Nos encontrábamos justo en la mitad de la década de los 90 y parecía que el metal ya se había mezclado con todos los ingredientes habidos y por haber, y que todos los crossovers ya estaban hechos: en Estados Unidos grupos como D.R.I. o S.O.D. le habían puesto sus dosis de hardcore, los escandinavos estaban metiéndole rock, el stoner y el sludge habían recuperado el sonido black sabbathiano, habían salido discos excepcionales de metal industrial, incluso Fear Factory habían sacado sus remixes techno, y estaba en auge la combinación con el rap que nadie hubiera esperado que prosperase más allá de las colaboraciones entre Anthrax y Public Enemy y las de la banda sonora de Judgment Night (1993).
Estaba ya todo hecho? Algunos diréis que sí (que incluso ya se había hecho demasiado), otros diréis que aún no, lo sé. Sea como sea, desde la pequeña ciudad de Stuttgart nos llegaría algo como mínimo sorprendente: un disco donde iban de la mano el doom gótico y el hardcore melódico!
Me estoy refiriendo al segundo disco de Pyogenesis (tercero si contamos el EP de 1992 Ignis Creatio) y que por aquél entonces estaban dentro de la emergente escena doom gótica de grupos como My Dying Bride, Paradise Lost, Anathema o Amorphis.
En su primer disco Sweet X-Rated Nothings (1994) ya dieron muestras de su propia personalidad, pero fue con Twinaleblood (1995) que quisieron ir más allá, con canciones más cortas, sencillas, directas y con un enfoque de las melodías diferente al que se estilaba en su género.
Y es aquí donde encontramos ese aliño de hardcore melódico del que hablo, ya que no sólo le dieron más protagonismo a las voces melódicas en detrimento de las guturales, sino que las dotaron de un aura de felicidad inusual en su estilo y más propias de unos Millencolin.
Y no nombro a Millencolin porque sí. La banda sueca estaba en el sello Burning Heart Records, formado a principios de los noventa también en Suecia con la intención de ser la Epitaph Records europea y dar salida al auge del punk rock y hardcore de aquella época con los citados Millencolin, 59 Times the Pain o Satanic Surfers.
Puede que con la excusa del popurrí estilístico de los 90 y con la proximidad de grupos y sellos punk rock hardcore no os haya convencido, así que voy con el último y definitivo argumento (aunque éste sucediera a posteriori). En los siguientes dos discos la banda acabó cediendo todo el protagonismo a las voces melódicas llevando su estilo hacia una especie de rock alternativo, llegando a telonear a Social Distortion. Además, dos miembros de la banda (entre ellos Tim Eiermann, guitarrista, cantante y compositor de la mitad de Twinaleblood) abandonaron el grupo para formar Liquido, con un sonido a medio camino entre el rock alternativo y el punk rock melódico.
Elementos contextuales a parte, si nos adentramos en el disco vemos cómo va alternándose la oscuridad gótica con las melodías alegres, e incluso a veces esa oscilación se da dentro de la misma canción.
“Undead”, el primer corte, ya nos muestra algo de esto, con las guitarras bien graves y una voz dura pero que busca la melodía, y todo llevado a un medio tiempo pero que no resulta muy machacón. El segundo tema, “Twinaleblood”, empieza con una melodía alegre a la que le sigue un arpegio melódico, acabando por todo lo alto tras un puente machacón. En “Weeping Sun” se va mezclando una melodía melancólica y pausada con una parte más rápida y gutural. El inicio de “Every Single Day”, con ese redoble de caja, es completamente punk rockero, hasta que entran esas guitarras rematadamente góticas.
“Abstract Life” es puro doom gótico, con el ritmo bien lento y la voz gutural, así que, ¿qué toca después?, exacto, una melódica, en este caso “Empty Space”, con guitarras acústicas y violines. ¿Y luego? Muy bien, caña de la mano de “Sinfeast” y sus guitarras thrash. El ritmo se acelera en “Those Churning Seas” y “Snakehole”, mientras se van mezclando las voces melódicas con las guturales. “Addiction Pole” es puro hardcore melódico, para pasar a la machacona y casi industrial “God Complex”. Aunque para industrial el siguiente corte, “Mutz Umst Erben”, a la que le sigue “Supavenus”, donde se vuelve a mezclar la melancolía con la alegría, con un puente a media canción muy Type O Negative.
Para acabar, el interludio a piano y voz de “Bar Infernale” nos lleva a “I’m Coming”, que a mi es la que más me suena a su anterior disco, concretamente al hit “It’s on Me”.
Así que ahí dejo la pregunta: ¿estamos ante un disco de originalidad única o no hay para tanto?