Vuelven a estar en la palestra los sevillanos Derby Motoreta’s Burrito Kachimba con su kinkidelia en un nuevo trabajo discográfico de misterioso nombre, Bolsa amarilla y piedra potente, que viene a ser su tercer larga durada. Los últimos años han sido de dulce para Dandy Piranha y los suyos, afianzándose en el panorama musical con Hilo negro (2021) y participando muy activamente, y acertadamente, en la banda sonora del film de David Monzón Las Leyes de la Frontera, donde fueron nominados a los Goya del 2022 con el tema que da título a la película.
Hace unos meses DMBK anunciaban nuevo disco, y los dos primeros temas que nos presentaron, primero “La fuente”, y poco después “Manguara”, fueron muy diferentes entre si, perfecta muestra de como esta planteado este Bolsa amarilla y piedra potente, un disco con dos caras totalmente diferenciadas donde la propia banda ha afirmado que:
“En este disco hemos buscado mucho más la melodía como elemento diferenciador. Contiene más canciones cerradas, más certeras, más al sitio, además de más de un requiebro estético.”
La propia banda vuelve a estar al mando de la producción, contando en la masterización con Brian Lucery (Ghost, Artic Monkeys, Black Keys), la primera preproducción se hizo en el mismo local de ensayo, y ya se grabó plenamente en los estudios Sputnik de Sevilla, masterizándose finalmente en California. Mención también se merece la artista visual Teresa Rofer, autora de la enigmática y luminosa portada.
Al escuchar en su totalidad Bolsa amarilla y piedra potente, sin ser un disco conceptual, uno se da cuenta que está concebido para ser escuchado por orden, cosa que es de agradecer, ya que creo que últimamente se ha perdido mucho el hecho de colocar meticulosamente los temas en un orden establecido que favorezca al sentido de la escucha. Otra cosa que uno también se da cuenta en esa primera escucha es el mayor protagonismo que tiene el trabajo de Machete, ya asentado totalmente en la banda, con sus teclados y sintetizadores, y es que DMBK han abierto aun más esa paleta de colores que es su música. Ya la bienvenida que nos dan con «Agua grande» parece premonitoria de mis palabras, una intro que incluso ha hecho trasladarme por momentos a la música del dúo francés compuesto por Augé y de Rosnay (Justice). Escucha los primeros compases de «Genesis», que abría el debut de los franceses allá por el 2007 y me dices…
Esa intro nos sirve para sumergirnos de lleno en «Seis pistones (Makensy’s Dream)”, un corte que desprende cierta oscuridad y unos ramalazos sabbathianos a aquellas bandas que flirteaban con el ocultismo (Coven, Black Widow…) que lo hace muy atractivo. Grande aquí el trabajo de Machete. La épica y la oscuridad se la quitan de encima con el Dandy Piranha más macarrero y callejero en «El chinche» (nombre de una taberna de Mérida), un tema fresco y eléctrico de puro rock ’n’ roll, con armónica distorsionada incluida, y con olor a bareto, a sudor, a fiesta, a pogo, a bebercio, a borrachera… y a pelea. Con «Prodigio» perfectamente podríamos embarcarnos en un viaje psicodélico aromatizado con un breakbeat, de dosis morunas y orientales. ¿Es “Prodigio” un nombre que hace referencia a la banda del malogrado Keith Flint? Ahí dejo este rebuscado pensamiento mientras pasamos al extraño y mitológico título griego de “Ef Laló”, donde nos muestran toda su versatilidad instrumental en un dialogo de amor de final escabroso y unas líneas de bajo muy marcadas. Uno de los puntos álgidos del disco.
Para «Daddy Papi» debemos desviar la mirada hacia atrás, para volver a buscar a los chacales de «Porselana Teeth» de su Hilo negro, ya que, este melódico corte, se inicia con los mismos personajes, convirtiéndolo en una especie de continuación de la historia. Estos dos últimos temas me sirven de ejemplo a lo comentado anteriormente: DMBK han ampliado su paleta de colores (y eso que aún no hemos llegado a la cara B…), tan solo hay que poner un poco de oído para apreciar, tanto en uno como en otro, unos ligeros efectos de guitarra que bien podrían haber sido sacados de alguna película setentera de la blaxploitation.
“La fuente” actúa como unión entre las dos caras, un tema energético, contundente, de apoteósico estribillo, y que en un momento de impasse termina de forma muy épica. Toda la banda está de diez, pero esa línea vocal y esos teclados, me vuelven loco. DMBK beben de esa fuente, de un caño que emana agua cristalina con sabor a Pink Floyd, a Triana, a Smash, a Veneno, a Led Zeppelin, a Las Grecas, a King Gizzard & the Lizard Wizard, a psicodelia, a puro rock, a blues, a flamenco, a sonoridades del Al-Ándalus… Además, me encanta el tema de los acentos, y Dandy Piranha lo tiene, y no lo esconde, un plus más para la música de DMBK. Vivimos una época de ofendiditos donde ciertas personas se empeñan en disimular su acento, su deje, sobre todo en tierras llenas de señoritos, señoros y señorazos, sencillamente porque otras ciertas personas se empeñan en que todos tenemos que hablar igual. El acento neutro no existe, y querer forzar eso es glotofobia.
La cara B se abre con “Manguara”, donde tienen protagonismo los paisajes electrónicos, los sintetizadores, y ese toque tan sci-fi, quizás el tema más experimental de todo el disco, a la vez que nostálgico y melancólico. Esos sintetizadores se te meten en la cabeza y, aunque reconozco que esta afirmación es llevada exageradamente, y con calzador, a mi terreno, hace que me imagine a toda la banda en una nave toqueteando los botones del secuenciador de sueños de Arjen Lucassen… En “Gun-Gun” nos ponemos en la piel de aquellas personas que tuvieron que huir de sus casas de la noche a la mañana en busca de algo mejor. Es un corte poderoso en el estribillo, me gusta su letra, pero hay algo que no termina de conectar musicalmente conmigo. La poesía de DMBK siempre ha sido muy importante en su música, una poesía a veces tan callejera, a veces tan metafórica, tan épica, tan filosófica. “Pétalos” se abre de manera machacona con las guitarras y la base rítmica (muy stoner, muy blues), pero de pronto, con la entrada de Dandy Piranha, el tema se convierte en más melódico, ambiental, y psicodélico, una vuelta a la infancia en toda regla. Si “Manguara” me parece la más experimental, “Pétalos” me parece la más psicodélica.
El final del disco se acerca. Primero tenemos a “Manteca”, un trallazo de poco más de dos minutos, una mezcla de rock y punk con aires de flamenco en muchos momentos, y después cerramos con “Tierra”, imprenta total de su sonido, donde destacaría por encima de todo su épico final. “Tierra” también nos guarda una pequeña sorpresa, una sorpresa que me ha hecho recordar aquellos años en los que alguna vez veías que el último corte del disco duraba más de la cuenta, cuando notabas que en el equipo de música seguía pasando el minutero del cd sin sentido, o que en el vinilo la aguja seguía surqueando el plástico. ¡Exacto!, hay una pista oculta, o una hidden track para los más finolis, un blues antiguo llamado “The Ballad of the Yellow Bag and The Power Stone” que parece quedarse “pillado” al final. De veras, cuanto se agradece incluir estas cositas en pleno 2024.
Resumiendo, diré que estamos frente a un disco muy disfrutable, de excelente producción, cambiante a cada escucha, un disco no tan directo como los anteriores, eso sí, pero que parece que elevará a DMBK a lo más alto del panorama nacional, augurándole un gran año. De momento, han tenido que colgar el cartel de sold out en sus próximos conciertos de Barcelona, Madrid, y Sevilla.
Pota Blava y fanzinero de los 90. La música siempre ha sido una de mis grandes pasiones, y aunque el Metal es mi principal referencia, no he parado de moverme por diferentes estilos sin encerrarme a nada. Con los años el escribir también se convirtió en otra pasión, así que si junto las dos me sale la receta perfecta para mi droga personal. Estoy aquí para aportar humildemente algo de mi locura musical, y si además me lo puedo pasar bien…pues de puta madre.