Derek Sherinian alcanzó el Olimpo cuando entró en Dream Theater en una gloriosa época. Allí se hizo un gran nombre y luego nos ha ofrecido interesantes discos en solitario como teclista, pasó por Black Country Communion hasta que recaló en brazos de una súper-agrupación que lleva por nombre Sons of Apollo. Allí Jeff Scott Soto, Sherinian, Mike Portnoy, Billy Sheehan y Bumblefoot hacen lo que les viene en gana pues el nivel que alcanzan en lo técnico es insultante. Este teclista de origen armenio y griego sigue ofreciendo sus trabajos de forma puntual si bien esta vez ha estado algunos años sin hacerlo. Pasó por Berklee siendo compañero de habitación de Al Pitrelli. ¡Menuda habitación! Para esta ocasión ha formado equipo con el baterista Simon Phillips, y lejos de toda presión y de tiempo han ido construyendo este disco a placer.
«Realmente siento que es mi mejor disco en solitario hasta la fecha. Simon y yo pusimos mucha energía en la composición y estoy muy agradecido a todos los excelentes músicos que contribuyeron en esta grabación.» (Derek Sherinian)
Sorprende una foto en vez de la típica portada a la que nos tiene acostumbrados y el título un poco se refiere al renacer de la humanidad cuando esta se recupere de esta crisis sanitaria. A diferencia de la visión de Axel Rudi Pell él es más optimista. El disco suena especialmente poderoso desde la inicial “The Phoenix” con un punto a lo Rainbow en esos devaneos arabescos al puro estilo “Stargazer”. Luego nos lanzamos por una pendiente a vertiginoso ritmo con juegos de guitar hero y keyboard hero. Duelos de entrante en un tema que conecta perfectamente con sus anteriores discos en solitario y termina con un gong. Las teclas de Derek no se quedan cortas en estos puertos de montaña que se van subiendo y bajando a velocidad de vértigo. En “Empyrean Sky” hay un medio tiempo atmosférico que mezcla desde la música de hilo de ascensor con aires grandilocuentes y orientales pasando por solos sorprendentes. Aquí sí que el teclado pide su cuota de protagonismo y hay mucha diablura en los mástiles y baquetas.
En “Clouds of Ganymede” Derek se da un festín de bancas y negras. Resulta, a veces, algo excesivo y petulante, pero hay una innegable calidad en su trabajo. En “Dragonfly” hay un interesantísimo juego jazzístico con los graves y el apoyo estelar a la batería corresponde a Simon Phillips (exAC/DC y Michael Schenker). Una de las piezas más interesantes del disco y en la que puedes ver, más allá de la velocidad, que este tipo es especial. Es el tema del disco, y te recomiendo que veas el video para llegar a percibir la complejidad que hay allí. Las muchas colaboraciones son constantes a lo largo de la obra, pero no disponemos de la hoja de ruta para saber cuándo entra quién. “Temple of Helios” es progpuro y duro por la vena. Elegante y trabajado, pero no sería lo más destacable de esta obra.
La versión de Buddy Miles “Them Changes” es gloriosa, con un gran feeling y esa inmensa voz de Bonamassa. Tiene un deje absolutamente Black Crowes y posee unos juegos de riffs espectaculares y momentos muy salvajes. Groove muy elegante a la vez que feeling desprendido en “Octopus Pedigree” con clara ascendencia por y para el jazz. Van desfilando músicos como Zakk Wylde, Amen Ra, Steve Vai, Joe Bonamassa, Billy Sheehan entre otros. El hecho de haber estado tocando con los mejores hace que tus discos en solitario tengan un elenco de invitados maravilloso. Parece también que haya compuesto para cada invitado pues ese “Pesadelo” parece hecha a medida de Kiko Loureiro, no por Megadeth, pero sí que nos recuerda su paso por Angra. Atmósferas inquietantes, pasajes acústicos y unos riffs tremendos. De lo mejor del álbum con un obvio acercamiento a Dream Theater.
No soy especialmente fan de los discos en solitario de músicos, y menos de teclistas, pero los de Derek Sherinian siempre son más que entretenidos. Se le suele colgar el San Benito de artista súper-veloz, pero hay bastante más que un músico híper-rápido aquí. Mejora a discos como Oceana (2011) por la variedad, y a nivel de composición, hay un paso adelante. Me quedo también con la labor de Simon Phillips y el gran papel de los invitados. No es un disco que vaya a entrar en mi top anual a pesar de que cumple perfectamente a lo que está destinado: demostrar el gran momento de Derek y que ha tenido mucho tiempo en cuarentena para darle vueltas al resultado final. Si no te van los discos instrumentales… huye de él.