Impresionante… no llegan ni a los 30 años de edad y se manejan como nadie en el negocio musical. Los neerlandeses DeWolff siguen asombrando a propios y extraños con un trabajo que parece que sea una bromita interna pero que deslumbra e irradia calidad. En su penúltima gira, que pasó por nuestras tierras, hicieron algo más aparte de tocar y pasarlo bien: dedicarse a grabar su nuevo disco con una grabadora marca Tascam de cuatro pistas, y lo hicieron en ratos muertos y especialmente en la parte trasera de la incómoda camioneta que llevaban. Los patrones de batería son sampleados con bases muy funky, pero el disco, a pesar de no tener un sonido rutilante, es una pasada, y no llegó ni a costar 50 euros. No sólo han ahorrado, sino que han dado una lección de cómo ser originales a más no poder.
El retro rock añejo invade la cinta de buenas a primeras y tienes a un Pablo Van de Poel cantando como los Bee Gees en cortes tan redondos como “It Ain’t Easy”. De verdad que creo que estamos ante su disco más inmediato y ante uno de los más atractivos. Es un nuevo clásico en toda regla. En “Northpole Blues” ya nos introducen un poco en la marcianada ante la que nos encontramos, jugando con el country con sonido de maqueta para luego atacar con una de las fundamentales: “Blood Meridian I”. Esta sí que es definitoria y es tratada como un single con los juegos de teclado de Robin Piso que se explaya a gusto. Una de las que mejor quedan en sus directos y con todo el sabor de disco de los 70 aunque con un sonido precarizado que le sienta maravillosamente al tema. Los temas son breves y algunos dan la sensación de que son ideas a medias o divertimentos, pero cuando escuchas la calidad de “Rain” quedas impresionado. En tres minutos se marcan una canción delicada, honesta y con un original riff pausado, todo a balada.
Groove y sabores sureños en “Made It to 27”, un tema que presentaron en Barcelona y que funciona de maravilla sobre las tablas. Coros de Luka y una interesante línea vocal que baja y sube. Los samplers de base en “Nothing’s Changing” se acercan a bases hip hop pero esa cadencia les sirve para marcarse otra canción excelente, de las más pegadizas y entretenidas de esta obra-experimento. Esa misma base se repetirá en dos temas más hecho que hace que el disco baje algunos enteros como, por ejemplo, en la deliciosamente funky “Let It Fly”. Percusiones oscuras al puro estilo Tom Waits en “Blood Meridian II” que termina siendo el tema más oscuro de todos los presentados en Tascam Tapes. Los teclados de Luka son siderales y los falsetes de Pablo terminan de dar forma a un tema extraño, pero capaz de convencer. Impresiona la brevedad de “Awessomeness of Love” que no llega ni a los dos minutos con una estridente guitarra tapada por la base.
En algún momento llega esa sensación de repetición de esquemas, pero cada pieza tiene un elemento diferencial propio. “Love Is Such a Waste” tiene un loop de gritos grabado que va sorprendiendo pues acompaña un gran estribillo puramente Bee Gees. Y otra vez la sucia guitarra de Pablo irrumpe para el solo. Curiosamente en “Am I Losing My Mind” hay un claro y evidente bajo que debieron utilizar en las sesiones de grabación dentro de la furgoneta. Los teclados de Luka hacen orquestan la propuesta que vuelve a ser totalmente original. Y rizando el rizo una harmónica que te descoloca en la breve y preciosa “Life in a Fish Tank” saliéndose de la tangente de la hoja de ruta marcada en el disco. Amas a este grupo por temas como este, y lo mejor de todo es que les sale sin esfuerzo, natural. ¡Un escándalo que no la toquen en directo!
Obviamente me quedo con sus anteriores discos en cuanto a sonido, pero estos temas sorprenden por su frescura y de verdad que el producto conseguido con la grabadora Tascam analógica no está a años luz de muchas grandes producciones. Saturan sonido de bases, embrutecen la guitarra, teclados densos y pulcritud total para voz y coros. Culpa de que no se note el bajo presupuesto la tiene el ángel compositivo y la calidad que atesora este trío de los países bajos. El mundo y la suerte sonríen a los que arriesgan así que bienvenido sea este experimento. Temas cortos y directos, diría que sencillos (para ellos), pero no es la palabra. Huyen de las largas jams y muestran su cara más funk, pero en gran parte, si ha salido así, es por el material sampleado que llevaban. Estoy más que convencido por esta original obra, pero te queda la duda de cómo podría llegar a sonar con los medios de otros discos.