos y a tres álbumes y un EP que rozan la perfección y que han llegado a tocar la fibra de un montón de blackmetaleros de nueva generación. Con la ayuda de la discográfica francesa Season of Mist se estan convirtiendo en una banda de referencia en la escena continental, y este disco, el cuarto de su carrera, no hace sino confirmar su potencial.
Finisterre no supone un cambio demasiado radical respecto a sus anteriores trabajos, y esto me parece una buena noticia, la verdad. Nikita ya ha demostrado de sobras que sabe construir canciones casi perfectas de black metal veloz y agresivo con la cantidad justa de emotividad tanto en las partes más feroces como en los momentos más atmosféricos y acústicos, que hay unos cuantos. Con ello consigue que, aunque suene extraño decir esto de un grupo de black metal, Der Weg einer Freiheit suenen accesibles y abiertos en su aproximación melódico-trágica al oscuro mundo del black, y la escucha tanto de este disco como de los anteriores es una tarea fácilmente llevadera. Por un lado, su música tiene mucho del black más dramático de bandas como Emperor, su principal influencia dentro del género, mientras que por otro beben de la paciencia y la emotividad del post rock y del post metal, creando un estilo que no inventa nada en particular pero que ha llegado a alcanzar una perspectiva bastante personal.
Donde si que apreciamos un pequeño cambio, quizás, es en el sonido. Así como su anterior y celebrado Stellar (2015) era un disco muy limpio y muy producido, en Finisterre nos encontramos con una producción mucho más cruda, más áspera, que ayuda a que el álbum alcance un aire de dramatismo ventoso y apocalíptico casi trágico. Aunque el nombre del disco no está directamente inspirado en el cabo gallego del mismo nombre (ni en el francés), y tal y como le conté a Nikita durante la entrevista que tuve el placer de hacerle hace un par de semanas, la escucha de este álbum me retrotrae sin demasiados problemas a la abrumadora sensación de opresiva libertad que tuve al llegar al Finisterre coruñés después de haber estado caminando desde Logroño durante varias semanas, siguiendo el Camino de Santiago. Ese día había tal cantidad de niebla que era imposible ver ni el cabo ni el mar, y solo nos podíamos guiar por el estruendo de la sirena del faro que iba bramando cada pocos minutos. Era una sensación dramática, preciosa y emotiva, llegar al final del mundo y comprobar que delante de ti no quedaba ya nada. Y este disco, conociendo el título a priori, claro, consigue evocar esta sensación con bastante fidelidad.
Finisterre se abre con un inquietante texto recitado en alemán que corresponde a un fragmento del libro «Die Wand», de Marlene Haushofer, y enseguida unas dulces notas a la guitarra acústica ejercen de preámbulo de lo que va a ser un tema mayoritariamente frenético y violento, un post black metal abrasivo no exento para nada de melodía como es «Aufbruch». Después de nueve minutos de subidas y bajadas, de contrastes entre tralla incontestable y momentos donde la voz de Nikita abandona su habitual raspado para tornarse desesperada y dramática en un doloroso grito de auxilio, enlazamos con «Ein Letzner Tanz» un tema igualmente rico en matices pero en el que, a diferencia del anterior, predomina la aproximación más atmosférica por encima de la agresiva. De hecho, los primeros tres minutos de los casi catorce que dura este maravilloso corte transcurren observando y viviendo la paciente progresión de una guitarra lenta y solitaria que va cogiendo distorsión poco a poco, sin ninguna prisa, hasta alcanzar el éxtasis en el momento en que finalmente se encuentra con la voz y con el resto de instrumentos, manteniendo el tempo y las notas pero multiplicando exponencialmente la violencia y la energía desprendida. No es hasta casi el quinto minuto que aparecen de nuevo los blast beats omnipresentes y, de nuevo, se inicia una montaña rusa que nos trasladará por los múltiples registros de los que es capaz esta banda.
Es difícil ver este trabajo como un conjunto de canciones distintas. Son identificativas por si solas, sí, pero todo cobra sentido de verdad en el momento en que se colocan en sucesión unas con otras, ya que las subidas y bajadas de intensidad, las inspiraciones y las expiraciones, estan estudiadas como si de una obra clásica se tratara. Eso pasa a nivel atómico con las dos partes que forman «Skepsis», un contraste dramático entre una primera mitad épica e instrumental y una segunda que abraza el black metal violento más que ningún otro tema en este disco, pero también pasa en el conjunto del álbum. La final «Finisterre» supone el broche de oro al viaje que hemos vivido durante los últimos 45 minutos, desembocando en unos violines que parecen dejados ahí por el oleaje que ha acabado despojándonos del resto de instrumentos. En unas primeras escuchas me solía preguntar por qué el bonus track, «Neubeginn», no está incluido dentro del disco como tal, siendo como es un tema tan bueno como cualquier otro. Ahora que he profundizado más y tengo los vaivenes de este álbum más interiorizados, creo que tengo la respuesta: aunque es un tema de igual calidad que los escogidos, no acaba de encajar del todo en la compacta unidad que forman los cinco cortes que han acabado construyendo el mágico trayecto hasta Finisterre.
Aun gustándome mucho, no me atrevo a decir que Finisterre sea un disco mucho mejor que sus trabajos anteriores, pero sí que afirmo sin dudarlo que es una piedra más en la impoluta y brillante carrera de una banda tan magnífica y adictiva como es Der Weg einer Freiheit. Los alemanes van a estar presentándolo en Madrid y Barcelona en solo un par de semanas. SI bien originalmente lo iban a hacer junto a los franceses Regarde les Hommes Tomber y los americanos Inter Arma, en un cartel interesantísimo que nos enseña que el metal de sonido moderno no tiene por qué caer en clichés absurdos, pero finalmente, y por desgracia, Inter Arma se han caído de la gira por un problema logístico con su documentación. Para sustituirlos, los organizadores estan buscando bandas locales para abrir cada uno de los shows, pero aún no sabemos quiénes seran en nuestro caso. Las tres veces que he visto a Nikita y los suyos en Barcelona me he quedado absolutamente fascinado, y en esta ocasión prometen hacer un esfuerzo aún más grande tanto en el sonido como en la iluminación, así que si fuera vosotros, fans del black metal abiertos de mente, no me perdería su concierto por nada del mundo.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.