Noche de retornos, en concreto de un servidor con la sala Wolf, conocida anteriormente como Señor Lobo y especialmente como el Metal Zone. Ahora el recinto vuelve a conectar con el público rockero mediante conciertos. La sala ha sido acondicionada, el equipo de sonido sonó espectacular y muy definido, y a pesar de las columnas, pudimos vivenciar un par de conciertos excelentes. Pasó la prueba de fuego pues los de los Países Bajos (ya no podemos decir Holanda) se salieron como era de esperar, y consiguieron una entrada más que potente. La última vez en el Rocksound fue maravilloso, pero poco pude ver por las dimensiones del local. Era mi tercera ocasión con DeWolff pues añado que estuve en el Garage Sound Festival en Ribas Vaciamadrid. En ese concierto quedé enamorado de este trío tan especial. Aquí también, hubo magia a borbotones en casi dos horas de concierto.
Dawn Brothers: algo (funky y sureño) se mueve en los Países Bajos
Hay muchas cosas que agradecerles a los DeWolff, y una de estas muchas es darnos a conocer a un grupo tan especial como este quinteto de Rotterdam que combina el funk y los sonidos sureños. Una combinación alquímica que se acerca un poco a la de sus compatriotas que acompañaban esa noche. Su gran potencial son esas voces valientes que gastan los cinco componentes. Grandísimo inicio con “Stayin’ Out Late” y con su bajista-cantante, con un peinado muy a lo Focus. El grupo es compacto y feliz con momentos para tirar de palmadas. En el segundo corte los juegos de segundas voces alcanzan un altísimo nivel a la vez que se luce el gran teclista del grupo. Recuperaron un tema más clásico como “Pictures” en el que el rizado guitarrista llevó la voz cantante. Estamos en terrenos mucho más sureños para luego encarar la brutal versión de “Corner” y poder dar rienda suelta a su castellano nivel primerizo. Nos costó eso de llegar a entender “Bardenoche”. Separando las sílabas pudimos descifrar el enigma.
Preguntaron a los asistentes que quién había estado en Rotterdam pues consideran el tema “Silver Spoon” como algo tradicional y definitorio de la ciudad. Complejos juegos instrumentales que se enfilaban hacia gloriosa jam. Vuelven al rock sureño y con algo de americana en “Eagle One”. Momento de su líder para comunicarnos que su tour terminaba ese día y que agradecía a España la comida, y, sobre todo, las croquetas. Así que dedicó el tema a los ricos manjares mediterráneos. Bestial el inicio a tres voces respondiendo en eco en “How Come”. Una gran demostración del enorme potencial del combo orange. La demostración de poderío terminó con la festiva “Holy Water” y con agradecimientos a DeWolff: “Les agradecimos que nos den una razón más para seguir de fiesta otra vez”. No tienen ni la frescura, ni la propuesta, ni el look de DeWolff… pero son unos músicos excelentes armados con un catálogo musical rotundo.
DeWolff: auténticos veteranos del rock cuando no llegan ni a la treintena
Lo de este trío es sencillamente de traca. Ahora les da por sacar un disco grabado dentro de la furgoneta de gira (grabaron alguna parte en Barcelona), con un presupuesto bajísimo, y resulta que les ha resultado tremendamente inspirado, además, la calidad del sonido está a la altura. Muy buena entrada en la Wolf a pesar de que veníamos de un sold out en la Rocksound. Los hermanos Van de Poel subieron a escena y gritó Pablo una frase destinada a arrancar sonrisas: “¿Qué pasa? Un burro por tu casa”. Juega con su spanglish que domina más de lo que muestra para luego encaramarse a “Made It to 27”. Gran sonido y mucha clase continuando con la cadenciosa “Nothing’s Changing”, con, atención, el baterista Luka en las voces principales. Iban todos de impecable blanco con Pablo mostrando las letras bordadas de detrás con un inquietante: “El Papi” zurcido a su espalda. Robin Piso te hace disfrutar dentro del mar de teclados y los agudos en falsete empiezan a aparecer. Obviamente “Sugar Moon” ya es recibida como el clásico que es. Una de sus más grandes composiciones. Feeling blues y pausa en la celebrada “Medicine” con momentos en falsete que te recordaban a los Bee Gees.
Los temas se alargaban en momentos jam y ganaban mucho feeling. El sonido de directo de la sala hace que luzca especialmente todo el grupo. Todo muy real, y más en una banda que no lleva nada grabado. Pablo iba dándole a la cerveza y nos contó que vivían una triple coincidencia: “Nos llamamos DeWolff, tocamos en la sala Wolf y ahora en nuestra tierra empieza a emitirse un documental sobre nosotros”. Las dos partes de “Blood Meridian” nos hicieron despegar. Menudo single y cómo gana enteros en directo. Aquí sí que fueron generosos con los pasajes instrumentales hasta el punto que Pablo subió sobre el enorme teclado vintage de Robin. Llegó otro de los grandes momentos como fue el “Double Crossing Man”, siempre facilitando por el hecho de que el gentío la cante. Primero los chicos, luego las chicas y finalmente todos. Uno de sus más exitosos hits hasta la fecha. Y para templar las pulsaciones ese blues monumental que lleva el título de “Tired of Loving You”. Finalizaron con “Don’t You Go Up the Sky”, de sus primeros discos.
Los bises venían cargados de sorpresas y la primera fue la de ver a los Dawn Brothers sumarse a DeWolff. Impresionante demostración en “Devil Woman” que llegó a la cumbre con ese teclado a cuatro manos. No salieron a hacer acto de presencia los Dawn, salieron a tocar y a hacer solos de todo. Maravilloso. La ovación fue cerrada y larga para luego entonar un “It Ain’t Easy” destinada a sacar músculo y a demostrar que su nuevo Tascam Tap es es de obligada escucha. Nos acercábamos a las dos horas de concierto así que eligieron bien la despedida de la noche: “Deceit and Woo”, con ese estribillo que invita tanto a cantar. Momento de jam sideral con luces verdes y un breve solo de Luka. Allí fue cuando Pablo dijo: “Solo batería mi hermano cabrón”. Luego vino el momento de firmas y fotos con un descamisado y alegre Pablo. Atentos y cariñosos estuvieron los músicos de ambas formaciones, contentos, no sólo con el trabajo bien hecho, también porque los presentes arrasaron con el material de la zona de merchandising. Grupos como DeWolff merecen éxitos mayores y siguen creciendo imparables. Y recuerda, no llegan a los 30, así que os aseguro que eran de los más jóvenes que había en la sala esa noche de sábado.