Desmontando al monstruo: Paradise Lost – Belive in Nothing (Especial 20º Aniversario)

Ficha técnica

Publicado el 26 de febrero de 2001
Discográfica: EMI Records
 
Componentes:
Nick Holmes - Voz
Greg Mackintosh - Guitarra, teclados
Aaron Aedy - Guitarra
Steve Edmondson - Bajo
Lee Morris - Batería

Temas

1. I Am Nothing (4:01)
2. Mouth (3:45)
3. Fader (3:57)
4. Look at Me Now (3:37)
5. Illumination (4:31)
6. Something Real (3:35)
7. Divided (3:27)
8. Sell It to the World (3:11)
9. Never Again (4:38)
10. Control (3:29)
11. No Reason (3:14)
12. World Pretending (4:28)

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Paradise Lost han sido una banda fiel a unos principios elementales dentro del metal. Estos principios son los de ofrecer trabajos de calidad, ni más ni menos. Elemental y necesario pero a veces una arma de doble filo. Tras una década casi perfecta, la de los 90, la banda de Halifax empezó a abandonar su fórmula triunfante de death doom gótico. ¿El motivo? Quien sabe. Quizás algo faltos de ideas, quizás las nuevas tendencias musicales globales, quizás agotamiento de fórmula o simplemente ganas de innovar.

Personalmente me inclino a pensar que, tras unos discos sublimes ya parecía todo el pan repartido. Paradise Lost, lejos de estancarse decidió experimentar y moldear su sonido con algunas fórmulas más actuales. Pero repito, solo es una apreciación totalmente personal y sin fundamento. Pero los cuatro discos que siguieron a One Second (1997) pueden reafirmar mi apreciación.

El primer cambio llegó con Host (1999), un disco con toques electro pops pero siempre bajo la sombra de la oscuridad, para entendernos, Paradise Lost jugaron a ser The Sisters of Mercy. Con el cambio de milenio nos ofrecieron Believe in Nothing (2001), el disco que hoy nos ocupa. Tras él, vinieron Symbol of Life (2002) con un abrazo al metal industrial y finalmente y para cerrar esta etapa experimental llegó el homónimo Paradise Lost (2005), un disco más clásico pero de corte más alternativo.

Believe in Nothing

Believe in Nothing (2001) es para muchos el peor disco de Paradise Lost. Las cifras lo secundan, la peor nota en portales y webs especializadas, un 3,09/5 en rateyourmusic, un 6,1/10 en Metal-Archives, un 3/5 en AllMusic. Personalmente y haciendo gala de esta sección de la revista en la que orgullosamente defendemos a discos devaluados o odiados por fans y crítica, hoy voy a tirar de mi siempre benevolente visión del metal.

Los que me seguís sabéis que defiendo la mayoría de trabajos que todos odiáis. Me gusta partir de la premisa de que un disco es el reflejo más fiel de una banda en un preciso instante de la carrera y de las vidas personales de los miembros de ella. También me gusta pensar que éste producto es el mejor que la banda está preparada para publicar en este preciso momento.

Tras esta obligada autodefensa, voy a comentar que Believe in Nothing no es para nada un mal disco, ni siquiera es mediocre. Es un disco muy ameno y libre de cargas del pasado. Un disco rompedor para una formación que nunca se arrugó en las adversidades. Un disco obligado para cualquier formación cuerda. Y aquí me voy a alargar un poco más.

¿Obligado? Si tiramos para atrás podemos ver una banda con doce años de carrera y siete discos en su legado. Una banda catapultada a la cima de un estilo y el modelo a seguir por muchas nuevas bandas. Y algo que se debe tener muy en cuenta para analizar esta nueva etapa experimental. Los miembros de la banda tenían por aquel entonces entre 30-31 años.

Con un nuevo movimiento rompiendo los moldes como lo fue en ese momento el nu metal, ¿acaso crees que unos treintaañeros que veían como ya habían hecho todo lo que deseaban no tendrían curiosidad en probar otros platos? Permitidme dudarlo. Mi yo de los 30 no comparte mucha playlist con mi yo de los 36 y mucho menos con mi yo de los 25.

Believe in Nothing es un disco arriesgado en cuanto a romper estilo pero un disco muy bien ejecutado. Y no podría ser de otra forma, lo comenté más arriba, Paradise Lost saben hacer las cosas bien independientemente del estilo que estén machacando.

También me gusta ponerme la camisa del true fan de la banda. ¿Cómo es posible que tras Draconian Times (1995) tengan los huevos de hacer semejante mierda? Vale, puedo empatizar, puedo comprender que si esperas un Draconian 2.0 no lo vas a encontrar ni ahora ni el el futuro.

Pero el estancamiento es el peor aliado en esto del metal y el rock. Es necesario tener perspectiva y saber ver la evolución como algo positivo más que como un desastre monumental. Pues, es muy posible que sin Believe in Nothing o Host, la banda no hubiera gestado Faith Divides Us – Death Unites Us (2009) o Tragic Idol (2012). Dicho esto, no espero que adoréis estos discos “menores”, pero tampoco es necesario tacharlos de absoluta mierda.

El octavo disco de la banda liderada por Holmes y Mackintosh es un trabajo compuesto de doce piezas que suman un total de 45 minutos. Se esconde tras una portada un tanto … peculiar. Tampoco es que el tema del artwork sea algo increíble en la carrera de Paradise Lost, pero esta en concreto es realmente mala.

Éste nuevo disco apuntó más directamente al populismo rockero en general, invirtiendo fuertemente en voces limpias y estructuras rígidas de canciones diseñadas para la radio. Dicho sea de paso, EMI también presionó a los ingleses por más material único, lo que llevó a la inserción de «Mouth», «Fader» y «Sell It to the World» en la lista de canciones. La banda se nota aquí más suelta que en sus dos últimos discos, han perfeccionado su resultadismo y se antojan cómodos en su nueva faceta.

Holmes se reinventa como cantante de rock, lejos de los growls o guturales, nos presenta una suculenta dosis de voces limpias. Las guitarras quedan inexplicablemente relegadas en segundo lugar perdiendo el protagonismo frente a Holmes -no entiendo que Mackintosh se vea relegado a un segundo plano-.

En cuanto a las canciones, que las hay de buenas, en cómputo general son cortes ligeros y amenos, pegadizos y de fácil tararareo. “Mouth” y “Fader”, ambas singles, son dos canciones de mucho potencial. Pero hay joyas ocultas como “World Pretending” que actúa como cierre, en ella podemos ver a un Holmes desbocado ofreciendo una colección de voces imprescindibles para poder considerarlo un cantante completísimo.

“I Am Nothing” que por el contrario sirve como abridor, tiene unos coros pegadizos como nunca habías visto antes en Paradise Lost. La canción recupera riffs pesados olvidados en Host pero el sonido ya da muestras de que aquí está pasando algo diferente. También podemos encontrar breves puntos electrónicos, algo que no entrará en la dinámica del disco.

Anteriormente citaba “Mouth” como corte con potencial, la canción de menos de 4 minutos es una oda al rock más melódico. Con unas voces geniales, un estribillo accesible, una guitarra tirando a minimalista pero preciosa. En cuanto a “Fader”, sin duda una de las mejores canciones de los de Halifax. Una canción muy completa en todos los sentidos, todo un himno alternativo death doom gótico. ¡Casi nada!

Lo que si puedo destacar más allá del obligado duo formado por Nick y Greg, es Lee Morris. Su batería suena menos compleja pero no rehuye de las superposiciones artificiales, sus golpes de batería están enriquecidos con efectos tipo loop e incluso de samples.

Opinión del autor de la defensa

Si has leído el artículo entero no necesitarás leer esta coletilla final. Si has saltado directamente a estas lineas a modo resumen rápido… no te voy a hacer spoilers. Subes arriba y te lo lees entero. 🙂

Beto Lagarda
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