Han pasado quince años desde que Devildriver nos obsequiara con su primer álbum de nombre homónimo, Devildriver (2003). Cuando Dez Fafara “dejó” Coal Chamber, quería hacer un estilo más directo, más metalero. Quizá la primera toma de contacto, aún tenía mucha reminiscencia a su anterior banda, demasiado nu metal y muy repetitivo tanto en letras como instrumentalmente. Pero con el segundo álbum, The Fury of Our Maker’s Hand (2005), comenzó a destilar groove de verdad, y del bueno, y por parte de Fafara, cantando de manera más agresiva, más salvaje, recordándome un poco a la voz de Max Cavalera. Con su tercer trabajo, The Last Kind Words (2007), podríamos decir que Devildriver llegó donde quería, es decir un sonido diferente y propio. En este, implementaron un poco de death melódico con la base groove, que le daba un sonido más extremo, y conseguir, a mi entender, su mejor trabajo, el mejor de todos hasta la fecha. A partir de entonces, se convirtieron en una banda muy a tener en cuenta, y un referente en lo que se refiere al estilo comentado de groove con su mezcla melodeath. En estos quince años han sacado álbumes mejores y otros peores, sin ir más lejos el último, Trust No One (2016) para mí, flojea bastante, aparte que tiene como un aire al primer álbum, que no me convenció nada cuando lo escuché en su momento.
Con el disco que os comento hoy, Outlaws ‘til the End, Vol. 1 (2018) es ya el octavo en su discografía. No os engañaré, Devildriver es un grupo que tiene algo y que me gusta bastante, y también os diré que no las tenía todas antes de hacer esta reseña. Primero por lo que he dicho de su anterior trabajo, que no me moló nada. Segundo, porque cuando dijeron que el nuevo trabajo sería de versiones outlaw country, no sabía que nos podían deparar, ¿una especie de groove n’ country? ¿Directamente las canciones originales idénticas, pero tocadas por ellos? Tercero, los dos singles que había escuchado, referentes al disco en cuestión, uno era bastante chuflero y el otro estaba bien, sin más.
Pues bien, no puedo decir más que iba totalmente equivocado. Devildriver se han superado, han hecho unos covers de temas country ESPECTACULARES, hay alguno que flojea un poco o puede gustar menos, todo hay que decirlo, pero el global es acojonante. En ningún momento parecen versiones, Devildriver ha cogido una serie de canciones -de gente como Willie Nelson, Johnny Cash o The Eagles– y se las ha hecho suyas. La esencia es totalmente Devildriver, recordándome mucho a su mejor (para mí) trabajo, The Last Kind Words (2007), pero este Outlaws ‘til the End, Vol. 1 (2018) tiene un punto diferente. Canciones con reminiscencia sludge metal combinadas con unos solos más lentos y melódicos y el típico sonido de guitarra estilo dobro o steel guitar o country slide o… -yo que sé, me pierdo ya-, que le da el toque tan americano y hace que te teletransportes a donde han querido ellos, al duro, tórrido y fuera de la ley, Oeste Americano, pero con el sonido tan característico de los californianos.
Pasamos pues a diseccionar, cual aprendiz de medicina de la Inglaterra Victoriana, este Outlaws ‘til the End, Vol. 1 (2018). El primer tema “Country Heroes” comienza de forma sugerente, con una guitarra en plan country, para cambiar a un intercambio de voces entre Fafara y la colaboración de Hank Williams III (bajista en Superjoint Ritual), con una canción dura pero de medio tiempo, con un melódico solo de guitarra slide country.
Continuamos con “Whiskey River”, tema totalmente brutal, aquí con la colaboración del vocalista, Randy Blythe y el guitarra Mark Morton de Lamb of God, canción muy rápida, de las que hace vibrar, con una competición entre Dez y Randy, para ver quién canta de manera más desgarradora. La siguiente es “Outlaw Man” una versión de The Eagles, muy, muy similar, pero en versión dura.
“Ghost Riders in the Sky”, tema con la colaboración especial de John Carter Cash y su esposa Ana Cristina Cash, junto con, otra vez, Randy Blythe. Es una canción mítica, con un himno, ¡Yipi, ya yo, Yipi ya yeh! Y repitiendo la lucha a las voces, con partes muy rápidas y otras lentas melódicas, sin faltar nunca el country slide que le da el toque característico. La canción “I’m the Only Hell Mama Ever Raised”, pasa a ser totalmente Devildriver, con la crudeza habitual en ellos y con su mezcla groove y death melódico.
“If Drinkin’ Don’t Kill Me”, con la colaboracion de Wednesday 13 (cantante de grupos como Bourbon Crow o Murderdolls) tema melancólico y desgarrador y lleno de riffs armónicos, pero con sus momentos duros y pesados. Seguimos con “The Man Comes Around”. A modo de intro se oye la voz de un señor, para pasar a un tema muy Superjoint Ritual, con momentos muy melódicos a las guitarras.
El siguiente es “A Thousand Miles from Nowhere”, que podríamos considerar como la “lenta” del disco. No está mal, tiene ritmo, con muchos coros, aparición de varios solos y un ritmo de batería muy bien ejecutado, con blast beats constantes, que le dan fiereza al tema. “Copperhead Road” tiene la participación, a la voz, de Brock Lindow (36 Crazyfists) tema muy country, pero con grandes cambios y de formato moderno. En “Dad’s Gonna Kill Me, tenemos mucho groove, con la participación de Burton C. Bell (Fear Factory) que le da un aire a dicho grupo.
Y se acercan las dos últimas canciones, “A Country Boy Can Survive”. Si la anterior he dicho que me recordaba a Fear Factory por los coros de Burton C. Bell, en esta ocasión es por algunos compases entre las cuerdas y el ritmo de la batería. Y terminamos con “The Ride”, gran tema, con la colaboración de Lee Ving, con una voz rasgada y queda perfecta con los momentos melódicos cantados junto Dez.
Acabada esta supurante review de lo nuevo de Devildriver, ¿qué más os puedo decir? Por mi parte, me toca ir el 9 de agosto a verlos en Barcelona y lo comentábamos con un amigo, antes de que saliera el trabajo oficial, basándonos en los singles, pensábamos los dos: «¡Por favor que no toquen nada de esto!» Una vez sacado este disco de versiones, lo escuchamos y cambiamos radicalmente de pensamiento y nos dijimos: «¡Ya pueden tocar lo que quieran, como si es el disco entero!» No hace falta decir que a los fans del grupo y en general, del metal de estilo americano, mejor que lo escuchéis en solitario, porque vais a tener una erección sin quererlo.
Sinceramente, de la manera en que han moldeado todos los temas y se los han hecho suyos, esto es superarse. En mi humilde opinión, le da mil vueltas al último trabajo de Burn the Priest -que reseñamos hace poco- Legion XX (2018), donde cogieron temas punk y las tocaron tal cual, sin, prácticamente, modificarlas. Devildriver no se ha limitado a hacer esto, sino que, aparte de coger un estilo mucho más difícil, como es el country, han sabido aprovechar cada tema y hacer unas versiones brutales, podrá gustar más o menos, pero esto está currado señores, hay mucho nivel. Hacía muuuucho tiempo que no escuchaba un disco de versiones tan bien ejecutado, y lo más importante, valiente. Hay que tener cojones para coger estos temas y dejarlos como lo han hecho. Este disco es Devildriver pero con esencia country, y sin sonar, para nada, forzado. No sé como más os lo puedo explicar, creo que lo mejor es que cojáis este disco y lo escuchéis entero. Entonces me entenderéis perfectamente.
Soy de esa generación que la “post-pubertad” lo pilló entre el metal primigenio (lo que llamamos ahora old school) y la nueva ola que fue el Nu metal, es decir, pasado mediados de los 90. Me encantan muchos estilos pero sobretodo el rock clásico y evidentemente el metal, este último es una forma de vida y encima me gusta desgranar y reconocer la riqueza de todos sus subgéneros. Uno ya tiene su edad (los mechones blancos en la barba no están por que sí) pero no me cierro para nada a grupos nuevos, eso sí, mientras haya fuerza y calidad, aunque hoy en día hay mucha. Como nacido justo entrados los ochenta también se incluye que soy un friki de cuidado (rol, videojuegos, Star Wars, pelis Gore, literatura fantástica y un largo etc.) vaya que toco de todo un poco. En resumen, espero contagiaros mi pasión metalhead a la vez que disfrutáis de mis aberrantes destripes.