La caída libre de los germanos Helloween seguía y no se veía el fondo. Si en Pink Bubbles Go Ape ya la cosa nos dejó con el pie cambiado y era difícil de defender lo del Chameleon no hay por donde cogerlo, a pesar de que todo fan puede tenerle algún cariño especial. Kai Hansen se había largado, sus productores les avisaban de que lo que estaban grabando no era lo apropiado para el nombre-marca Helloween y Michael Kiske estaba absolutamente ecléctico y tenía mucho poder de decisión.
Aparcaban el heavy metal para hacer algo experimental y diferente, y encima, le metían arreglos de viento como para dejar claro que iban a hacer lo que les daba la gana. Obviamente habría consecuencias: Chameleon era llegar al fondo del pozo. Y la portada… en fin, que podría ser de cualquier banda menos de ellos. Lo que sí estaba en consonancia con todo era el título del disco, pues camaleónicos lo eran. Weikath, Kiske y Grapow son los que se reparten los temas de composición y posiblemente el moreno y fumador guitarrista germano es el que es capaz de lo mejor… y también de lo peor.
El disco
Siempre he tenido una devoción especial para el “When the Sinner”, segunda canción del disco en la que se desmarcan del heavy metal, sí, pero lo hacen con clase, con una voz rotunda y con una canción muy buena. Es Helloween de petardeo y jugando, pero haciéndotelo pasar bien. En su día conseguí la edición en single del tema y lo tengo firmado por sus protagonistas, lo que es una joya dentro de mi colección. Nunca dirías que “When the Sinner” es un tema de Helloween, pero es delicioso, incluso con el magáfono en mano.
Lo mejor y más Helloween del disco es el inicio con una pieza realmente lograda y a la altura de lo que se espera de ellos. Vendría a ser el “The Chance” del Pink Bubbles Go Ape, sólo que esta es de Weiki y no de Grapow. Velocidad, estribillo especialmente melódico y algo almibarado. Si se atrevieran a tocarla en directo creo que sus fans no se iban a quejar para nada pues es la estrella que más brilla. Sorprende positivamente también ese ejercicio acústico pomposo titulado “I Don’t Wanna Cry No More”, con muchos arreglos y con un Kiske sensacional llegando a unos agudos tremendos. Single algo forzado con arreglos de teclado en una pieza que firma Roland Grapow.
“Windmill” es una de las piezas más horteras y cursis, ya no que hayan grabado Helloween, de la historia de nuestra música favorita. La presencia de la religión en Weiki y el estar absolutamente perdidos después del éxito de Pantera y el grunge les dejó absolutamente KO. Lo fuerte es que la llegaron a tocar en su día. ¡Toda una rareza! Pero si buscamos arreglos excesivos hay que ir a “Crazy Hat”, que casi parece de fiesta mayor por los vientos. Hay tributos de Kiske hacia su amado Elvis, pero sigue tirando de unos agudos impresionantes.
Más netamente metalera es “Giants”, extenso tema con las guitarras en primera línea. Bello medio tiempo a la altura de la leyenda y que curiosamente fue el corte que más tocaron de esta obra. Atmosférica y sobreproducida, pero cercana a lo que se espera. Digamos también que las letras del disco traslucen algo de pesimismo y de bajón. “Revolution Now” es la respuesta de Helloween al grunge, y viene de la mano de Weikath. Riffs noventeros y oscuridad en sus más de ocho minutos y en los que el bajo de Markus toma las riendas. Posiblemente junto con “Windmill” sea el tema que más en fuera de juego nos pilla todos. Rematando la cadena de WTFs está el estribillo de “San Francisco” metido en calzador. “In the Night” es de Kiske, siendo un rockabilly almibarado con una guitarra muy a lo Queen y con una muy lúcida línea vocal.
Sombras y oscuridad para “Music”, tema influenciado por Stevie Ray Vaughn, pero hay que darle la razón a Grapow como compositor. Quizá esto no era para Helloween, pero el tema es bueno yendo hacia lo progresivo. La lástima es que la sobreproducción de arreglos lastre tanto el tema. Tiró un poco de canciones ya editadas en otra de sus anteriores bandas: Rampage. Casi que podría pasar por uno de los temas experimentales de Kai Hansen en los tres primeros discos de Gamma Ray.
De entre lo mejor de la obra hay que pararse especialmente en “Step Out of Hell”, un tema inspirado en Ingoy en su mala racha. Un corte brillante y positivo dotado de un gran estribillo que funciona a pesar de estar en el Chameleon. Otra vez la influencia de Brian May es palpable en el solo. “I Believe” y “Longing” son dos temas del vocalista que si están al final es por algo. El primero de ellos se va a los nueve minutos… con mucho peso instrumental.
Mejora las cosas en un gran final la baladísima “Longing”, tema a acústica con muchísima fuerza y ángel que un poco anticipa lo que hará posteriormente Kiske en solitario. A nivel baladístico seguía con muchísima inspiración y este tema así lo atestigua. Sensibilidad a flor de piel con esos “violines” en el corte más desnudo y sentido del disco. Inmejorable cierre de un tema que te demuestra que lo que hay aquí son tres discos en solitario en uno.
Veredicto
Expulsados de la todopoderosa EMI, su disco con menos ventas, Michael Kiske sería también expulsado y empezaría su largo camino introspectivo y religioso. Lo peor de todo sería que el bueno de Ingo Schwichtenberg, que también sería expulsado, terminaría arrojándose a las vías del tren vistiendo una camiseta de Helloween. La caída no podía ser más dura y triste. Parecía que no podrían volver a levantar cabeza, pero no hay que dar nunca por enterrados a Grosskopf y a Weikath, pues se pusieron manos a la obra y remontaron el vuelo hasta día de hoy.
El grupo ha confesado que no se arrepienten del disco, que en ese momento es lo que les venía en gana, y en el fondo, hay que verlo como una especie de disco en solitario de tres compositores en un grupo roto que no sabía hacia donde iba después de los cambios de modas de 1991. A ello hay que sumarle que Ingo estaba pasando por un bache tremendo y que la batería fue un suplicio y lo último que se llegó a grabar, cosa que habitualmente es que sea lo primero. Si eres fan de Helloween… sabemos que te encanta.