Cuando DevilDriver anunciaron un descanso indefinido después de publicar su anterior álbum, el irregular Winter Kills (2013), probablemente esperábamos que éste fuera un poco más largo que dos años y medio. Aún así, ha habido tiempo para que pasaran bastantes cosas en el seno y devenir de la banda. Dez Fafara, su vocalista y alma mater, aprovechó para girar y sacar disco con su grupo original, los numetaleros Coal Chamber, que llevaban más de 10 años separados después de haber cosechado un éxito considerable alrededor del cambio de siglo. Mientras tanto, dos de los miembros fundadores junto a Dez, el guitarra Jeff Kendrick y el batería John Broecklin, así como el bajista Chris Towning, decidieron abandonar DevilDriver, dejando el futuro de la banda un poco en el alero.
Quizá justamente fueron estos cambios en la formación los que propiciaron que la maquinaria se volviera a poner en marcha antes de lo esperado. En recientes entrevistas se ha comentado abiertamente que uno de los motivos principales que provocaron el parón era precisamente la tensión entre algunos de los miembros de la banda, así que muerto el perro se acabó la rabia. Al señor Fafara le faltó tiempo para reclutar a tres músicos más que experimentados para esta nueva encarnación de la DevilDriver: por un lado, Neal Tiemann a la guitarra, un músico de sesión proveniente de mundos bastante menos metaleros; por otro, y aprovechando la reciente desaparición de sus bandas, se ha incorporado a Austin D’Almond a la batería, últimamente en Chimaira, mientras que el bajo queda en manos de Diego Iborra de Static-X.
DevilDriver fueron uno de los abanderados de lo que se conoció en su momento como la New Wave of American Heavy Metal, ese movimiento que, a principios de los dosmiles, mezcló el thrash y el groove de grupos como Pantera o Machine Head con lo que quedaba de las cenizas del nu-metal ofreciendo un metal moderno, técnico, agresivo y sin concesiones, que en su momento tuvo una cierta repercusión en los Estados Unidos, incluso en el mainstream. Los propios Machine Head o Lamb of God son sus referentes principales, aunque con el tiempo la etiqueta se ha difuminado un poco, y la mayoría del metalcore o del metal alternativo americano de este siglo ha acabado englobado aquí.
DevilDriver, así, como la etiqueta en general, tuvieron su momento más álgido a mediados / finales de la década pasada. The Fury of Our Maker’s Hand (2005), The Last Kind Words (2007) y Pray for Villains (2009) son probablemente sus discos más logrados, y también los más comercialmente exitosos. Con una marcada influencia del death metal melódico y con un trabajo muy elaborado a las guitarras, DevilDriver siempre ha destacado por ser una banda honesta, comprometida y trabajadora (siete trabajos de estudio en 13 años, con parón de por medio, hablan por si solos), con una energía y una rabia especial que saben transmitir tanto en disco como en directo.
Los dos discos previos del grupo, Beast (2011) y Winter Kills (2013), sin ser en absoluto malos, bajaron un poco el nivel de lo que nos venían ofreciendo. No se alejaron ni un ápice de sus señas de identidad, pero la inspiración no estuvo tan de su lado, y había momentos en que quizá parecía que había algo de cansancio, dejando de ser ese grupo peligroso y apisonador que habían sido. Es posible que el parón fuera realmente necesario, y es de esperar que los cambios en la formación de estos DevilDriver reinventados nos devuelvan un poco de la frescura perdida.
Si nos tuviéramos de basar en la primera impresión visual no iríamos por el buen camino. La portada es un lobo bajo una piel de cordero bastante mal hecho. «Trust No One»… muy avispado. Me parece más bien amateur y tirando a cutrilla, tanto en concepto como ejecución, para un grupo de su trayectoria y criterio. Por suerte, hoy en día, en el que pocos discos pasan por mis manos físicamente, la importancia de la portada es mucho menor que años atrás, así que superado este pequeño chasco, lo relevante es ver si lo que encontramos en el interior lo compensa.
Y bien, no podemos decir que Trust No One sea un mal disco. En realidad no hay ni un mal tema en él, y tampoco podemos apuntar ningún punto negativo evidente. Pero tampoco hay nada marcadamente destacable, que sobresalga dentro de su discografía ni dentro del metal contemporáneo en general. Hay momentos agradables, se escucha a gusto, pero la sensación es que van a a piñón fijo y que, como nuestros temores ya presagiaban, estamos ante, sencillamente, otro álbum de DevilDriver. Lo que escuchamos aquí ya lo hemos escuchado más o menos antes, bien en ellos mismos o bien en otras bandas.
El disco suena muy bien, muy compacto, enérgico y cohesionado. La ejecución es también perfecta. Sin duda todos los instrumentistas tienen un nivel altísimo y lo demuestran aquí en cada tema. La voz de Dez Fafara, aunque solo tiene un registro, es agresiva y transmite la rabia necesaria. Quizás, para poner alguna pega, en las primeras escuchas me dio la sensación que la batería era un poco exagerada, intentando rellenar todos los huecos con tantos redobles y golpes como fuera físicamente posible. Pero al final me he acostumbrado y no me molesta en absoluto. Después de un par de primeras escuchas en el que se me hizo un poco cuesta arriba y no supe diferenciar mucho entre tema y tema, se pueden distinguir un buen puñado de buenas canciones.
DevilDriver siempre se ha destacado por poner cortes muy potentes para abrir sus discos. «Testimony of Truth» es un poco irregular, pero tiene momentos muy buenos, especialmente los duelos de guitarras de las partes central y final, que recuerdan mucho a «Aesthetics of Hate» de Machine Head. «Bad Deeds» también es resultona, un poco mas metalcore, y «My Night Sky» empieza con unas magníficas guitarras que prometen una cierta oscuridad, reminiscentes del la época Diabolus de Slayer, aunque después se va por derroteros más convencionales. Aún así también es una de las mejores. Tanto «This Deception» como «Above It All» tienen un aire por momentos más alternativo, y esta última contiene el único estribillo que encuentro realmente pegadizo en todo el álbum. Curioso porque la canción me parece de las más flojas, y el estribillo, fríamente, tampoco me convence demasiado, pero en caliente es de los que me motivan más. Y el principio rollo Grip Inc. también está bastante bien.
El primer single y vídeo extraído de este álbum es «Daybreak». Me parece una muy buena elección, y una de las mejores canciones del disco, si no la mejor: dinámica, agresiva, emotiva, pegadiza y con un final ideal para reventarte el cuello. Tiene un trabajo a las guitarras excelente y suena bastante a Lamb of God por momentos. El tema que da título al disco es correcto y agresivo, con más protagonismo de su vertiente death metal melódico. Mejora a medida que pasan los minutos después de un comienzo algo dubitativo. Algo parecido pasa con «Feeling Un-god-ly», que comienza muy directa y evoluciona (para bien) hacia cosillas más progresivas, un poco hasta djent.
Las dos canciones que cierran el disco, «Retribution» y «For What Is Worth», son feroces y a la vez melódicas, tienen buenas estructuras y son muy disfrutables, especialmente la segunda, pero es curioso que dos de los temas que más me gustan son precisamente los bonus tracks. Tanto «House Divided» como «Evil on Swift Wings» tienen nivel de sobra para estar en el corte de temas que merecen estar en el disco.
En resumen, un buen trabajo que, al menos yo, me temo que olvidaré con relativa facilidad. Da la sensación que, aun capaces de componer buenos temas y seguir ofreciendo un nivel de energía y compromiso fuera de toda duda, se han quedado un poco estancados y hace varios discos que no aportan nada sustancialmente nuevo. Como comentario ilustrativo, y a pesar de que, como es costumbre, en la entrevistas tanto Dez como sus compañeros loan Trust No One como uno de los mejores discos de su carrera, en su gira actual por Estados Unidos solo vienen tocando un par de temas (concretamente «Daybreak» y «My Night Sky»), lo que viene a confirmar que ellos mismos reconocen veladamente que este álbum no va a pasar a la historia ni va a ser recordado como uno de los grandes de DevilDriver. Aún así, se deja escuchar y gustará a los fans del grupo y del estilo.
Artículo publicado originalmente en Metal Symphony Website
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.