Si algo resulta del todo atrayente de este trío sueco denominado Dirty Loops es su capacidad de hacer las cosas libremente, sin atender a patrones habituales ni a modas, tanto en la concepción de su música como en la manera en que la editan.
Por poner un claro ejemplo, podemos fijarnos en su composición en formato power trío poco usual. Si lo normal sería encontrarnos con guitarra/bajo/batería, ellos optan por prescindir de la guitarra y sustituirla por los teclados. Para aquellos que han escuchado a la formación con anterioridad sabrán que esto tiene todo el sentido del mundo, primero porque Henrik Linder se encuentra entre los bajistas más grandes del panorama actual, y es gracias a su maestría liderando tanto a nivel melódico como con acordes, ejecutados de todas las maneras posibles e imaginables, que nos olvidamos de que no hay guitarra, y segundo porque en el estilo musical que practican, una fusión en la que encontramos elementos de jazz, funk, gospel, R&B y de música dance electrónica, pero siempre envuelto por un aura comercial cercana al pop, los teclados de Jonah Nilsson son del todo vitales, así como su polivalente y portentosa voz que tan bien marida con su música. Nos podemos imaginar que, acompañando a los dos talentosos músicos que acabamos de presentar, no puede haber más que otro crack a la batería y ese es Aron Mellergård.
En cuanto a la edición de su música, resulta curioso constatar que es más bien escasa, tan solo cuentan con tres lanzamientos previos, Loopified (2014), el EP autoproducido Phoenix (2021) y Turbo (2022) junto al guitarrista Cory Wong, el cual, aunque consta como LP, su duración total apenas alcanza la media hora. Si os preguntáis cómo con tan escasa discografía han conseguido despuntar, la respuesta está en su capacidad, esta vez sí, prolífica, de versionar temas de otros artistas colgándolas en las redes, en especial del mundo del pop, como han hecho con piezas de Michael Jackson, Alphaville, Lady Gaga, Avicii, Britney Spears, Justin Bieber o Adele, rearmonizándolos y dejándolos en ocasiones prácticamente irreconocibles. Si a eso le sumas el innegable virtuosismo de sus músicos y la originalidad de todo aquello que sale de sus manos y mentes, ahí tienes una fórmula arriesgada, pero a su vez atractiva, que solo los oídos más exigentes saben apreciar en toda su vastedad. Quincy Jones, reputado productor quien nos ha dejado recientemente, se fijó en semejante talento y accedió a producir algunos de sus temas en el pasado.
Nos adentramos en Beagle no sin antes comentar el juego de palabras que han utilizado para dar con el título e imagen de portada. Beagle es la fusión de dos animales, Beaver + Eagle, castor y águila, bichejo que surge de su imaginación y que parece va a ser su mascota durante una buena temporada. Una caricatura de Beagle aparece haciendo los cuernos impreso en el telón de fondo del escenario en el primero de sus vídeos, el correspondiente al primer tema de apertura de este disco “Run Away”. De inicio grandilocuente, la cálida y agradable voz de Jonah nos regala los oídos en esas primeras estrofas tan comerciales que introducen el tema, desatándose la locura del bajo de Henrik pocos instantes después donde debería aparecer el estribillo. Cualquier cosa es posible encontrar en la música de este trío que no tiene ningún complejo a la hora de hacer las cosas de forma diferente. Si pensabas que lo habías visto todo en un bajo, detente a admirar la orgía de recursos que despliega Henrik en pocos segundos: tappings, slaps, efectos de pedales… y todo ¡a la velocidad de la luz! Pero si te lo has perdido, tranquil@, vuelve a haber una segunda tanda de estrofas melódicas seguidas de un nuevo momento protagonista del bajo. Y encaramos una tercera ronda subiendo el tono a más agudo si cabe, tesitura en la que la voz de Jonah se maneja sin ningún tipo de problemas.
Seguimos encontrando elementos originales en “When the Time Is Right”, al ser el piano uno de sus elementos conductores. Jonah empieza cantando de forma relajada junto a él, subiendo de nuevo el tono en sucesivas estrofas. Semejante calma se ve truncada por la irrupción del resto de la banda en clave electrónica, para acabar derivando en un tramo orquestal liderada por el piano de una belleza sublime, turnándose ambos pasajes de nuevo en diversas ocasiones dando pie a complejas variaciones instrumentales. Como vemos, otra pieza atípica en estructura donde los instrumentos toman un gran protagonismo.
Le llega el turno a una especie de ¿funky popero con coros gospel? denominado “Final Touch”: funky por sus intrincados ritmos en los que destacan los slaps del bajo, popero por la accesibilidad de sus melodías, gospel por unas fantásticas voces que rellenan y complementan esas maravillosas líneas vocales de Jonah. De lo escuchado hasta el momento, sin duda lo más parecido a un tema al uso en cuanto a estructura.
Nos adentramos a continuación en el último tema propio del EP, “Going on a Date”. Como imaginamos por su título, tener una cita debería ser sinónimo de felicidad, y eso es precisamente lo que se desprende de su audición. Explosividad, velocidad trepidante, coros divertidos y ese punto bailable, acompañados incluso de unas palmas a nivel rítmico, celebrando tal efeméride, es lo que nos ofrecen en un principio, pero el factor sorpresa asoma de nuevo con un puente más relajado y onírico junto a un final de infarto con algunas melodías orientales que descolocan por inesperados y que le aportan un punto de misterio, como si el desenlace de la cita fuera del todo inesperado…
Llegamos al final del EP con el homenaje que Dirty Loops ha querido hacer a Stevie Wonder en forma de versión de su tema “Living for the City”. Son muchas las similitudes que podemos encontrar estilísticas entre ellos; lo cierto es que todas esas sonoridades funky que solemos identificar en la música de Stevie Wonder están muy presentes en la de Dirty Loops, por lo que versionarlo es algo que debería surgir de una forma muy natural. Pero, visto lo visto, es evidente que no lo va a ser tanto en el caso de Dirty Loops, expertos en rizar el rizo y llevar las cosas a otro nivel como poco sorprendente, por lo que arrancamos ya este tema notando un cambio sustancial en su velocidad, una presencia mayor de los teclados y un nivel apabullante de todo lo que sale del bajo de Henrik. Pero es que no pasan de la primera estrofa que ya vemos que nos cuelan improvisaciones de jazz y he ahí el cambio más sustancial en la esencia de esta versión, ese punto jazzístico en solos y acordes tanto de teclado como de bajo que asoman aquí y allá, despertando el interés de nuestras orejas que identifican lo que oyen como algo diferente a lo acostumbrado y del todo interesante.
Dirty Loops lo han vuelto a hacer, sorprendernos con todas y cada una de las piezas que contiene este EP, y lo hacen a su manera, como espíritus libres que son y, sobre todo, pasándoselo bien para contagiarnos de ese buen rollo generado por la innegable química existente entre ellos. Por muchos más trabajos así, y a ser posible, en formato LP para que la alegría nos dure un poco más.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!